Tras una dilatada, diversa y agitada andadura pastoral y ciudadana, ha fallecido Pedro Gordillo, uno de aquellos sacerdotes de los años setenta que comprendieron que, para mostrar el Evangelio, había que salir de las sacristías y acercarse, sobre todo, a los lugares en los que las mujeres y los hombres trabajan, luchan, disfrutan y sufren.
En contra de los planteamientos ideológicos totalitarios, de las doctrinas religiosas integristas y de los sistemas políticos excluyentes, Gordillo demostró la necesidad de emprender la urgente tarea de abrir unas sendas convergentes hacia una cumbre común, y nos explicó la obligación que todos nos comprometía de levantar puentes de intercomunicación y de abrir espacios de entendimiento.
Como en reiteradas ocasiones me explicó, él estaba convencido de que era necesario recorrer nuevos caminos levantado la voz y haciendo resonar gritos de esperanza, no sólo en las conciencias de los políticos, sino también en las de muchos ciudadanos que, algo aletargados, vivíamos ingenuamente convencidos de que la solución de los graves problemas que padece la mayor parte de la humanidad dependía en exclusiva de unos pocos gobernantes.
Plenamente consciente de las dificultades que entonces impedían reiniciar caminos inéditos, no tuvo inconvenientes para saltar las barreras de las instituciones e, incluso, para levantar recintos en los que fuera posible unir fuerzas para vencer los obstáculos impuestos por convenciones arbitrarias. Por eso se propuso “hacer política con el corazón”, atendiendo, sobre todo, al bienestar de ese pueblo que lo había adoptado como conciudadano. Su lucha contra las desigualdades y su voluntad de dialogar con todos los responsables políticos de cualquier signo con el fin de mejorar las condiciones de vida de los ceutíes, logró que muchos confiarán en su capacidad de trabajo, en la fuerza de su palabra y en la validez de sus ideas renovadoras para lograr la construcción de un ser humano más consciente y más libre, y para cimentar las bases de una sociedad más justa y más solidaria. Que descanse en paz.