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Paul Charles, el adiós de la esperanza

El camerunés que el pasado martes murió sepultado bajo una montaña de basura al volcar el camión en el que se había colado para pasar hacia la península fue ayer enterrado en el cementerio de Santa Catalina.

Paul Charles Nlend, original de Camerún y de 33 años de edad, fue ayer enterrado en el nicho número 156 de la galería Santiago Apóstol del cementerio de Santa Catalina. Su trágica muerte, aplastado por una montaña de basura el pasado martes tras volcar el camión en el que se había colado para intentar llegar hasta la península, ha marcado el final de año ceutí y, si bien cierra la puerta de la esperanza para muchos, algunos esperan que sirva para abrir el camino de un mundo mejor para otros.
El entierro de Paul fue austero, íntimo y emotivo. El vicario general de la Diócesis de Ceuta, Francisco Correro, fue el encargado de oficiar una ceremonia a la que asistieron cuatro personas ligadas al CETI (donde vivía), tres residentes y el director del centro, Carlos Bengoechea; un sacerdote y una hermana de las Vedrunas completaron el plantel de asistentes. Todos ellos quisieron estar presente junto a Paul en su despedida hacia la otra vida. Custodiados por las estatuas de seis soldados de Infantería de la Guerra de África, junto al osario de los militares caídos en ese conflicto bélico y bajo la atenta mirada del águila que reposa sobre la cruz de Santiago, se desarrolló un sepelio en el que el vicario recordó las “dolorosas circunstancias” en las que murió Paul e hizo un llamamiento para que el fallecimiento de esta persona fuera el motor de un cambio. “Esperemos que el Señor no dé la esperanza de un mundo mejor (...) que no dé la fuerza necesaria para conseguir un mundo en el que la gente no tenga que arriesgar su vida para poder comer y tener un trabajo digno”, aseveró el presidente de la ceremonia, un hombre acostumbrado a despedir a aquellos que pierden su vida intentando mejorarlas.
Curiosamente, Paul Charles Nlend ya reposa cerca de los restos de los caídos en la ‘Guerra de África’, una guerra que todavía hoy, en pleno siglo XXI y en mitad de la alianza de civilizaciones se sigue desarrollando, aunque a otro nivel. La guerra en la que Paul ha fallecido sigue siendo una lucha por la libertad, tal y como resalta cada uno de los que intenta pasar hacia la península. Por desgracia, como reconoció el propio vicario general, “una vez nos encontramos aquí para despedir a alguien que sólo intentaba tener una vida digna”. Quizá Paul no haya logrado su objetivo ahora, pero ayer se recordó que la muerte “es resucitar a una nueva vida” que seguro está llena de libertad, alegría, igualdad y nuevas oportunidades.

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