Estar en una nube. Llegar a lo más alto. Son, en resumidas palabras, las eufóricas sensaciones de la patrulla de tiro del Tercio Duque de Alba de la Legión de Ceuta que, tras su participación en el campeonato nacional, ha tocado el cielo. Aún les cuesta creer que, por tercer año sucesiva, han obtenido el primer puesto.
Edades, situaciones y vidas se mezclan en este equipo que se transforma en uno solo detrás de la mirilla. Al mismo compás marcan tiros en solo 30 segundos tras una carrera. Su afán y dedicación les han valido esta gloria reciente, que aún saborean.
Cuatro de ellos trasladan a El Faro cómo viven en la piel la competición y sus momentos previos, entre otros entresijos de esta hermandad militar.
Un logro importante. "Es una sensación que no hemos tenido nunca. Es la primera vez que obtenemos una tercera victoria consecutiva", expresa Chamorro
“Es algo inexplicable. Es una sensación que no hemos tenido nunca. Es la primera vez que obtenemos una tercera victoria consecutiva”, expresa José Antonio Chamorro, teniente. A esta impresión se une la del resto de patrulleros, que califican esta buena nueva como un logro importante o como “lo mejor que un legionario puede llegar a sentir”, tal y como señala Abdel Huadud Bourhanbour, caballero legionario y el más joven de ellos.
No muestran ningún tipo de arrogancia. Todo lo contrario. Serenos y sonrientes, reflejan humildad y achacan este hito al esfuerzo y a los entrenamientos. Vestidos de verde y con mirada solemne cuentan que, al llegar el momento, actúan como una especie de maquinaria conjunta que solo piensa en sus acciones.
"Al mismo compás marcan tiros en solo 30 segundos tras una carrera"
“Es intentar hacerlo como cuando entrenamos. Solamente eso, como un día más. Ese es mi pensamiento siempre y lo que intento trasladar a mi legía”, comenta Sandro Alcaide, sargento primero. “Estamos mecanizados después de tanto trabajo”, añade Abdelkrim Mohamed. “Como una máquina, igual”, remarca el cabo primero.
Ninguno está en desacuerdo con esta premisa. Todos dejan a un lado el mundo cuando se trata de efectuar un disparo. Colocarse tras la mirilla pausa el tiempo y activa su instinto militar más arraigado.
“Son sensaciones encontradas”, confiesa Chamorro. “Es un deporte un poco desagradecido. Es una carrera de 10 kilómetros, seguida de un tiro con fatiga acumulada”, explica el patrullero. Solo cuentan con 30 segundos para acertar de lleno en la diana. Recargan el cargador en tres veces. Una prueba en la que la rapidez y la puntería son completamente imprescindibles.
El tiro está muy ligado a lo militar. No es un deporte para nada alejado de la Legión. “Tiene mucha transferencia a él”, indica. “Es un tiro y una marcha. Es, al final, lo que hacen casi todas las unidades”.
Sus caminos han confluido en esta disciplina. Forman parte del grupo de patrulleros desde hace más o menos años. El más experimentado sin duda es Abdelkrim Mohamed, que lleva a sus espaldas 19 campeonatos. “Lo he sido desde mi empleo como sargento. Me destinaron aquí, a Ceuta. Me ofrecieron venir y, por supuesto, me uní. Hay que arrimar el hombro”, cuenta Alcaide.
Chamorro lleva cuatro y Bourhanbour, dos. “He ganado dos años, así que llevo dos de dos”, expresa, con una sonrisa tímida. No puede evitar mostrar su satisfacción ante la victoria.
“Entré porque me preguntaron. Cuando llegué al Tercio, todos los oficiales, escogíamos algún deporte. Me cuestionaron cuál quería hacer”. Finalmente, Chamorro se decantó por el tiro al sentir que este está directamente vinculado con su ejercicio como militar.
Estar en lo más alto resta horas e implica grandes dosis de dedicación. La tercera la han logrado tan solo con dos meses de entrenamiento a sus espaldas. Sus funciones ocupan todo su tiempo y, por tanto, ensayan en este delimitado periodo de tiempo, semanas que son duras dada su intensidad.
“Este año ha sido algo menos porque estuvimos en la Cuna de la legión, en la que está implicada el Tercio entero. Hemos empezado después de eso”, señala Alcaide. “Han sido cuatro semanas. Al no haberlo hecho durante dos meses, estas han sido más duras”, alega Bourhanbour.
Ser tricampeón no es cuestión de magia. Se trata más bien de un esfuerzo constante por amor al arte y a lo que representan, el Tercio de Duque de Alba. La clave de su éxito no es otra que tomarlo como un día de entrenamiento más. Consiste, sobre todo, en su sacrificio, un ingrediente indispensable para llegar a la cima.
“A todos los niveles”. Así resume Chamorro su experiencia previa a la llegada a la competición. Horas que no pasan con la familia ni con temas personales. Un desgaste también físico. “Al final el cuerpo se resiente y al día siguiente estás destrozado y no quieres hacer nada, pero hay que seguir con ese plus para mantener el nivel”, manifiesta el teniente.
“Supone mucho esfuerzo, mucha dedicación. Comprometerse al 100% ya que cada uno al final deja de lado sus familiares y no puede pasar tiempo de calidad con ellos”, asegura Bounhanbour.
Una concesión altruista para recibir, a cambio, el honor de alzarse vencedores. “Siempre entrenamos y pensamos en ir a ganar. Hay que tener en cuenta que el nivel de la competición cada vez va a más. Siempre somos tres tercios los que estamos en el podio”, señala el sargento primero.
Llegada la hora de la verdad, el tiro es algo mecánico. “Trabajamos tanto que ya se hace sin pensar. Se mete el cargador, se apunta y se dispara. Se vuelve a hacer. Como un robot; igual”, confiesa Mohamed.
Al llegar a León, ciudad en la que se celebra el campeonato, cada cual reacciona de una forma u otra. “Los momentos previos son como cualquier otra competición de esta envergadura de nivel nacional. Muchos nervios”, comenta el cabo primero. Mohamed incluso revela una especie de norma no escrita que los patrulleros mantienen al pisar suelo leonés. “Hay que intentar hablar lo menos posible sobre la competición. Conversamos sobre otras cosas”, detalla.
Chamorro se siente, en cambio, concentrado. “Solemos ir tres días antes para tener un tiempo de descanso allí. Una vez que estamos ahí, permanecemos todos juntos como una piña. Vamos a todos los sitios juntos”, traslada el teniente.
Intentan, dentro de lo posible, descansar. La mente de este patrullero en la antesala del salto final se encuentra en esos 30 segundos de tirada. Deja leer entre líneas, de cierto modo, que a sus compañeros les ocurre lo mismo. “Pensamos en eso 24-7 hasta que llega el campeonato”, concluye.
Una espera que queman en un cuarto de hora. Quince minutos de combustión de adrenalina en la que todo se congela a favor de un tiro certero que dé el golpe de gracia.
“Los momentos previos son como cualquier otro día. Lo que pasa es que nos cuesta a todos dormir, pero llega el cabo primero con Dormidina para todos, porque estamos todos de los nervios”, bromea Alcaide.
Ganar también es una cuestión de compañerismo y sincronización. Ir por un lado u otro de poco sirve. “Cada uno lleva una losa. Al final, aquí no vale nada que uno pegue muchos tiros mientras que el otro no los da. Somos un equipo. Hay que intentar que todo vaya bien”, asevera.
Las armas crean lazos de unión entre ellos. Compartir las mismas experiencias, sensaciones e ir todos a una, a fin de cuentas, cala en ellos. Unas circunstancias casuales que tejen poco a poco, vínculos de hermandad. “Somos una familia. No cabe ni la menor duda”, afirma rotundamente Mohamed. “Al principio cuando entras, conoces a las personas. Cuando uno ya es veterano, intenta acoger a los que vienen nuevos”, cuenta.
Ninguno difiere en lo que significa ser parte de este equipo: "Más que tirador, ser patrullero"
Alcaide también lo tiene claro y considera que son, en cierto sentido, familiares. “El día a día uno lo pasa la mitad en su casa y la otra con los componentes de la patrulla”, subraya. “Se pasa de la relación de mando a subordinado a una totalmente de compañeros y, finalmente, acabamos como una familia en todos los aspectos”, relata el teniente Chamorro.
“Ser tirador es sentirte uno más”, expresa el sargento primero Alcaide. “Es un gran orgullo y una responsabilidad porque al final estamos representando a toda la Comandancia General de Ceuta,”, añade Chamorro.
"Somos una familia, no cabe la menor duda", afirma de forma rotunda Mohamed
Ninguno difiere en lo que significa ser parte de este equipo. “Más que ser tirador, ser patrullero. Es estar en lo más alto de la legión, de los tiradores”, señala Mohamed. “Serlo para mí es lo máximo que un militar puede llegar a sentir”, afirma Bounhanbour.
Tumbados, en línea, han llegado a la cumbre más alta de esta disciplina militar. Un empuje de gatillo que los eleva a un hito de tres victorias.
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