Ceuta es una caja de sorpresas arqueológicas. Cada obra, cada actuación de envergadura deja al descubierto esa historia de nuestros antepasados que quedó sepultada y conservada a la espera de que alguna vez viera la luz. Y ese ‘alguna vez’ ha llegado ahora a la calle Jáudenes, con motivo de las actuaciones de reforma del entorno de Sánchez Prado y Plaza de África, que afecta también a este lugar.
Los ojos y el corazón, siempre tan privilegiados, del arqueólogo José Manuel Pérez Rivera han sido testigos de los trabajos que hay detrás de estos hallazgos que ya han sido tapados para su conservación.
Fue la Consejería de Educación y Cultura la que encargó a una empresa de arqueología la realización de los sondeos arqueológicos previos al inicio de la apertura de las zanjas para la renovación de las redes de saneamiento y pluviales. Una actuación que dependía de Acemsa y que se adjudicó a la entidad ACC. Se contrató además a Pérez Rivera para la vigilancia arqueológica de los movimientos de tierra en los dos tramos de la calle Jáudenes: uno entre la antigua calle Queipo de Llano (por donde discurre el tramo oriental de la muralla califal) y la calle Victori Goñalons; y otro, entre la calle Dos de Mayo y O’Donnell.
“En el primero de estos tramos, y en su parte más cercana a la línea de la calle Queipo de Llano, aparecieron niveles y restos de un muro de la antigüedad tardía (mediados s.VI d.C), con una cronología coetánea a la colindante Basílica Tardorromana. También se ha documentado restos medievales”, explica Pérez Rivera en declaraciones a El Faro.
Respecto al segundo tramo, “se han documentado niveles de los siglos III en su extremo oriental y un conjunto de estructuras romanas que ocupaban una banda aproximada de 15 metros en dirección norte-sur. Su lado oriental está delimitado por un ancho muro, con la orientación referida (norte-sur). Junto a este muro encontramos un nivel de suelo de opus signinum sobre el que hemos documentado un nivel de incendio y cenizas que podría corresponder, desde el punto de vista histórico, a la destrucción de la ciudad por los vándalos en el año 429. Este tipo de niveles de destrucción fueron ya identificados durante los pioneros trabajos de Carlos Posac”, aclara.
Pero los hallazgos han sido más. “Más al oeste de esta estancia, hemos localizados tres grandes piletas para la maceración del pescado. Presentan una planta cuadrangular de 2,5 metros y una profundidad conservada de 1,5. Las paredes están recubiertas de opus signinum (un tipo de revestimiento realizados con cemento y pequeños fragmentos de cerámica) y en todas las aristas aparecen molduras redondeadas. También se ha identificado un pequeño depósito central sobre el suelo de la pileta mejor conservada. Esta última ha sido excavada y se ha recuperado de su interior una gran cantidad de material arqueológico”, concreta Pérez Rivera. A expensas de un estudio más detallado, todo apunta a que la pileta dejó de funcionar a mediados del siglo V d.C., y su interior fue rellenado con piedras, restos de animales y material cerámico. “Pasado algún tiempo este espacio fue de nuevo ocupado, tal y como testimonian la estructura de época tardía, posiblemente bizantina, documentada sobre esta pileta de salazones".
Lo descubierto marca un hito más. Son hallazgos que permiten avanzar en el conocimiento del conjunto industrial romano
Lo descubierto en esta excavación marca un hito más en las que ya existen en la ciudad, son hallazgos que permiten avanzar en el conocimiento del conjunto industrial romano, dedicado a la producción de salsas de pescado, salazones y otros productos del mar (como harina de pescado, tal y como atestigua el hallazgo de una piedra de molienda para realizar este tipo de producto recuperada en el interior de la pileta). Los hallazgos han permitido retrasar la fecha de construcción de esta parte de la factoría a los primeros momentos del Alto Imperio, precisando la ubicación, importancia y extensión de la primera fase del complejo salazonero romano. “El gran tamaño de las piletas halladas en la calle Jáudenes es una prueba irrefutable de la importancia de las factorías de salazones que ocuparon el istmo ceutí. Desde el punto histórico, ciertos hechos arqueológicos documentados en esta intervención arqueológica permiten dilucidar el cómo y el cuándo tuvo lugar el abandono de la actividad de parte del complejo salazonero de la Septem Fratres romana”, continúa.
Los restos de la pileta mejor conservada han sido salvaguardados y debidamente cubiertos para asegurar su conservación futura, se ha hecho con una malla de geotextil y recebo limpio. Finalmente, se ha depositado un nivel de tierra limpia. Además se ha efectuado el cambio del trazado de los tubos para respetarla. Este mismo miércoles se dio por terminados los trabajos de seguimiento arqueológico en la mencionada calle.
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