Patio Contreras

Patio Contreras. en esta  calle Serrano Orive, número 26  en las estribaciones norte del Patio Centenero, limitando con la Batería del Pintor y Huerta Rufino, con posterioridad fue designado con el número 24 de esta calle. 

Su propietario y constructor fue Manuel Contreras Palacios, natural de Almuñecar (Granada), Maestro de Obras, que estaba casado con Carmen López Jimenez, de la misma población. Fueron sus hijos Miguel, Carmen, Antonio y Aurora.
Otras familias que allí vivieron, fueron: Josefa Heredia Gomez, de La Linea, viuda, con su hijo Antonio Reyes. Maria Luisa Peña Romero, de San Roque, con sus hijos Luis y Francisca. África Gómez Bermudez, viuda con sus hijos Manuel y Salvador Jimenez, así como la abuela de estos Catalina Bermudez Velez, de Estepona. José Mendoza Delgado, vendedor, viudo con su hijo Tomás, impedido y su suegro, Manuel Chacón Lazo de edad muy avanzada. Ana Mendoza Chacón, hija del anterior, viuda muy joven, con sus hijas María y Ana Campos Mendoza. Manuel Morales Durán, de Ceuta,  de ocupación carrero, casado con Nieves Talamante Escaño, de Torrox. Ana Chamorro Cabrera, de Tolox (Málaga), viuda, con su hijo Manuel Bernal Cabrera, que trabajaba de peón. Manuel Jimenez López, de Estepona, pescador, casado con Victoria García Miranda, con sus hijas Remedios y Victoria. Isabel Lucena Pérez, de Sevilla, viuda y sus hijos Manuel, Antonio (ambos ayudantes de sastre), Miguel, Rafael, Ángel, Francisco y  María, todos nacidos en Sevilla, excepto María que lo hizo en Ceuta. Isabel cedió una de las habitaciones para abrir la sastrería de su hijo Manolo. Por último la familia de Jaime Neila Hernandez, natural de Plasencia, Comisario de policía, casado con María Macarró Guillen, nacida en la misma localidad, y sus hijos Francisco, Mercedes, Carmen y Celia.
Otros vecinos que habitaron en este patio fueron: Mayorga, empleado de la Junta de Obras del Puerto. José María Más, valenciano, de profesión practicante, con su esposa Doña Amparo, Maestra Nacional de las escuelas del Recinto con sus hijas Amparito y Josefina. Y por último “la comandanta” llamada así por su marido, Comandante León cuando el Movimiento. (Félix Alvarez).

Sobre el Patio Contreras por Josemi Ruiz

“Situado en el espacio hoy comprendido entre la fachada Este del Cine África con el Centro de Salud instalado en El Recinto. Fue construido por D. Fernando Martinez Contreras (dueño del Cine África) a base de las llamadas "casas baratas". Arquitectónicamente, podríamos decir que tenía forma de "U" invertida con la abertura derramada sobre la pendiente del Recinto: desde el Matadero a la Batería de El Pintor. Junto a este patio, o adyacente a él, podíamos ver otro de barracas de saco, zotal, water comunitario, pobreza, olor a brasero en ascuas (invernal) muchos pescadores que entraban en sus moradas, manchados por el trabajo y extenuados por las durísimas condiciones de la mar. Atravesábamos la carretera y nos sentaban -yo era un mocoso-, en la muralla al lado de cualquier pilón y, allí, las mujeres miraban hacia abajo: "La Rocha" era la pendiente en bajada hasta la misma orilla del mar. Me ubico en la Playa de la Peña en proyección sur desde la misma General del Cine África, atacado a su derecha por el Chalé de Orozco y el Garitón de Juan Vera, Ana y sus hijos.
Mi edad no llegaba a los seis años. Mi familia dejaba de residir en el Patio Contreras porque su constructor, a la sazón, D. Fernando Mejias ofrecía a un empleado suyo (mi padre) una casa en la recién inaugurada Terraza de Verano "B" El Cortijo para que la ocupara como conserje-encargado de su cuidado, mantenimiento, y puesta al día. Pues bien, al dejar la casita del Patio Contreras, la familia entrante esperaba nuestra salida para habitarla. Se trataba de la familia Campoamor. Ví por vez primera a un muchacho vestido de azul, como los antiguos alumnos del Parque de Artillería, uno de los hermanos, estaba junto a ellos el desaparecido y recordado Antonio Campoamor. ¡Las vueltas que da la vida! Su madre, Nieves, enlutada, de ánimo triste y piadoso porte se me quedó prendida del recuerdo a pesar del efecto corrosivo del tiempo. Su marido, embutido con vestuario en "azul mecánico", le dio un apretón de manos al mio y así, uno dejaba la casa y el otro tomaba posesión de la misma. El vecindario acudía a la puerta, a los escalones que remataban la acera en pendiente...Nos despedían nuestros vecinos más inmediatos. Pepe Obispo y sus hijos: Teresa, Luis, Angeles, Nena y Pepe Obispo, quienes habían perdido a su madre, la querida Adela pocos meses antes. Recuerdo cómo mi madre asistía en la desgracia a la mayor -Tere- en los instantes que los hombres sacaban el féretro a hombros y enfilaron la salida del patio, hasta donde estaba el coche fúnebre, junto a la casa de Manola, la esposa de un Oficial de la Marina de Guerra. Entre un punto y otro referidos estaba la casa de "La Panadera": eran todos los componentes de la familia muy rubios, de ojos claros. Alguno de ellos, creo que tuvieron un puesto de ventas de juguetes en la Plaza de Abastos.
En verano, por las tardes, las mujeres se sentaban al atardecer sobre el pollete que salía de la fachada del Cine Africa, al fresco. Llegaba el hombre de gorro de pita, empujando el carro de grandes ruedas, vendiendo helado a granel. Los niños mirábamos a la masa dulce con los ojos saltones. De cuando en vez, el silbido andino del afilador sacaba las tijeras y cuchillos a la muela del carro y entre chispas y chirridos, el itinerante se ganaba la vida. Los domingos y festivos eran comentados: Desde la Batería de El Obispo, los soldados bajaban a las horas de paseo y formaban grandes, apretadas y largas colas en la general del Cine para entrar a la función de "las cuatro".