Estamos en un mes muy movido en el ámbito universitario. Exámenes de selectividad, exámenes finales de grado, exposición de trabajos de fin de grado, congresos, acreditaciones. De todos, los reconocimientos de tramos de investigación por parte de la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora (CNEAI) al profesorado universitario, que se suelen producir en este mes, son fundamentales. Esta acreditación es muy importante en la vida académica de un profesor. En la Universidad de Granada lo es aún más.
Días atrás circulaba por las redes una especie de “chiste” en el que se veían unos muñecajos que gritaban: ¿Quiénes somos?. ¡Universitarios!. ¿Qué queremos?. ¡Vacaciones!. ¿Y para qué las queremos?. ¡Para terminar 2 artículos, revisar una traducción, leer 5 libros, corregir exámenes…!. Para reír y llorar al mismo tiempo. Porque, en general, esto es lo que ocurre. Para la mayoría de profesores, sobre todo los más jóvenes y con condiciones de contratación más precarias, esta es la triste realidad.
Pero, ¿qué significa que te reconozcan un tramo de investigación (sexenio)?. Depende de las áreas de conocimiento, pero, en general, acredita que en los últimos 6 años, tu producción investigadora, medida fundamentalmente por publicaciones en revistas internacionales indexadas en JCR (Journal Citation Reports), ha llegado a un total de 5, de las que, al menos 2 (a veces más), son de alto impacto.
Y, ¿qué efectos tiene para el profesor/investigador?. Si eres funcionario de universidad (profesor titular o catedrático), que te pagan un plus que oscila entre 100-130 euros brutos al mes. Si eres contratado laboral, que cuando pases a ser funcionario, te pagarán este plus en forma de atrasos, aunque no más de tres años. ¿El resto de años?. Se los queda la Administración, enriqueciéndose así a tu costa de forma injusta. Otra consecuencia es que mantienen tu docencia en 24 créditos, que supone 240 horas lectivas anuales (aparte, investigación, tutorías, congresos, corrección de exámenes….hasta llegar a las 1.750 horas efectivas de trabajo al año, aproximadamente), y que es por lo que te pagan el salario. Pero si no has sido bueno investigando, y no has publicado en esas revistas, aunque seas el mejor docente del mundo, te obligarán a dar otros 8 créditos más anuales (80 horas más de docencia, que suponen más de 500 horas efectivas de trabajo al año, pero sin cobrarlas).
Y, ¿qué de especial tiene esta acreditación en la Universidad de Granada?. Pues que aquí pasas a ser lo que algunos llaman profesor de “pata negra”, pues desde ese momento podrás dirigir tesis doctorales, obtener con mayor facilidad la dirección de proyectos, ser tenido en cuenta para participar en determinadas comisiones….La razón de ello es que la Universidad de Granada se autoimpuso hace unos años esta restricción, para así conseguir lo que algunos llamaban la “excelencia”. Es decir, excelencia supone para determinadas élites académicas que tengas publicaciones en revistas internacionales de impacto científico. Aunque seas el peor docente de toda la universidad, el más antipático, o el menos querido por los estudiantes. Con esta acreditación pasas a otra “dimensión” en nuestra universidad. Es una opción legítima y una forma de entender la excelencia, que algunos no compartimos.
Evidentemente , esto lleva a situaciones algo grotescas. Por ejemplo, en cierta ocasión, siendo yo aún profesor asociado, pero ya doctor, codirigí una tesis doctoral en otra Universidad, en la que no se autoimponían estas restricciones. No sólo no me pusieron pegas, sino que, curiosamente, para poder aprobarse el correspondiente programa de doctorado, los méritos que yo tenía eran formalmente los válidos, mientras que los del principal protagonista, el catedrático, no lo eran. Y les puedo asegurar que se trataba de un auténtico genio en su materia. El alumno es hoy doctor, con la máxima calificación, y ya está empezando a publicar y a asistir a Congresos.
Sin embargo, por las mismas fechas, en la Universidad de Granada, mi universidad, intenté codirigir una tesis doctoral a un estudiante. Mis “compañeros” de ámbito de conocimiento me negaron esta posibilidad por no tener el “papelito” del sexenio. Tuve que buscar de director a otro profesor, que en ese caso sí tenía sexenios. Muchos. Pues tampoco lo aprobaron. Decían que al ser externo a la Universidad de Granada, no convenía que tuviera muchos más méritos que algunos de por aquí. No me dejaron otra opción que aprovechar el resquicio legal que nos dejaba la normativa en extinción, que me permitía codirigir sin esta acreditación. El estudiante también es ya doctor, con la calificación más alta y ya, con más de 8 publicaciones sobre el tema a sus espaldas.
Pero ahora es diferente. Por fin he obtenido el papel que me acredita como miembro de la casta de los excelentes. Y aunque por mucho que me he mirado al espejo, sigo sin verme rubio, más alto, o con ojos azules, sin embargo hay algo, que no sé cómo explicar, que me hace sentirme en otra dimensión. Me han dicho, incluso, que hasta el inglés lo hablo con más fluidez y que se me ve más seguro en lo que digo. Espero que no me estén haciendo la pelota.
La verdad es que estoy muy contento. Tanto, que quizás le proponga a la Rectora que, para que el público en general sepa distinguir a los excelentes de los menos excelentes, cree una medalla, o algo parecido, para que nos la pongamos colgada, al menos, en los actos oficiales. Si se esmeran en el diseño, podría ser hasta un buen complemento de la toga y del birrete.
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