Pasajeros, todos a bordo, El Desnarigado va a comenzar su ruta. Este barco se convierte en un
clamor turístico durante los meses de verano tanto para residentes como para aquellos que vienen a pasar unos días en la ciudad autónoma. Gracias a él se puede descubrir una Ceuta diferente, donde la vista humana no llega con facilidad.
El reloj marca las 18.50 y ya hay una veintena de personas esperando en el Muelle de España. Para algunos esta es su primera travesía y otros ya se la saben, pero siempre se quedan con ganas de más y repiten la experiencia. De uno en uno pasan al interior. Con cuidado para no tropezar, todos transitan hasta colocarse en sus respectivo asientos. Una vez dentro, el motor arranca y minutos después el barco emprende su marcha.
El foso de las
Murallas Reales es la primera zona por la que se circula y ya están maravillados. Muchos de ellos ya realizan fotos y graban para después publicar en redes o compartir con amigos y familiares. Otros, en cambio, optan por dejar a un lado el dispositivo y pasan a mirar detenidamente para no olvidar ningún detalle. Ni siquiera dejan pasar la bola de catapulta incrustada en la Muralla. A la misma vez, por megafonía se escucha un audio enlatado que narra curiosidades, parte de esa historia secreta que esconde la ciudad de Ceuta. Pero este se mezcla entre el gentío y el sonido ambiente que deja apreciar una tarde de sol donde las temperaturas son agradables, lo cual invita a que la navegación se haga más amena.
“Hemos venido a pasar una semana para visitar a la familia, mi madre es de aquí”, confiesa Marc Buenacasa, quien está acompañado de su mujer, hijos y hermanos. Un total de once personas comprende este grupo, donde los hay quienes vienen de Madrid y de Barcelona. “Esto es un cambio de la noche a la mañana. De una ciudad de asfalto y cemento como la capital de España a pasar a una de costa y con gente muy cercana. Aquí sí que se puede desconectar”, manifiesta Buenacasa cuando el barco pasa frente a las playas de La Ribera en la Bahía Sur.
La marejada se convierte en la compañera de travesía durante una parte del tramo. Esta hace mover un poco el barco, pero nada de lo que preocuparse. Los pasajeros permanecen tranquilos, aprovechando de una velada en pleno Mediterráneo y una brisa que acaricia el rostro. Fuente Caballos se queda atrás y Diego Llaves, que viene con su pareja, hijo y la hija de ella, comenta que “es la segunda vez que me subo porque disfruto con las vistas que hay desde aquí de Ceuta”. Él, que lleva como residente en esta ciudad más de diez años, comenta que “antes era más bonito porque se daba la vuelta al
Monte Hacho por completo”. Una vez que acaba la palabra, su hijo Diego no desaprovecha la ocasión para decir que se queda con la zona del Foso, que le parece increíble esa panorámica. Para este pequeño, sí que es su primera vez.
“Esto es un cambio de la noche a la mañana. De una ciudad de asfalto y cemento a una de costa”
La calma llega y como si El Desnarigado estuviese levitando encima del agua, los paisajes que se comienzan a ver, deleitan al público. Los que antes no tomaban fotos, ahora sí. Estas vistas no se pueden esfumar de la mente con el paso del tiempo, los acantilados que se adentran en el agua se convierten en esa típica postal de verano, que todo turista se lleva de vuelta a casa para luego guardar en un cajón de casa. La perspectiva que se aprecia de la zona del Sarchal, cautiva. Igual que las escaleras blancas que sirven para descender hasta casi rozar el agua. “Llevo más de 30 años en Ceuta y nunca lo había visto. Solo exhiben la zona céntrica de la ciudad, pero se olvidan de mostrar estos espacios”, comenta la sevillana María José, que se encuentra con su hija y un amigo de la adolescente. “Esta es mi primera vez en la ciudad”, confiesa el joven José Mestre. “Me está sorprendiendo este recorrido de costa”, añade este madrileño que se ha escapado unos días al sur para escapar de las sofocantes temperaturas del centro de España. Al mismo tiempo que señala con el dedo a lo que antiguamente era la cárcel de mujeres, dice que “aquí se sobrevive mucho mejor al verano”.
La ruta llega a su límite, frente a la playa de la Potabilizadora. Pero antes quedan esas calas, lugares recónditos que solo se pueden vislumbrar desde el mar. Los pasajeros quedan encantados, “muy bonito” sería la expresión general de todos los allí presentes. Aún queda alguna foto que encuadrar como
la perspectiva que hay del Castillo del Desnarigado o los acantilados del Monte Hacho. Después de ello, toca volver por el mismo camino, pero con ese buen sabor a salitre.
Misma duración, pero un recorrido más reducido
Hace años, el barco del Desnarigado transitaba por casi toda la costa de Ceuta. En la actualidad solo llega hasta la zona de la Potabilizadora, sin bordear por completo el Monte Hacho. De todos modos, los pasajeros se llevan estampas de ensueño, aunque otras no se aprecien. La duración es la misma, 50 minutos. Nada más y nada menos. Pero esta limitación se debe “a los condicionantes que Capitanía Marítima de Ceuta nos impuso”, comenta uno de los responsables del barco turístico. Una vez que se cruza la zona del Desnarigado, las aguas ya se consideran “abiertas”. Este matiz hace que la nave lleve una balsa salvavidas y un sistema GPS. “Aquí no los tenemos y eso cuesta un pastón”, manifiesta esta persona. Además, las revisiones de los materiales no se podrían llevar a cabo en la ciudad autónoma, “sino que nos tendríamos que trasladar a la Península, teniendo lo más cercano en Algeciras o La Línea”, añade. Las ganancias que se obtienen de los viajes no dan como para sufragar este elevado costo. Por lo que desde hace más de cinco años, El Desnarigado alteró su itinerario regresando por el Foso hasta el Muelle de España. “Como ocurre a la ida, aquí tenemos que maniobrar y tener mucho cuidado con el resto de personas que van en Kayak o moto”, remata el patrón.