{jaimage crop="TC" /}Se siente desamparada porque Mapfre “no cubre el tratamiento ni los gastos del accidente” que sufrió pese a que la “póliza estaba en vigor”.
Aquel 27 de mayo salió de trabajar del restaurante en el que ejercía de cocinera, en el centro de la ciudad autónoma. Conducía su moto como cada día al concluir su jornada laboral para llegar a casa. Vivía en Benzú y viajaba en la scooter a la altura de la Desaladora de Benítez cuando el mundo se apagó para ella. Un accidente de tráfico sumió a Isabel Blanco Chauniz en un coma del que no despertó hasta cuatro meses más tarde, según el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, Ingesa. Y el mundo cambió mientras estuvo ausente.
Este suceso ocurrió en 2012. Ingresada en el Hospital Universitario, no fue hasta agosto del año pasado cuando volvió a un estado de consciencia. Agradece el esfuerzo del personal sanitario por mantenerla unida a este mundo aunque las secuelas hacen que su vida no sea la misma.
Según relata, la Guardia Civil fue el Cuerpo de Seguridad del Estado que la encontró aquel día “medio muerta” en la carretera y fueron los agentes de patrulla quienes se encargaron de telefonear a una ambulancia que la trasladó al clínico civil debatiéndose entre la vida y la muerte. “No recuerdo nada. Tiempo más tarde y una vez me dieron el alta, me encontré con una señora en Villajovita que me dijo que aquella noche fue testigo de cómo fui embestida por un vehículo que se dio a la fuga”, señaló Blanco; “cuando le dio tiempo a reaccionar, la Guardia Civil me estaba auxiliando”. Como figura en un escrito dedicado a la Comandancia de Ceuta, “gracias a su eficaz y rápida actuación estoy viva”.
Los efectos del siniestro han marcado a esta mujer que siempre se ha dedicado a la hostelería. Durante el tiempo que estuvo hospitalizada, relató, “tenía el húmero derecho fracturado pero como era de tanta gravedad, decidieron que no pasara por el quirófano”. Su mando derecha también sufrió lesiones. “Con lo que yo era... Ahora no puedo filetear nada porque carezco de fuerzas, ni un queso”, lamentó. La cicatriz de la traqueotomía por la que recibió “alimento, oxígeno y medicamentos durante el coma” surca su garganta. Su voz se ha visto afectada y tiene que descansar antes de continuar con el relato de su trágica historia.
“Estoy impedida para llevar la vida que tenía antes, no puedo ni trabajar en mi profesión”, comentó Blanco antes de añadir que tiene una entrevista con la Organización Nacional de Ciegos Españoles, ONCE, y una psicóloga para la venta de cupones. “Para dedicarte a la cocina tienes que estar al cien por cien y yo no estoy al mismo nivel que hace un año”, reconoció. “Yo siempre he cocinado con mucho amor, para mi preparar un plato es como parir, es crear”, explicó.
El Instituto de Mayores y Servicios Sociales, Imserso, determinó su discapacidad en un 38 por ciento, diagnóstico con el que discrepa. “Quiero que me examine un forense porque pienso que el nivel es mayor. ¿Cómo puede decidir ese porcentaje sin evaluarme?”, se preguntó.
A los daños físicos que padece, se unen los económicos. Cuando regresó del “más allá”, como definió su estado, el restaurante en el que trabajaba había cerrado. Por otra parte, Mapfre, la compañía aseguradora con la que tenía contratada la póliza de seguro de la moto siniestrada, “se desentiende” de Blanco y se siente desamparada.
“Pasé cuatro meses en coma y el seguro se niega a pagarme aunque estaba al corriente de los pagos”, aseguró con la póliza en la mano, cuyo periodo de vigencia cubre del 2 de febrero de 2012 al 2 del mismo mes en 2013. Exige a la empresa que cubra el tratamiento –“tendré que tomar fármacos de por vida”– además de los daños que sufrieron ella y la moto –“mi único medio de transporte”– ya que Blanco sufrió el accidente el 27 de mayo de 2012, sostuvo, dentro del plazo de vigencia del seguro. “Yo contraté los servicios de Mapfre y tiene que responder. Confío en que la ley me ampare y dé la razón”, insistió. Requirió los servicios de un abogado que, apuntó, interpuso un requerimiento en los juzgados de la ciudad para que la compañía responda “de acuerdo a las cláusulas del contrato” pero desconoce la fase en la que se encuentra el mismo. Su cruzada contra la aseguradora le llevó a recoger firmas en la puerta de Mapfre bajo el título de Mapfre, págame lo que me debes, que calculó en 6.500 euros más intereses, el pasado mes de abril. “Me coaccionó para que dejara de recabar apoyos, eso sí, con mucha educación”, afirmó.
Según la accidentada, “Mapfre reconoce que me tiene que pagar pero no lo hace porque no tiene prisa ni necesidades como tengo yo”. En la actualidad, indicó, cobra 60 euros porque acordó con un ex jefe percibir esta cantidad al declararse el empresario insolvente.
“Me mantengo con la solidaridad de mis conocidos”
Isabel Blanco agradeció la ayuda que le han prestado los feligreses de la Iglesia de San Juan de Dios, la Catedral, la Iglesia de África y la Parroquia del Valle, cuyos devotos le entregan alimentos mensualmente. También tuvo palabras de reconocimiento para Francisco Parrado y el sacerdote de Villajovita. El Servicio Público de Empleo Estatal de Ceuta certifica que Blanco no es beneficiaria de prestación o subsidio por desempleo, por lo que ella considera urgente que Mapfre desembolse el dinero que, subrayó, la compañía le debe ya que su póliza de seguros de automóviles estaba vigente cuando tuvo el accidente, comprendido entre el dos de febrero de 2012 y el mismo día de 2013.