Justo hacía un año que Ceuta había sido testigo de la última entrada masiva de inmigrantes por el vallado. Aquel agosto en el que el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, levantó el teléfono y dio aquella mítica orden de ‘los quiero a todos fuera’. Ahora no se sabe qué hará o dirá el titular de la cartera de un Gobierno que no es gobierno. Sí se sabe que desde la Delegación están a la espera de recibir órdenes tras la entrada a Ceuta de 155 subsaharianos que, primero, atravesaron a la carrera el pueblo de Beliones y, después, entraron en su amplia mayoría reventando el control del puesto de Benzú. Por allí pasan a diario un puñado de vecinos del pueblo marroquí para entrar en Ceuta. Custodiado por una pareja de guardias civiles, quedó completamente destrozado, sorprendiendo a los escasos agentes que estaban de servicio en ese control y en la garita situada a pie de espigón.
La intensa niebla sirvió de camuflaje perfecto para facilitar la aproximación de unas 400 personas. Buena parte fue interceptada por los agentes marroquíes, que llegaron a detener a 90, mientras que 200 llegaban a la línea fronteriza que separa ambos puntos. ¿Cómo consiguieron llegar hasta allí si Beliones se ha convertido en un fortín? Porque quienes se habían unido en bloque para llegar a Ceuta sabían perfectamente que la única manera de lograrlo era aprovechar esa niebla, cruzar el pueblo, no pisar una playa llena de concertinas y vigilancia que hubiera retardado el pase y hacerlo a la hora propicia, justo cuando se habían ido los GRS que cada noche vigilan toda la zona perimetral. A las 6.45 horas se prepararon y a las 7.00 saltaron todas las alarmas, sorprendiendo solos a poco más de una pareja de guardias civiles.
Siete subsaharianos que eligieron como vía de pase el espigón de Benzú quedaron encaramados en el vallado, algunos fueron alcanzados por los agentes marroquíes, pero 155 consiguieron cruzar a Ceuta y lo hicieron a la carrera, despojándose de las ropas que quedaban desperdigadas por toda la carretera que comunica Benzú con el centro de estancia temporal de inmigrantes, en el Jaral.
En Marruecos quedaban varios agentes heridos. En un comunicado indicaron que habían bloqueado la entrada de buena parte de los inmigrantes, sufriendo bajas importantes entre los agentes y registrando varios casos de inmigrantes heridos. En Ceuta el panorama no variaba mucho: once guardias civiles tenían que ser atendidos en la Clínica Septem por lesiones varias, básicamente golpes por el forcejeo con los subsaharianos y afectación en los ojos y partes del cuerpo al haber recibido ácido de batería. 16 inmigrantes también fueron atendidos por heridas con las mismas causas y solo uno ingresó en el HUCE al presentar rotura en el dedo de un pie recibiendo el alta médica poco después. Eso sí, muchos de ellos presentaban picor en los ojos al haber recibido impactos de spray reclamando por ello agua a todos los que se encontraban por el camino.
El Instituto Armado ha cifrado ya en cuatro los guardias civiles que han causado baja al no estar en disposición de incorporarse a sus puestos de trabajo. En el momento en que se producía la entrada de los subsaharianos se tuvo que volver a activar a los GRS que hacía cuestión de minutos habían abandonado el turno de guardia. Esos momentos fueron de vacío total. Los inmigrantes pudieron llegar a la carrera hasta el centro, requiriéndose del apoyo de las patrullas de la Policía Local y Nacional que estaban de servicio y que colaboraron en la localización de subsaharianos y en su guía hacia el centro de estancia temporal.
Por el camino se repetían las escenas ya muchas veces vistas pero, quizá, algo olvidadas ante esa calma contenida que se registraba en el entorno del vallado desde hacía meses. Jóvenes corriendo, gritando ‘Boza’, despojándose de sus ropas. Y trabajadores que acudían a sus centros laborales, empleados de la limpieza, militares haciendo deporte o vecinos de Benzú que se despertaban encontrándose a inmigrantes desorientados a los que sacaban alimento y otros heridos a los que intentaban ayudar. Era un panorama al que más de uno está habituado en Ceuta pero que había tardado en repetirse debido a las políticas de bloqueo casi inviolables establecidas en la Frontera Sur de Europa. Marruecos levanta vallas, coloca concertinas, ha recibido importantes montantes económicos para constituir todo un fortín en Beliones y en las faldas de Berrocal. Aún así los inmigrantes se habían ido concentrando en la zona de la Mujer Muerta para cruzar a Ceuta atravesando el pueblo de Beliones, en donde no hay fortines, ni vallas que los detengan. Las circunstancias en que se encuentran estas personas al otro lado de la frontera lleva a entradas extremas como las de este viernes.
Poco a poco los subsaharianos llegaban en grupos hasta el CETI, subiendo la carretera del Jaral escoltados por unidades de la Policía a las que iban acoplándose los GRS. Se activaba después a la Cruz Roja. A las puertas del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes los vigilantes contenían a todos los recién llegados, sacando mangueras de agua porque muchos de ellos se quejaban de esos picores en los ojos. Poco a poco fueron coordinando la entrada de todos ellos, los 155, en un CETI que ahora supera los 600 residentes y en el que no se ha tenido que montar tiendas de campaña porque tenía varias plazas libres al no haberse producido en muchos meses entradas pero sí haberse registrado salidas a la Península.Los recién llegados fueron recibidos por sus compatriotas, atendiendo la distribución y organización que se iba llevando a cabo contando con los trabajadores del centro. Gritos de euforia, saludos y abrazos marcaban la imagen de una entrada que chocaba con otras de destrozos, de piedras en el camino o de instalaciones destrozadas, así como la extensión de un malestar entre los componentes del Instituto Armado que indican que las entradas ya son siempre iguales, de esta manera. Y esa visión en el CETI, esas carreras en Ceuta... chocaban con la imagen de los 7 encaramados en la valla.
Rezaban, gritaban ‘España, España’, también se dirigían a los ‘amigos’, es decir, a aquellas personas que desde Benzú contemplaban esas imágenes de cuerpos tendidos sobre la alambrada mientras guardias civiles y agentes marroquíes los controlaban a pie de tierra o en el mar.
Los rezos y súplicas a Dios, al de todos, se escuchaban, así como los gemidos y los gritos ya roncos de siete jóvenes que habían elegido sortear el espigón, subir la valla y quedarse en la cima, dando la espalda al Marruecos del que querían huir y la mirada a una Ceuta imposible.
Sus compatriotas, la amplia mayoría de Guinea Conakry, había corrido, había ganado al reloj y a la activación de los GRS. Ellos se habían quedado allí, con las concertinas que quiere quitar Marlaska de compañeras. Mirándose unos a otros, todos sobre el espigón, manteniéndose firmes creyendo que el tiempo también jugaría a su favor. Pero ya no lo hace. Desde que el PSOE garantizó la legalidad de unas devoluciones en caliente que criticaba cuando las ejercía el PP en el Gobierno, cualquier persona que queda encaramada en la valla es instada a bajar a suelo sí o sí para su entrega posterior a Marruecos.
Y así ocurrió. Durante aproximadamente más de dos horas estos siete jóvenes permanecieron sobre la valla. Algunos incluso se movían de lado a lado. Sorpresivamente, desde tierra, en el lado marroquí, apareció otro joven subsahariano que había quedado rezagado. Quiso subir a la valla para evitar su detención en una acción movida por el miedo y la sinrazón puesto que su futuro inmediato no era otro que la entrega al país del que había escapado.
Llegaron las grúas, las famosas cestas para subir hasta la cima de la valla y hacer descender a los subsaharianos. Ya en tierra, custodiados por la Guardia Civil, fueron entregados a Marruecos. Los medios de comunicación, los vecinos de Benzú e incluso algunos curiosos fueron testigos de unas devoluciones en caliente que no se esconden puesto que el mismo Gobierno del PSOE las avala.
Curiosamente con las grabaciones efectuadas y las imágenes publicadas, llegaría la nota sorprendente en forma de declaración en Madrid, al término del Consejo de Ministros de los viernes. La portavoz del Gobierno en funciones, Isabel Celaá, no confirmó ante los periodistas esa devolución a Marruecos argumentando que lo desconocía aun cuando desde la Delegación del Gobierno se informaba a Madrid constantemente de lo que sucedía en Ceuta. Aún así, declaró que se atrevía a pensar que “no ha sido así”, en alusión a que esas devoluciones no se habían producido.
“No puedo confirmar la cuestión, porque los desconozco y además me atrevo a pensar que no ha sido así”, fue su respuesta de Celaá, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
La portavoz del Ejecutivo también se refirió a las críticas que han surgido desde la oposición en las que señalaban el salto de Ceuta como una consecuencia de sus políticas migratorias. Para Celaá no hay efecto llamada y recordó que las cifras de migrantes que entran de esta forma en España se ha reducido. “Más que efecto llamada, lo que hemos venido a hacer este año es reducir las entradas en mas de un 45%”, apuntó, antes de lamentar que la oposición se dedique “a esperar este salto para hacer este tipo de crítica política” que, a su juicio, “no tiene cabida”. Por su parte, el presidente del PP, Pablo Casado, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, expresaron su apoyo a los once agentes de la Guardia Civil. También el presidente de Vox, Santiago Abascal, exigió una mayor defensa de las fronteras y más dotación a los agentes.
El presidente Juan Vivas quiso poner de manifiesto, en nombre del Gobierno de la Ciudad, su más absoluto rechazo a la actitud, “violenta y agresiva contra la Guardia Civil”, mostrando su solidaridad con los agentes “víctimas de estas agresiones”, reiterando el reconocimiento, una vez más, “a la labor que tanto la Guardia Civil como el resto de Fuerzas de Seguridad llevan a cabo en la frontera para defender nuestra integridad territorial en unas condiciones de extrema dificultad y precariedad de medios”.
Por último, Juan Vivas reafirmó que el Gobierno de la Ciudad apoyará cualquier medida e iniciativa que se lleve a cabo por parte del Gobierno de la Nación para rechazar a quien ha accedido a la ciudad utilizando la violencia, como ya ocurrió en agosto del pasado año.
Un mensaje claro con el que la institución municipal defiende cualquier medida que se lleve a cabo desde Madrid, como también, fuentes oficiosas indicaron a este medio, estaba ya reclamando que se llevaran a cabo desde la propia Delegación del Gobierno.
Marruecos asumió la entrega de cada uno de los encaramados procediendo a su detención.
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