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“Pasábamos más horas con los compañeros que con las novias”

Benjamín, Juan de Dios y José Ignacio están estos días en una nube. Son tres de las catorce personas que han obtenido una plaza de bombero, y con los que ayer habló ‘El Faro’ sobre el final de una experiencia llena de tensión y nervios.

Es el comienzo de una vida “completamente diferente”, como aseguraba Benjamín. A pesar de su nombre, es el más veterano de los tres. En el camino, muchos recuerdos, especialmente para quienes se han quedado a las puertas y ya se habían convertido en amigos.
Pepa. Este es el nombre de la camarera de la cafetería en la que, durante dos años, varios de los nuevos bomberos han forjado amistad mientras se preparaban las pruebas teóricas de las oposiciones, las que han llegado a realizar la última criba. Es una de las personas de las que se acuerdan los que han superado las pruebas, y los que no, porque ahí han pasado sus ratos de desahogo. Aunque de quien más se acuerdan es de sus novias, las más ‘perjudicadas’ por la preparación a la que han tenido que someterse: entre diez y doce horas al día, de las cuáles al menos ocho eran de estudio para la teórica. “Son las que nos han aguantado”, explica Benjamín Arrazola, de 36 años, que ha llegado por fin a cumplir uno de sus sueños. “Era ingeniero industrial, y me hubiera gustado meterme en algún cuerpo de este estilo en bomberos, pero no había en Ceuta”, comenta. Respecto al calvario de sus respectivas, los otros futuros bomberos coinciden.  “Iba a casa para comer, cenar y dormir”, explica Juan de Dios Ortega Serrán, 26 años, quien obtuvo el noveno puesto de los catorce. José Ignacio Segura Suárez, de 25, aún tenía más motivos para quejarse: “Nosotros no vivimos juntos, así que sólo nos veíamos de fin de semana en fin de semana. Desde luego, si no nos han dejado por esto ya no nos dejan nunca”.
Y las madres. Ellas también han tenido que aguantarlos. Y los padres, que no solo son las progenitoras quienes se afanan en apoyarles. La familia, en definitiva, pierde tiempo y casi se olvida de las caras de los opositores. Por eso, el tiempo que han pasado preparando las oposiciones en compañía ha creado unos vínculos fuertes. “Al final pasas tanto tiempo con ellos que haces amigos”, . “Es normal, tienes que apoyarte en ellos, les cuentas tus problemas”, dice Segura. De lunes a sábado y algún domingo, desde hace dos años el que menos, han coincidido en las máquinas del gimnasio primero y en los bancos de la biblioteca después, para estudiar una prueba teórica que este año era más dura que nunca. “Fueron muchas más horas estudiando”, señala Arrazola, que tuvo que desempolvar sus viejas costumbres estudiantiles de su época de universitario que estudiaba Ingeniería Industrial.
“Yo al menos me lo preparaba en la biblioteca porque en casa no estudio”. dice Segura, cuyo parecer es compartido, en mayor o menor medida, por sus dos compañeros con los que, de aquí a unos meses, compartirá trabajo. “Estudiar en la biblioteca sirve, porque te ayudan los otros. En las oposiciones somos rivales, pero nos ayudamos. Por ejemplo, el día en que no tenemos muchas ganas, llega otro compañero y te anima”, comenta Segura. Juan de Dios Ortega, por su parte, destaca el ‘fair play’ entre los opositores. “Es muy importante reseñar que no ha habido ninguna puñalada, ni nada. Más bien al contrario”, añade. Muestra de este ambiente la da Segura, al repetir varias veces que le quedan “un par de espinitas clavadas”. Muestra han dado también quienes se han quedado a las puertas y han tenido a bien llamarles para darles la enhorabuena a pesar del mal trago.
Todos ellos luchaban por lo que ha sido su sueño desde hace tiempo. Por ejemplo Ortega y Segura no pudieron presentarse a las anteriores oposiciones por carecer de la edad suficiente para obtener el permiso de conducción de camión, 21 años.
Eso le permitió a alguno trabar amistad con bomberos, quienes les han asesorado en el temario con las dudas. “Especialmente tenemos que recordar a Marco Antonio Navas, que estaba dando clases a los opositores, y se suspendieron tras su fallecimiento”, reconoce Ortega, que comenzó a prepararse desde que concluyeron las anteriores oposiciones en el Club los Delfines, al que han acudido estos tres opositores bajo la batuta de Alfonso Lozano, famoso por su exigencia, y con el que se sienten agradecidos. No en vano, la mayoría de quienes han pasado entrenaban allí. Aunque otros lo hacían en el Atheneo, de donde han salido dos nuevos bomberos.

Y ahora, ¿qué?
“Parece mentira, pero tengo ganas de trabajar. Quiero experimentar ya lo de apagar algún incendio, por ejemplo”. Las ganas de Segura por comenzar son compartidas por sus dos compañeros, aunque con un poco menos de entusiasmo, que prefieren descansar un poco antes de comenzar a trabajar. Tienen la plaza, y no tienen prisas, pero necesitan comenzar. Juan de Dios Ortega, con la noticia aún reciente, dice que no se lo creerá hasta que se vea con el  uniforme.
“Supongo que empezaremos en septiembre, pero puede que sea más tarde. Tampoco nos agobia, ahora es el tiempo para estar con nuestras novias, disfrutarlo, tomar unas pequeñas vacaciones aquí y fuera”, asegura Benjamín Arrazola. “Es un cambio radical de vida, ahora seremos bomberos, tendremos estabilidad en el trabajo”, añade. Por eso se muestra calmado.
Más ajetreo tendrá José Ignacio Segura, que empezó Magisterio y quiere continuar con los estudios. “Ahora no intentaré sacar a curso por año, pero a ver si en septiembre saco dos al menos”.
Reconocen que han tenido un poco de suerte al no haberse lesionado, aunque, según Ortega, “hay que saber entrenar con cuidado y estar al 100% durante los días de las pruebas, y no superar tus límites”. Ya ha habido algún caso de lesiones a lo largo de las pruebas físicas.
De ser bomberos, dicen que les atrae el oficio en sí. “Es muy agradecido cuando rescatas a alguien, o cuando apagas un fuego. Se trata de un trabajo útil y en el que ves resultados”, comenta Arrazola. Y ellos mismos son los primeros que saben que el estudio no acaba aquí. “Supongo que tendremos que formarnos continuamente para hacer bien nuestro trabajo”, opina Segura.
También saben que tendrán que esforzarse, que Ceuta tiene menos bomberos de los que necesitaría, y que muchos de ellos, a partir de cierta edad, pasan a segunda actividad. “Esperamos ayudar al cuerpo porque hace falta más personal, y ahora tienen mucha carga de trabajo quienes están. Nosotros podemos ayudar en ese aspecto”, concluyen.

 

 

Las pruebas, una a una

En todas oposiciones hay pruebas más duras que otra, que ‘echan’ a más gente que otra. Con sus partes positivas y sus partes negativas, estos tres opositores dieron un repaso a lo que han vivido desde que comenzaron las pruebas físicas, de las que destacan su dureza. “Tienes que ser un atleta completo, o no las pasas”, dice Benjamín Arrazola.

1.La torre, comienzo suave
La primera de las pruebas sólo eliminó a un aspirante. Subir la torre de entrenamiento del Parque de Bomberos fue muy sencillo, y sólo una mala caída dejó atrás a un aspirante.

2.Escalera, sin problemas
De no ser que uno tuviera vértigo, subir la escalera de bomberos es fácil. Además, tanto esta prueba como la anterior contaron  con la posibilidad de entrenamiento previo en el mismo parque

3.Press de banca, ¿más peso?
“Si hubieran puesto cuarenta kilos habría sido otra cosa, pero es la prueba en la que han sacado más dieces de todas”, asegura José Ignacio Segura. Después de años de gimnasio, pocas cosas hay tan fáciles como levantar peso.

4.La técnica del balón
Lanzar el balón medicinal es complicado, no sólo por la fuerza, sino por la técnica. “Ahí cayeron muchos de fuera, porque es una prueba que no se hace en otras oposiciones”, explica Juan de Dios Ortega. Además, en Ceuta se usa uno de 5 kilos, más pesado de lo normal

5.Trepar la cuerda, temida
“Es una de las dos pruebas reina”, opina Segura. Es la más temida, por la técnica que requiere. Una persona muy corpulenta no podrá pasarla, levantar el peso de uno mismo requiere, además de fuerza, una masa corporal equilibrada. Precisamente, ahí terminaron cayendo las últimas mujeres que seguían vivas en la oposición.

6. Nadar, problema técnico
Para muchos, la natación era una prueba difícil por su técnica. Por ello, a la hora de prepararse, tuvieron un preparador especial que les enseñó a enfrentarse a esta prueba. “Era muy fácil sacar un cinco, pero muy complicado tener buena nota”, dice Segura. “Es un tiempo de competición el que pedían para el 10”, añade.

7.50 metros y relojes
Esta es una de las pruebas en la que más tensión pasaron los opositores, según confiesan. “No había aparatos electrónicos de medición, y en un segundo estaban todas las notas del aprobado al 10. Puede que hubiera sido muy difícil obtener un equipamiento más moderno, pero tres jueces midiendo un tiempo serían más exacto que uno”, opina Ortega.

8.Las pistas y el 1.500
De esta prueba se quejan del recorrido. Un circuito en asfalto, con curvas de noventa grados, y con alcantarillas de por medio. “Haría falta una pista de atletismo”, dice Arrazola. “Por lo menos, nosotros entrenábamos ahí y lo conocíamos. Era peor para los de fuera”, opina segura.

9.La teoría, el fin
“Cuando acabé el examen, me puse a llorar por fin”, reconoce José Ignacio Segura. La prueba fue dura, y echó de las oposiciones a algunos de los más brillantes en lo físico. Tan nervioso estaba que, cuando ya se enteró de que seguramente sería bombero, el martes, llamó a su madre y ella tuvo que calmarle. “Me dijo que cuidado, que aún no estaban los resultados oficiales. Pero tenía fe”.

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