Dos parejas de cigüeñas que decidieron no migrar. Es el efecto del cambio climático en esta especie en Ceuta. Los cuatro ejemplares están establecidas en la mezquita de Sidi Embarek y en otra localizada en la barriada del Príncipe. La subida de temperaturas es lo que les ha llevado a dejar atrás sus rutas migratorias y a asentarse en la ciudad caballa.
La llegada del cambio climático ha cambiado el modo de vida de muchas especies del planeta, entre ellas, las cigüeñas. Cada vez son más los ejemplares que deciden invernar en España y, por tanto, las aves sedentarias también conocidas como “residentes”.
Joaquín López, presidente de SEO Ceuta, corrobora que el número de ejemplares que deciden establecerse aumenta. “Si encuentran buenas condiciones de clima y alimento en abundancia en la zona en la que habitan deciden no correr el riesgo que conlleva una migración y el esfuerzo de recorrer muchos kilómetros”, explica. Las cuatro cigüeñas que viven en Ceuta ya no migran y pasan el invierno en la ciudad.
La subida de las temperaturas no solo provoca que algunas cigüeñas se conviertan en ejemplares sedentarios. Estas condiciones transforman las rutas habituales de las aves migratorias y, cada vez más, tienden a volar hasta aterrizar en zonas más situadas al norte.
“De hecho, en Ceuta, está el caso del escribano sahariano que cada vez más gana territorio hacia el norte. Ya está totalmente establecido en la ciudad y algunos ejemplares han pasado al sur de la Península Ibérica”, explica.
La cigüeña, a pesar del reto que enfrenta actualmente, tiene facilidad para adaptarse a los cambios. Asimismo, cuenta con la ventaja de ser una especie muy habituada al ser humano por lo que saben sobrellevar las consecuencias derivadas del cambio climático.
Un mayor ascenso en las temperaturas podría provocar finalmente que estas aves migren en verano más hacia el norte, lo que supone que Ceuta se convertiría en una zona para pasar el invierno y dejaría de ser el lugar en el que se reproducen. Esta especie al no tener dificultades para adaptarse no necesita de medidas ni intervención humana de apoyo frente al cambio climático. Así lo señala López, quien asegura que “la vida salvaje evoluciona de forma natural”.
Si se tratase de un ave en peligro de extinción, sí sería razonable aplicar una serie de modificaciones para lograr que se haga a la nueva situación. “Lo que sí tiene que hacer el humano es respetar sus hábitats. Por ejemplo, evitando destruir sus zonas de edificación y de alimentación. Hay que proteger su entorno”.
No solo dejan de realizar estos trayectos. El cambio climático también hace que cada vez más estas aves hagan una ruta mucho más corta, un fenómeno que se da sobre todo en los ejemplares adultos ya que son los más jóvenes los que suelen hacer migraciones más dispersas.
“Los inviernos son cada vez más suaves, por lo que estas aves no necesitan hacer muchos kilómetros. Por ejemplo, una cigüeña de Alemania o de Suiza, si allí todavía hace frío, no tiene que viajar hasta el Sáhara ni hasta Marruecos, sino con quedarse en el sur de España ya es suficiente para ella. Ya tienen una temperatura suficientemente buena para poder pasar el invierno y no necesitan cruzar el Estrecho”.
La cigüeña se ha adaptado en los últimos años a la ciudad y sabe encontrar en ella sus recursos. Muchos ejemplares acuden a zonas húmedas de las urbes para alimentarse e incluso a los vertederos. Sin embargo, otras especies no corren la misma suerte. Un ejemplo es el gorrión, que, ante la falta o destrucción de zonas verdes, pierde su hogar. “Estos ejemplares sí sufren una clara regresión, un problema que a largo plazo puede llevarlos a la extinción”.
Se calcula que más de un 80% de las poblaciones de cigüeñas adultas de España y centroeuropa deciden acortar su viaje migratorio e invernar en territorio español.
Cada vez más coronan el cielo de las ciudades. Las cigüeñas están destinadas a convivir con el ser humano en las alturas de iglesias y mezquitas.
La ciudad caballa es un punto geográfico privilegiado para la observación de aves. Así lo destaca el presidente de SEO Ceuta, Joaquín López, donde asegura que se pueden avistar un amplio abanico de especies. Las cigüeñas son de las primeras en comenzar la migración.
Estas empiezan su viaje en enero y en febrero pasan por el Estrecho el grueso de los ejemplares que migran. Tienen una esperanza de vida situada entre los ocho y los diez años.
Sin embargo, pueden alcanzar como máximo los 30 años de edad en algunos casos. Los ejemplares adultos tienen un índice bajo de mortalidad en comparación con las crías, que normalmente se enfrentan en sus primeros años a la dificultad de sobrevivir.
El mes de marzo Ceuta recibe la visita de numerosas aves como las rapaces y planeadoras. Los primeros en llegar a la ciudad caballa serán los milanos negros y le seguirán las culebreras. Los buitres sobrevolarán la zona a finales del mes de abril y principios de mayo.
Otras especies que surcarán los cielos de la ciudad son las águilas calzadas, los alimoches y los abejeros.
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