Según detalló la prensa local y otros medios como el diario El Mundo, el Gobierno de Ceuta, al comenzar noviembre, solicitó autorización para decretar el confinamiento domiciliario de la Ciudad ante la imposibilidad de controlar una transmisión comunitaria sostenida, y ante la falta de cumplimiento de las normas sanitarias en una parte de la población. Se explicó que la tasa de contagios en esa fecha seguía superando los 900 casos por cada 100.000 habitantes, el cuarto peor dato de España entonces. A esta fecha la situación es mucho peor.
Sin embargo, los responsables políticos no deberían hablar de confinamiento domiciliario cuando se reconoce explícitamente que una parte de la población –localizada habría que añadir- no cumple las normas sanitarias. En vez de encerrar a miles de inocentes en sus casas, sería preciso actuar con los no cumplidores y, en todo caso, aislar las zonas que no atienden las directrices. Y desde luego, antes de ese confinamiento domiciliario masivo, exigir al Gobierno que tiene las competencias en materia sanitaria que dote al hospital de más plazas de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y de los especialistas precisos, junto a todas las reivindicaciones incumplidas de los profesionales sanitarios de Ceuta y del mismo Colegio de Médicos.
Y es preciso tener en cuenta que esa medida del confinamiento domiciliario, supone el cierre de los comercios porque sus clientes permanecerían en sus casas. Y bastantes problemas hay en Ceuta como para privar a los citados comercios no esenciales de sus clientes. Incluso obligar a dichos establecimientos no esenciales a cerrar a las 18:00 horas, es privarles en la práctica de media jornada. Ello supondría más paro, más ERTES y más ruina, todo porque una parte de la población en zonas del centro o en barriadas no cumple las normas, ni se les obliga a cumplirlas por los Gobiernos central y local. Porque desde luego nada se dice de compensaciones por alquileres, personal, gastos generales y otros conceptos a los comercios y restauración.
Además, el ciudadano está asistiendo asombrado a un cruce de datos que generan dudas respecto a las cifras de la pandemia en Ceuta. Por lo visto, el Ministerio de Sanidad tiene en cuenta también aportaciones de los laboratorios privados, mientras que el Instituto Nacional de Gestión Sanitaia (Ingesa), no contabiliza estos últimos, discrepando también en los datos de la saturada UCI y añadiendo que el número de curados se facilita con retraso. No obstante, El Faro de Ceuta publicó en su número del 20 de octubre pasado una estadística de contagiados por barrios de la ciudad que es fácilmente inteligible para todos y que merece una actualización, aunque faltarían aclaraciones sobre lo que se entiende por Centro y otros conceptos.
El resumen debe ser que resulta imprescindible aplicar las medidas por igual a todos y exigir el cumplimiento general, antes de tomar decisiones generalistas como el confinamiento domiciliario o cierre parcial o total de comercios no esenciales, porque ello afectaría gravemente a la vida ciudadana y económica de Ceuta, perjudicando también su imagen en el exterior y la del Gobierno central que es el responsable de una política sanitaria ineficaz en las únicas dos ciudades que controla directamente.
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