Desde la creación del Palomar Central de Guadalajara, el 17 de Enero de 1879, hasta la clausura del Servicio de Palomas Mensajeras, el 28 de Marzo de 2008, el Ejército español incluyó los principios de la colombofilia entre sus servicios de comunicación, al igual que muchos otros Ejércitos. En esos 129 años de historia los servicios colombófilos fueron siempre organizados y desarrollados por los Ingenieros. Así en 1920 se decidió que el Palomar de Guadalajara, perdiese su condición de Central por el de El Pardo, controlado por el Regimiento de Telégrafos, alma mater del actual Regimiento de Transmisiones 21 (RETES 21).
Una Real Orden publicada el 21 de Julio de 1923 sacó a la luz el “Reglamento para el Servicio de Comunicaciones por Palomas Mensajeras”. Sin embargo, allí no se especificó nada para el territorio del Protectorado, básicamente porque la guerra en el norte de África estaba todavía en pleno curso.
Sobre palomas mensajeras se conserva documentación en el Archivo Intermedio Militar de Ceuta. Dentro del fondo del Cuartel General del Ejército del Norte de África, en la Sección 2ª de Asuntos, Subsección 10ª de Organización, existen más de dos decenas de expedientes bajo el título de palomas mensajeras. Entre éstos sobresale el expediente de la organización del Servicio Colombófilo en Marruecos de 1929, firmada por el Capitán Pedro Prieto Rincón, propuesta una vez finalizada la guerra del Protectorado.
También se conserva en el Archivo un pequeño libro, “Manual del soldado palomero”, salido de la Imprenta Militar del Regimiento de Telégrafos de El Pardo con
fecha de 1928. Que sepamos se trata de la única copia existente, pues en el conjunto de las Bibliotecas Histórico Militares no figura entre sus catálogos. Tampoco se conserva copia en la Biblioteca Nacional. Bajo tan inocente título se recoge una excelente introducción a la colombofilia, donde se dan instrucciones precisas acerca del entrenamiento o la alimentación de las palomas, así como el acondicionamiento específico de los palomares. El autor del libro es el mismo Capitán Pedro Prieto Rincón, junto al Teniente Víctor Malagrava Cardona.
A partir de una Real Orden de 19 de Noviembre de 1928 se creó el Servicio Colombófilo en Marruecos. Este hecho supuso que el control de las palomas mensajeras pasara de la Aviación desplazada al Protectorado, a depender orgánicamente del Regimiento de Telégrafos de El Pardo. Cambiará la vinculación orgánica, pero no la función, ya que la Aviación continuaría siendo el principal usuario del servicio de palomas mensajeras, llevando ejemplares frecuentemente en los vuelos, «el servicio de aviación, necesita en todos sus viajes, tanto al interior como en los marítimos, llevar en los aparatos palomas mensajeras, con las que poder enviar en caso de accidente, rápida noticia a su base».
El expediente está archivado como una propuesta del Capitán, que se pasa al Ministerio de Guerra para su estudio. Según el Plan de 15 de Febrero de 1929, firmado por el Capitán Pedro Prieto Rincón se disponían seis emplazamientos para los palomares. El primero radicaba en el aeródromo de Tauima, dando servicio también a la base de hidroaviones del Atalayón, contando con unas 300 palomas mensajeras. El segundo palomar debía cubrir el área de Tetuán, atendiendo especialmente al aeródromo de Sania Ramell con otras 300 palomas mensajeras. En tercer lugar, se cubría el área de Larache y sobre todo su respectivo aeródromo de Auamara, contando con 200 ejemplares. En cuarto lugar, se preveía un palomar en el futuro aeródromo Herráiz a orillas del río Neckor en el corazón del Rif, previendo destinar allí otras 200 palomas mensajeras. Éste último aeródromo no llegaría nunca a consolidarse, más allá de ser una pista de aterrizaje provisional. El radio de acción de estos palomares sería de 300 kilómetros.
Mientras tanto suponemos que también había palomares militares en los territorios de soberanía de Ceuta y en Melilla.
Volviendo al ámbito del Protectorado, en un principio solo funcionaba el palomar de Tauima. Sin embargo, el Capitán Prieto no se mostraba satisfecho con el estado de las instalaciones, solicitando que se creara un palomar nuevo con todos los utensilios necesarios, tasando su coste total en unas 8.000 pesetas.
Respecto a Tetuán habría que crear un palomar nuevo, partiendo del regalo de un miembro de la Real Sociedad Colombófila de Cataluña, José Fernández Calzada, quien entregó doce pares de palomas de buenas condiciones. Por aquel entonces, las palomas mensajeras ya alcanzaban un alto precio entre los ávidos colombófilos que destinaban las palomas a concursos, por lo que no cabe desdeñar la cuantía del regalo.
En cuanto a Larache, se especifica que su Comandante General, Emilio Mola Vidal «tiene un palomar, creado y cultivado por él personalmente», contando con 40 ejemplares. Poco se conoce sobre la faceta personal de Mola como colombófilo, sin duda atraído por las posibilidades de un medio de comunicación realmente rápido, que facilitaba una clara ventaja estratégica. El palomar de Mola se consideraba un núcleo de especial interés, por sus posibilidades de futura comunicación con las Islas Canarias, con mayor probabilidad de éxito, que desde cualquier otro punto del Protectorado o la Península. El Capitán especifica en un informe de Enero de 1929 que «a Larache y por deseo del Señor General Mola, se enviaron el pasado año seis pares de mensajeras, procedentes del palomar Central de Guadalajara. Además el Señor General Mola adquirió otros ejemplares del palomar de remonta de la Real Sociedad Colombófila de Cataluña y con tales elementos y su cría, puede comenzarse el entrenamiento, ahora que es el momento más favorable para ello, si las condiciones del palomar y el desarrollo de su reproducción lo permiten, cosa que me propongo ver en el próximo viaje que he de hacer a Larache».
Aparte de los palomares fijos, se contaría con dos palomares móviles con 60 palomas cada una. El palomar móvil nº 2 cubriría la zona Ceuta-Tetuán, mientras que el palomar móvil nº 6 se encargaría de la zona de Melilla. Ambos tendrían un radio máximo de alcance de cuarenta kilómetros.
Para todo el servicio se calculaba la necesidad de dos Sargentos, cuatro Cabos y ocho Soldados, siendo todos ellos de Ingenieros, pudiendo contar con el auxilio en los aeródromos de soldados de Aviación. Todo el personal fijo debería proceder del Servicio Colombófilo del Regimiento de Telégrafos y estar bajo el mando de un Teniente de Ingenieros. En este aspecto el propio Capitán Prieto subraya la influencia de la organización colombófila de Argelia y del Marruecos francés, obra del Capitán Colombí.
Otro aspecto que contemplaba el plan del Capitán Pedro Prieto era el control de los palomares civiles, ante la necesidad de censar y controlar su actividad, con la clara intención de evitar pérdidas de palomas atraídas por palomares demasiado próximos.
Se conserva un completo plan de viajes, para determinar el entrenamiento de las palomas mensajeras de Tauima, estableciéndose rutas en las que las palomas debían retornar desde distintos puntos kilométricos, como base de un entrenamiento continuo de las aves.
También se conserva un detallado presupuesto con el gasto del mantenimiento del palomar fijo de Tauima, ascendiendo a un monto total de 3.000 pesetas su gasto anual. La alberja constituía con 2250 kilos anuales, el centro de la alimentación de las palomas; a las que también se destinaron 250 kilos de trigo. El resto del presupuesto lo consumían los jornales para la tropa destinada al servicio, así como el mantenimiento de los palomares, incluidos todos los utensilios necesarios (comederos, bebederos o cazuelas de nido), así como material específicamente colombófilo (por ejemplo, anillas para sujetar los mensajes o colombogramas en las patas).
A partir de los informes de 1929 del Capitán Pedro Prieto Rincón hay un vacío de información en el Archivo. Prácticamente hay que esperar a los años cuarenta, para volver a tener información sobre palomas mensajeras. Probablemente los planes del Capitán Prieto nunca se cumplieron ni por asomo en su integridad. El aeródromo de Herráiz en el Rif, como ya comentamos, no se consolidó. También se desconoce cualquier actividad de los palomares móviles o de personal destinado a los mismos, por lo que deberíamos preguntarnos, si realmente llegaron a actuar en el Protectorado. Aparte de la actividad colombófila de Mola en Larache, nos quedan los aeródromos de Tauima, donde actuó Prieto, y el de Sania Ramell, sobre los que no conservamos documentación, que nos enseñase la situación de los palomares dentro de la infraestructura de los aeródromos. La descripción detallada del meritorio trabajo del Capitán Prieto en Tauima, a lo largo de un expediente francamente interesante, es realmente de lo poco que podemos conocer con detalle.
Ya en el fondo de la Comandancia de Obras de Ceuta conservado en el Archivo Intermedio Militar de Ceuta, encontramos junto a un breve expediente personal no regulado del Capitán Prieto, una documentación muy interesante sobre los gastos del palomar en 1929 y la asignación recibida de 3.000 pesetas para su mantenimiento o según el argot de la época para su “entretenimiento”. También hay documentos que especifican que el Capitán Prieto era jefe delegado de la Comandancia de Ingenieros en Marruecos también en la circunscripción de Ceuta-Tetuán. Allí se conserva un oficio que reproducimos, que destaca por utilizar papel sellado del Regimiento de Telégrafos, figurando claramente el Servicio Colombófilo en Marruecos, bajo la torre que representa a los Ingenieros. Es muy probable que rastreando la documentación del Regimiento de Telégrafos de El Pardo, se encontrase más referencias al Servicio Colombófilo de Marruecos.
Concluyendo, queríamos destacar la existencia real, al menos entre finales de 1928 y claramente en 1929, del Servicio Colombófilo en Marruecos, que pretendía implantarse en el Protectorado, siempre con un servicio muy asociado a la Aviación por su vinculación con los aeródromos, y que tuvo una experiencia real y detallada en Tauima y muy probablemente en Sania Ramell. El plan o la propuesta del Capitán Pedro Prieto Rincón, experto colombófilo, seguramente quedó desechado, razón por la que quizá no conocemos ninguna documentación de los años treinta referentes a palomas mensajeras en el Protectorado.