Ayer me levanté con la triste noticia del fallecimiento de mi queridísima amiga Francisca Serrais Benavente, Pakiki para las personas más cercanas. Por desgracia, el anuncio de su muerte era algo que esperábamos de un momento a otro. Llevaba luchando desde hace un año y medio contra un proceso tumoral que al final ha acabado con su vida. Una vida que merece la calificación de digna, plena y rica. Nuestros caminos se cruzaron a finales de los años noventa. Por distintos motivos coincidimos en aquellas fechas un grupo de ceutíes que, recién terminados los estudios universitarios, regresamos a nuestra tierra para desarrollar nuestras respectivas trayectorias profesionales. Dos de estos ceutíes de la diáspora universitaria éramos Óscar y yo. Ambos ingresamos en el Instituto de Estudios Ceutíes en el año 1997 y en una de sus reuniones nos conocimos. Congeniamos desde el primer momento y al poco de conocernos me comentó que su mujer, Pakiki, era profesora de dibujo en Canarias y que estaba haciendo todo lo posible para lograr el traslado de su puesto de trabajo a un centro educativo de Ceuta. Tanto Óscar como Pakiki tenían claro que su futuro estaba en la ciudad que les vio nacer y crecer. Ceuta era y es un paraíso para los amantes del mar y las criaturas que la habitan. Se puede decir que el medio predilecto de esta pareja de amigos ha sido el agua, principalmente la marina.
No recuerdo el momento exacto en el que Pakiki y yo conocimos. Calculo que sería el año 1998. Por aquel entonces Óscar y yo iniciamos nuestra colaboración en iniciativas como la organización de las jornadas del mar de Ceuta, bajo el paraguas del Instituto de Estudios Ceutíes. Mientras tanto Silvia y yo trabajábamos sin parar en la realización de intervenciones arqueológicas en la ciudad y poco tiempo después, a principios de otoño de 1999, Óscar y yo comenzamos a trabajar juntos como asesores de patrimonio natural y cultural, respectivamente, en la Consejería de Cultura y Patrimonio de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Fue una etapa breve, pero muy fructífera, en la que iniciamos muchos proyectos interesantes y pusimos las bases de una gestión profesional en el campo del patrimonio natural y cultural.
Nuestro paso por la Consejería de Cultura reforzó aún más nuestra amistad, a la que se unieron Pakiki y Silvia, además de amigos como Paco Pereila y Álvaro García. Juntos decidimos dar un paso adelante en la defensa, investigación y difusión del patrimonio natural y cultural de Ceuta con la constitución de la asociación Septem Nostra. En el reparto de funciones todos tuvimos claro que la persona indicada era Pakiki. Nuestra querida Pakiki tenía, entre otras muchas virtudes, el orden, la perseverancia y el gusto por el trabajo bien hecho. Todas estas cualidades eran fundamentales para gestionar una entidad y para emprender proyectos en el complejo mundo de la burocracia europea. Fue Pakiki la encargada de organización los primeros cursos Comenius sobre patrimonio cultural integrado en Ceuta y la máxima responsable del proyecto Grundtvig dedicado al patrimonio cultural y la educación de adultos. Se puede decir que hicimos un buen equipo, ella luchando contra la burocracia y coordinando a los distintos socios del proyecto, y el resto de los miembros de la asociación emprendiendo las distintas acciones a las que nos comprometimos con la Unión Europea.
De manera paralela, desde Septem Nostra tuvimos unos años de mucho trabajo presentando alegaciones a muchos proyectos que amenazaban con desfigurar los paisajes terrestres y marinos de Ceuta, como el intento de urbanizar buena parte de las laderas del Monte Hacho. Fueron años, como digo, de muchos declaraciones públicas y escritos de denuncia ante la Ciudad Autónoma de Ceuta, el Ministerio de Cultura o la Unión Europea. No hemos dejado de hacerlo en estos cerca de veinte años de actividad de Septem Nostra. No obstante, otros proyectos como la fundación Museo del Mar fueron atrayendo la atención y el esfuerzo de Óscar y Pakiki. Sin duda no es fácil poner en marcha una fundación y gestionarla de manera adecuada y en esta labor, de nuevo, Pakiki ha demostrado en todos estos años su talento y su valía.
Sin tomar conciencia de ellos, nuestra propia evolución personal nos condujo a mí, por un lado; y a Óscar y Pakiki, por otro, a explorar la naturaleza de Ceuta y el entorno nortefricano con otros ojos. Si bien en mi caso yo me he limitado a los estrechos límites de Ceuta como marco de mis escritos sobre el espíritu del lugar, Pakiki y Óscar han extendido su ámbito de estudio y exploración hasta las costas del Sahara. El fruto tangible de estas excursiones han sido dos obras de referencias en el conocimiento y disfrute del patrimonio natural y cultural del norte de Marruecos, como el libro “senderismo y naturaleza en el Parque Nacional de Talassemtane” o la impresionante guía “Marruecos. El litoral para viajeros inquietos”, escrita por Pakiki, junto a Óscar y Paco Pereila. Ella ha sido la encargada de la compleja y paciente tarea de componer estos libros y pulirlos hasta el más mínimo detalle. Pakiki ha demostrado en ambas obras su extraordinario don para captar los paisajes, describirlos con rigor y explicar todo lo que hay que tener en cuenta para disfrutar de las excursiones y visitas que nos proponen en sus libros.
La naturaleza ha sido para Pakiki el más dulce de los bálsamos para su agitada alma. La temprana muerte de su padre, siendo ella muy joven, ha sido una pena que siempre arrastró como una pesada y penosa carga. Tengo el convencimiento de que, sin darse cuenta, en sus paseos por la naturaleza fue soltando lastre para dejar que su alma se elevara y así se reconciliara con la divinidad a la que no perdonaba que se llevara a su querido padre, todo un referente para ella. Pakiki y Óscar, acompañados por sus queridos perros Amán y Agrom, ha compartido muchas experiencias significativas que les ha permitido unir sus almas para siempre. Los sentimientos de amor por la naturaleza han experimentado un proceso alquímico en el interior de Pakiki y Óscar para transformarse en una emoción capaz de trascender el tiempo y el espacio. Todo ello ha quedado grabado en el alma de Pakiki que, como las estrellas, se mueve ahora libremente por “los espacios de este otro cielo de ese otro cielo, el intelecto cósmico, el alma” (Walt Whitman). Imagino a Pakiki, como escribió Whitman, como “un alma pujante, indestructible, bogando para siempre por el espacio, visitando cada región como barco en el mar” convencido como estoy, al igual que el bueno de Walt, de “que la muerte no es el final, como se pensaba, sino más bien, el verdadero principio, y que nada se pierde o puede perderse jamás, ni alma ni materia”.
Henry David Thoreau, un referente para este pequeño grupo de trascendentalista ceutíes del que formaba parte Pakiki, se fue a los bosques “porque quería vivir deliberadamente, enfrentarse sólo a los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que vida tenía que enseñar, y para no descubrir, cuando tuviera que morir, que no había vivido”. Ella, junto a Óscar y sus perros, también emprendió esta búsqueda y este aprendizaje que les ha llevado a obtener importantes lecciones vitales y a saborear la vida. La tristeza aflige nuestros corazones por la pérdida de un ser tan querido, pero nos consuela tener el profundo convencimiento de que Pakiki ha vivido la vida y que nosotros hemos sido testigo de este proceso vital rico y trascendente. Se ha ido en paz, de esto estamos seguro su círculo más próximo. Las señales que nos han llegado son inequívocas.
Sabemos que ella sigue con nosotros, pero un plano en el que nuestros sentidos físicos no pueden penetran. Es necesario hacerlo con los ojos del corazón, como nos enseñó el gran maestro Ibn Arabi. El himma, el pensamiento del corazón en Ibn Irabi, es capaz de hacer reales estos seres que nos acompañan, como los ángeles, los demonios o los seres queridos que han pasado al mundo sutil. Para ello es necesario estar en situación de enthymesis, es decir, de desearlo ardientemente poniendo en este propósito toda nuestra fuerza vital, toda nuestra alma y todo nuestro corazón. Sé que Óscar posee esta mirada y que en la continuación de la labor que aún nos queda por delante Pakiki nos acompaña. Desde la nueva dimensión en la que en estos momentos se encuentra nos ayudará y dará aliento con esa fortaleza y valentía que ha demostrado a lo largo de su vida terrenal. Lo hará con todos los familiares y amigos que seguimos aquí, en el mundo sensible, y en estos momentos lloramos su pérdida. La tarea prosigue, el gran drama cósmico continua, y desde este momento contamos con el verso que ha escrito con su vida nuestra querida Pakiki. Descansa en paz, querida amiga.
Lah-ihadem-el Allar amigo Óscar, pakiki era una Gran persona, descanse paz
Quiero aprovechar para dar mi mas sentido pésame a Oscar y Nito, marido y hermano de Pakiki. Hace tiempo que nuestros caminos tomaron otros derroteros, pero nunca olvidaré los años que compartimos en nuestro Caballa.
Descanse en paz.