Colaboraciones

Padre Huidobro, jesuita y legionario

Fernando Huidobro Polanco nacia en Santander un día 10 de marzo de 1903, en el seno de una familia profundamente religiosa. A la edad de 5 años, se trasladó a la ciudad de Melilla con su familia, ya que su progenitor, José Huidobro y Ortiz de la Torre, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, se encontraba dirigiendo las obras del puerto de Melilla.

Allí en Melilla recibiría la Primera Comunión y a su regreso a Madrid en 1911, Fernando comienza los estudios de Bachillerato en el Colegio del Santo Ángel, obteniendo unas notas brillantísimas.

El 8 de diciembre de 1918, ingresaba en la Congregación Mariana, asociación laica cuyo origen se remonta al siglo XVI y que tiene su origen en los inicios de la Compañía de Jesus, donde profesaban una especial devoción a la Virgen.

Ingresaba en la Compañía de Jesús a la edad de 16 años, iniciando el noviciado el día 15 de octubre de 1919 en la ciudad de Granada.

De estatura mediana, delgado, casi ascético, tirando a rubio, con aspecto de intelectual usando gafas que le daban un aire de profesor universitario.

En la Compañía, comenzaría a desarrollar estudios de humanidades entre los años 1921‐1924; más tarde filosóficos entre los años 1924‐1927 en la ciudad de Granada, realizaría el Magisterio entre las localidades de Aranjuez y Madrid durante los años de 1927‐1930 y finalmente los estudios de Teología en Burgos entre los años 1930‐1932.

Viendo los acontecimientos políticos que se avecinaban en España, al ser disuelta la Orden de la Compañía de Jesús por el Gobierno de la República el 23 de enero de 1932, se exiliaba a Bélgica el 1 de febrero de 1932 trasladándose a la localidad de Marneffe. Posteriormente se traslada a Holanda siendo ordenado Diacono, celebrando su primer Santo Oficio el día 28 de agosto de 1933 en la ciudad de Walkenburg.

Se mostro siempre muy crítico con la República española por su política laica, por las manifestaciones de carácter anticlerical que se sucedían por todo el país, con quemas de iglesias, agresiones y asaltos a edificios religiosos.

"En otro de sus escritos, el P. Huidobro escribía apelaba a la caballerosidad y generosidad del pueblo español hacia el vencido sin odios ni venganzas, distribuyendo estos escritos a los oficiales y capellanes, lo que generó un fuerte revuelo por las denuncias del capellán, pero siguió en su empeño"

Continuaría sus estudios en la ciudad portuguesa de Braga, filosóficos en Berlín en 1934 y más tarde en Madrid en 1935. Posteriormente regresaría de nuevo a la ciudad teutona de Friburgo entre los años de 1935‐1936, donde en su universidad prepara su doctorado siendo discípulo del filósofo alemán Martin Heidegger, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX.

Al inicio de la guerra civil española, interrumpiría sus estudios dedicando su vida a una vocación sacerdotal con total entrega a los que sufrían, hacia los niños, pobres y obreros.

El día 30 de julio de 1936, escribiría una carta al Padre General de la Orden, Wlodomiro Ledóchowski, solicitándole autorización para ejercer el sagrado ministerio en España, pues piensa que el conflicto civil surgido a resulta de la aparición del Frente Popular surgido de las urnas en 1934, será largo. Una vez autorizado por los superiores de la Orden, regresa a España, llegando a la ciudad de Pamplona el 30 de agosto.

Tras solicitar una entrevista con los generales Franco y Yagüe, consigue ser nombrado capellán del Tercio, siendo dado de alta el 8 de septiembre de 1936 en la 4ª Bandera de La Legión, que se encontraba en Talavera de la Reina al mando del comandante D. José Vierna Trápaga, incorporándose a su destino el día 12 de septiembre.

Al poco de su incorporación, se le indicó debería llevar sobre la camisa legionaria la estrella del empleo de alférez, pero trató de excusarse con el pretexto de que su alistamiento era de legionario con una labor apostólica y vestir de oficial tal vez no estuviera en consonancia con la misión que se había impuesto. La orden del Comandante de la Bandera acabó con sus dudas.

Le pusieron a su servicio a un legionario, con la misión de que al páter no le faltase una colchoneta o jergón donde descansar, pero al amanecer comprobaba que el jesuita había dormido sobre el duro suelo o que su capote‐manta, se lo había dejado a un legionario que lo necesitara con gran disgusto del legionario Bravo, que acabo aburrido, dejando a su aire al capellán.

Los inicios de su ministerio no fueron nada fáciles para un jesuita que se preocupaba por los aspectos espirituales y morales de una unidad de combate acostumbrada a la dura vida en campaña, que no aceptaban los sermones morales que el Padre Huidobro les dirigía por el juego, la bebida, las blasfemias, con la conveniencia de que confesaran sus pecados, y aun así, perseverante con su labor apostólica de capellán castrense, iba ganándose el respeto de todos poco a poco.

En su labor como capellán, veía las atrocidades de la guerra que cometían un bando y otro, mostrando su rechazo y su preocupación por esta situación, contrarias a su espíritu cristiano. Así comenzó a manifestar su rechazo a estos hechos que consideraba innecesarios y que iba en contra del ideal cristiano, habiendo criticado primeramente las atrocidades cometidas por la república y que ahora lo veía como una venganza.

Enfocaba su labor eclesiástica en varios aspectos, hacia los legionarios para que trataran caballerosamente a los vencidos y prisioneros, al prisionero al que le daba apoyo religioso y humano con la palabra de Dios, hacia los Tribunales militares exponiendo eximentes o atenuantes con el fin de rebajar la condena del penado pues alegaba que “la vida es solo de Dios” y hacia la opinión pública dando su visión sobre los desastres de la guerra, en la cual era muy crítico.

Conversaba e intercambiaba opiniones con sus compañeros castrenses, para que le apoyaran en su labor cristiana sobre los vencedores y vencidos. Y finalmente, informaba a sus superiores eclesiásticos, su visión de los hechos que día a día iba viviendo como capellán castrense.

El padre Huidobro procuró mantener una postura serena enfrentándose con oficiales y tropa, algo que le ocasionó alguna que otra enemistad.

Poco tiempo después de la toma de la ciudad de Toledo, decide poner en conocimiento de los mandos militares y del Jurídico militar, la situación que vivía a lo largo de la campaña en sendos escritos. Uno de ellos, titulado “Sobre la aplicación de la pena de muerte en las actuales circunstancias. Normas de conciencia.”, en la que manifestaba su contra a “la guerra de exterminio que algunos preconizaban”.

"Todo el mundo coincidía en que era un santo, por su humanidad, su personalidad, siempre ayudando al herido, sin distinguir el bando del herido, en los momentos duros del combate dando los últimos apoyos espirituales bajo el fuego y las explosiones"

En otro de sus escritos, el P. Huidobro escribía apelaba a la caballerosidad y generosidad del pueblo español hacia el vencido sin odios ni venganzas, distribuyendo estos escritos a los oficiales y capellanes, lo que generó un fuerte revuelo por las denuncias del capellán, pero siguió en su empeño.

A mediados de noviembre de 1936, en plena batalla de Madrid, hizo llegar una carta al Teniente Coronel Castejón, Coronel Yagüe y General Varela, criticando y exponiendo la situación de los hechos, obteniendo de ellos buenas palabras, y al no quedar satisfecho decidió enviar una carta al General Franco fechada el 4 de octubre a través de su Ayudante, Teniente Coronel Díaz Varela, el cual no considero conveniente hacérsela llegar, respondiéndole que quizás no todo el mundo estuviera de acuerdo con sus ideas. La ingenuidad del padre Huidobro que con sus diferentes escritos y documentos intentó hacer llegar a las más altas autoridades militares, apenas tuvieron atención.

Escribía allá por noviembre de 1936 en un periódico de San Sebastián “La caridad cristiana con que tratan los legionarios a sus prisioneros herirá la suspicacia de todos los valientes de pega, cuyo ánimo esforzado les lleva a desear muchos fusilamientos..., quedándose ellos, por supuesto, en la retaguardia. Es de pueblos primitivos y bárbaros pasar a cuchillo al caído. Mis legionarios están más afinados y apurados al fuego del cristianismo. Saben luchar a muerte; no saben rebajarse en la crueldad.”

Durante los combates que se sucedieron en la Casa de Campo el día 9 de noviembre de 1936, recibió un disparo en su rodilla derecha al proteger con su cuerpo la camilla de un herido, siendo trasladado al Hospital de Sangre de Griñon (Madrid) donde recibió respuesta a su primera misiva enviada al General Franco.

Tan mal le sentó la respuesta al P. Huidobro, que dirigió una segunda misiva dirigida al Ayudante, con tal dureza, que la presento a un jurídico por si fuera constitutiva de delito, llegándole la respuesta el 25 de noviembre, indicándole que la misiva había llegado a Franco, el cual consternado por los hechos expuestos por el P. Huidobro, dio órdenes para que estos actos que presentaba no se repitieran.

Trasladado al Hospital de Talavera, llevaba ingresado un mes y no pudiendo aguantar su estancia hospitalaria, solicito su alta voluntaria para incorporarse a su Bandera, para atender a sus legionarios cristianamente.

Antes de darle el alta el médico, le comunico que era necesario inmovilizar su rodilla, y aceptando le aplicó una pasta negruzca, llamada “Cola de Caballo”, que al endurecerse dejaba a la pierna totalmente entablillada.

A los pocos días, llegó hasta la Ciudad Universitaria donde se encontraba su Bandera, alegando que “aunque cojo y torpe, el médico me aconsejo que regresara al frente, pues la recuperación seria cuestión de meses, por lo que compré un bastón de 5 reales en Toledo, apañé mis cosas y me vine a la Universidad”.

Acompañado por un sargento, el 15 de diciembre, bajó a la entrada del Parque del Oeste para dirigirse al Clínico, arrastrando su pierna apoyándose en su cachava y en su compañero, esquivando las balas del enemigo, bajo una lluvia torrencial y un terreno embarrado alcanzando la Escuela de Arquitectura y desde allí al Clínico.

Así se llego hasta el día 11 de abril de 1937, cuando el padre Huidobro pierde la vida en el sector de la Cuesta de las Perdices, Aravaca, en el transcurso de la ofensiva republicana conocida como “Operación Garabitas”. Tras una cortina de fuego de proyectiles de artillería, un proyectil soviético, destruyó el puesto de socorro de la Bandera, donde se encontraba en el interior el P. Huidobro dando los últimos auxilios espirituales a los moribundos, siendo alcanzado en la cabeza por la metralla, que le ocasionó la muerte instantánea.

Dos días estuvo el cuerpo del sacerdote envuelto en una capa hasta que el día 13 fue sepultado en el cementerio de Boadilla del Monte. Al recuperar su cuerpo encontraron entre sus ropas el porta viatico y en la funda de la pistola, donde tendría que haber un arma, se encontró su crucifijo. Así mismo entre los restos del puesto de socorro, quedó enterrado su altar portátil, donde celebraba su Liturgia, allá donde se desplazaba.

En 1943, sus restos fueron inhumados siendo trasladados al noviciado jesuita de Aranjuez y en noviembre de 1958, su cuerpo tuvo su ubicación definitiva en la parroquia de San Francisco de Borja en la madrileña calle de Serrano, encomendada a los Padres Jesuitas.

Su historia no finaliza aquí, porque el 19 de noviembre de 1947 la Compañía de Jesús, decidió iniciar el proceso para su canonización y beatificación. La causa se puso en marcha, recogiéndose numerosas declaraciones sobre la labor del P. Huidobro en el frente acompañando a sus legionarios. Una vez finalizada fue remitida a Roma el 13 de julio de 1951.

Todo el mundo coincidía en que era un santo, por su humanidad, su personalidad, siempre ayudando al herido, sin distinguir el bando del herido, en los momentos duros del combate dando los últimos apoyos espirituales bajo el fuego y las explosiones.

El Papa Pio XII, que rigió los destinos de la Iglesia desde 1939 hasta su muerte en 1958, ralentizó los procesos abiertos casi al final de su pontificado, pues aun quedaba el conflicto latente de una guerra civil, por lo que no era el momento adecuado para abrir causas delicadas.

Pero el parón definitivo a estas Causas, llego con el papado de Pablo VI, en la sesión de la Congregación de Ritos del 7 de abril de 1964, lugar donde se presentan las propuestas de casos de santidad para la beatificación o canonización por el Sumo Pontífice, durante la presentación de la Causa para impulsar la beatificación de una religiosa, Mª Rizart, asesinada en Valencia en 1936.

El entonces cardenal Anselmo Albareda, entregaba un informe al Cardenal Dell’Acqua, informe que lee este ante Pablo VI. En este informe se decía que muchas de las víctimas de la guerra civil española podían ser declaradas mártires de la Iglesia, pero que no era el momento oportuno según su opinión, decidiéndose suspender todos los procesos de beatificación. Así siguieron suspendiéndose, aun después del fallecimiento del Generalísimo Franco.

Más tarde, el Papa Juan Pablo II, durante su papado piensa que era el momento adecuado para reabrir de nuevo las Causas que estaban suspendidas, y aun había algún prelado que pensaba que no era el momento adecuado para España por la situación política (?) del país. Así pues, se abrieron expedientes incoados anteriormente.

El P. Pablo Molinari, Postulador de la Causa en Roma, informaba que se debería iniciar el proceso desde Madrid, donde la Orden tiene sus archivos (Alcalá de Henares) y donde se encuentra el archivo personal del Padre Huidobro, pero parece ser que hay un silencio acerca de la obra de este jesuita, por lo que la documentación y el archivo quedaba bajo secreto, pues parece ser que no solo la figura militar de este personaje influía en su beatificación, sino también relacionado con los estudios realizados con el filosofo alemán Heidegger.

Se reabriría de nuevo el proceso para su Beatificación y una vez cerrado el procedimiento en octubre de 2022, se elevaría a la Congregación para la Causa de los Santos en Roma. El acto celebrado en la Iglesia de San Francisco de Borja de Madrid, contaría con la asistencia del Obispo auxiliar de Madrid, D. Juan Antonio Martínez Camino, el Jefe del Estado Mayor del Ejército, General de Ejército, D. Amador Enseñat y Berea, el jefe de la Brigada de la Legión “Rey Alfonso XIII”, General de Brigada, D. Melchor Jesús Marín Elvira, y del Coronel jefe del Tercio “Duque de Alba” 2º de la Legión, D. Zacarías Hernández Calvo.

Su fallecimiento trae consigo dudas acerca de lo que lo motivó, oficialmente había muerto por la explosión de un proyectil soviético del calibre 12,40 2 , mientras auxiliaba a sus legionarios. La mayoría de las versiones coinciden en que la metralla pudo más que su coraje y su entrega al necesitado.

Sin embargo el escritor británico Paul Preston, en su libro “El holocausto español”, afirma que el Padre Huidobro había muerto a causa de un disparo por la espalda efectuado por un legionario de su Bandera, dato que asegura que figura en la documentación sobre el proceso de beatificación de Huidobro existente en los Archivos de la Compañía de Jesús. ¿Qué podía llevar a un legionario a disparar a su capellán, que era tan querido y a traición?

Según esta teoría, el padre Huidobro había denunciado en varias ocasiones los desmanes que se producían contra prisioneros del bando republicano, lo que habría despertado ciertos recelos.

Nunca llegaremos a saber la causa de la negativa de su proceso de beatificación, al ser un incómodo personaje para unos y abnegado y querido para otros, porque al morir en combate mientras realizaba su labor espiritual, cumplía fielmente con el Espíritu de la Muerte, “El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde”, vistiendo la camisa legionaria, acabó siendo honrado por todos que lo convirtieron en un símbolo y ejemplo de amor y sacrificio para sus legionarios.

Actualmente un tramo de la actual carretera de La Coruña recibe su nombre, existiendo un monolito de granito con lápida levantado en su memoria en el kilómetro 8,6. Se supone que este monumento se encuentra en el lugar exacto en el que murió el capellán, donde todos los años se perpetua su memoria con la colocación de una corona de laureles.

Notas:

1.-Objetos que se encuentran en el Museo de La Legión en Ceuta

2.- Uno de los medios que destacaría por su empleo fue el cañón Armstrong-Vickers B.L. 60 libras de procedencia inglesa, que fue utilizado en la I Guerra Mundial por británicos y norteamericanos y más tarde utilizado en la II Guerra Mundial. Estas piezas llegaron a España al ser vendidas más tarde al gobierno republicano 12 piezas al precio de 246.000 pesetas la unidad.

Estudiosos e incluso informes exponen que el proyectil que mata al P. Huidobro procede de una pieza soviética de 122/46 cuando en realidad ese medio jamás intervino en la Guerra Civil española, siendo empleada en el año de 1943 durante la II Guerra Mundial. Más tarde después de transformaciones en la Fábrica de Reinosa fue dotada reglamentaria en el Ejército español hasta 1983 en que fue dada de baja.

BIBLIOGRAFIA E INFORMACIÓN:

DIARIO DE OPERACIONES DE LA 4ª BANDERA

UN CAPELLAN DE LA 4ª BANDERA (CORONEL DE LA TORRE PIÑEIRO, JOSÉ‐ REVISTA EJERCITO NÚM. 380, SEP 1971)

ARCHIVO DE LA COMPAÑÍA DE JESUS (ALCALA DE HENARES‐MADRID)

EL PADRE HUIDOBRO, LEGIONARIO Y SANTO (Biografía apasionada) (JAIME TOVAR PATRÓN S.J.)

FERNANDO HUIDOBRO (FCO. X. PEIRO S.J.)

DIARIO ABC (29NOV58)

N.A.: Mi agradecimiento al Páter Castrense D. Francisco Javier Boada González, Portador del Proceso Diocesano, que me facilitó datos para la realización de este articulo.

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