Todos los creyentes, fieles, hermandades y cofradías esperan con ímpetu la llegada de la Semana Santa para sacar a relucir su fe en Ceuta y mostrar su lealtad a la Virgen María y Jesucristo en una conmemoración de la etapa más difícil de su vida.
Pero, aunque en esta Semana Grande son los ciudadanos de a pie de calle quienes muestran todo su amor y fidelidad a la fe cristiana y a la historia del Hijo de Dios, en el interior de la Iglesia también se vive de una manera más intensa.
Por esto, el padre Guillermo, quien guarda el templo de Santa Teresa, ha cedido a colaborar en esta entrevista que profundiza en el sentimiento que nace en el interior de la iglesia en el transcurso de la Semana Santa.
¿Cómo se vive la Semana Santa desde la Iglesia?
Explicar cómo se vive la Semana Santa dentro de la Iglesia es hablar de la fe, devoción y profundo sentimiento religioso. Ya que en Semana Santa vivimos los misterios centrales de nuestra fe cristiana, que es el misterio Pascual de Cristo, la subida de Jesucristo hacia la ciudad de Jerusalén donde se consumarán los hechos históricos más importantes de lo que es la fe cristiana.
La fe cristiana es una fe encarnada; no es un concepto, una filosofía o una idea; sino Dios, que se ha encarnado en la persona de Cristo con una misión específica: la de tomar el pecado de la humanidad para concederle y darle la posibilidad de poder experimentar la gracia de la resurrección; la muerte y la resurrección.
A nivel emocional, ¿qué sensaciones o vivencias se experimentan en el trascurso de la Semana Santa que no brotan el resto del año? ¿qué sensaciones despierta, por un lado su llegada y, por otro lado, cuando ya se está inmerso en ella?
Las sensaciones o vivencias fundamentales es un consuelo enorme porque se reflexiona sobre lo que Jesucristo sufrió por la humanidad, por cada uno de nosotros, pero también de una alegría indescriptible porque se puede experimentar la resurrección, signo de la alegría, frente a las tristezas de este mundo.
La Semana Santa despierta la fe de los creyentes, es un tiempo en el que los cristianos estamos invitados a intensificar nuestra espiritualidad, nuestra fe, a la que estamos todos llamados, aunque cada persona lo viva de forma distinta.
Es una manera de encontrarse con el Señor, intensificar la solidaridad, la convivencia y la concordia porque Jesucristo representa el poder compartir con el prójimo y acentuar el diálogo.
¿Se practica algún retiro, oración u otro quehacer especial por Semana Santa en el sacerdocio?
Los sacerdotes hacemos una vez al año varios retiros para acrecentar nuestra relación de hermanos en el presbiterio. Especialmente en Semana Santa, tuvimos el pasado jueves el 10 de abril una charla a modo de retiro que nos hablaron del Triduo Pascual, esto son los tres días más importantes, aunque todo es importante.
Los sacerdotes, por supuesto, hacemos retiros y oraciones entre nosotros. Pertenecemos a una diócesis y como hermanos que somos compartimos oraciones para que la Semana Santa sea lo más fructífera posible.
¿Qué se siente cuando se ve a tantas personas en multitud involucradas en la fe? En este apartado me gustaría que profundizara describiendo la realidad que se vive y sumergiéndose en las emociones que se transmiten y qué dicen los propios fieles.
Lo que se siente es una gran satisfacción de ver que la Iglesia no está muerta, sino que es un cuerpo vivo y hay muchísimas personas que tienen esa fe puesta en Dios y que no solamente esas personas que colaboran en las distintas cofradías, sino también aquellas que acompañan a los pasos son personas que tienen ese sentimiento puesto en la Semana Santa.
Se siente una gran alegría por la participación porque es señal de que la fe no está muerta como se intenta hacer ver a veces. Ante todo, hay manifestaciones públicas de fe y a la gente le gusta y disfruta de su Semana Santa.
¿Viven los sacerdotes de la mano con las Hermandades y Cofradías la preparación de los pasos?
Es difícil que los sacerdotes podamos ir de la mano con las Cofradías y Hermandades en la preparación de los pasos, eso lo suelen preparar lo hermanos. Sí los acompañamos como directores espirituales, yo mismo soy director espiritual tanto de la Hermandad de la Virgen del Rocío de Ceuta como de La Encrucijada de San José y, al ser directores espirituales, tenemos un especial acompañamiento.
Volviendo a lo sentimental, ¿se conecta más con Dios durante la Semana Santa?
Es un tiempo que se conecta especialmente con Dios. Es un tiempo propicio, un tiempo especial en el que se nos invita a intensificar la espiritualidad, como decía anteriormente, a contemplar el sufrimiento de Jesucristo, su muerte y sepultura ya que ha experimentado la muerte, pero no se ha quedado ahí si no que ha resucitado.
¿Piensa que durante la Semana Santa todos sacamos nuestro lado más humano, dulce y recobramos la fe que se puede ver perdida en algunos momentos del año?
Evidentemente, durante la Semana Santa, estamos invitados a humanizarnos más, a experimentar lo que significa ese encuentro fraterno con el otro porque el amor a Dios va acompañado del amor al prójimo.
Nadie puede decir que ama a Dios si desprecia a su semejante. Es un momento propicio para vivir con mayor fraternidad ese vínculo con el otro. Son m omentos cruciales para poder pasar por alto todas aquellas cosas que nos separan del otro y poder unirnos como hermanos que somos.
“La Semana Santa es un tiempo para crecer en la fe, es un tiempo para acercarnos más a Dios, sobre todo para que experimentemos cómo Dios está con nosotros, que es nuestro amigo y está por nosotros, en definitiva, que Dios no es un monstruo ni tampoco es alguien que nos fastidia la vida, sino alguien que nos ama profundamente”.
“El único que nos puede amar tal como nos ama Dios es el propio Dios, porque la gente te quiere según sus capacidades, pero alguien que te pueda querer, siendo como nosotros somos, el único que lo puede hacer es Dios”.
“La única prueba que tenemos de que esto es cierto es que Dios ha enviado a su hijo Jesucristo a morir en una cruz, en una tortura, y ha muerto en una cruz para que nosotros tengamos esa prueba, porque la cruz, de lo que nos habla, lo que nos dice, es que ha habido alguien que nos ha amado donde nadie nos podía amar, que es en todas nuestras dificultades, nuestras debilidades”.
“Dios en la cruz estaba mostrando a la humanidad el amor infinito que tiene para cada hombre, para cada mujer que sufre hoy, es decir, que todos nosotros también sufrimos hoy, ¿por qué? porque en el fondo nosotros no podemos amar como Dios nos ama, que ahí está la raíz de la felicidad, en el fondo siempre nos falta algo”.
“Ese es el secreto de la felicidad, y eso es lo que en Semana Santa especialmente se nos subraya, que Dios nos ha amado en la persona de Jesucristo a un nivel tan grande, tan grande, tan grande, que, claro, si yo me pongo a pensar, pues me doy cuenta hoy que, a lo mejor, yo no puedo amar así, ¿por qué? porque no tengo el espíritu de Jesucristo, porque nadie puede amar así, con su vida donada hacia los demás, si no tiene el espíritu de Jesucristo”.
“Esto no es un voluntarismo humano, esto no es tampoco algo que sale de los buenos principios, sino esto, esto fundamentalmente nace de lo alto, es decir, nace de Dios”.
“Todos intentamos parecernos al maestro e intentamos aprender a amar, porque amar implica sufrir, el que ama de verdad a una persona aprende a sufrir por esa persona, ¿por qué? porque la quiere, porque la ama desde el corazón, desde lo más profundo del alma, y el problema nuestro muchas veces es que no estamos dispuestos a sufrir por los demás, es decir, no estamos dispuestos a amar a los demás”.
“En nuestra sociedad hoy, pues, se dice tan rápidamente te quiero, pero, ¿realmente queremos a las personas?, ¿realmente estamos dispuestos a amar, a sacrificarnos por alguien de tal forma que, pues como dice San Pablo en una de sus cartas, ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí, y si Cristo vive en ti, pues entonces lo importante no eres tú, es el otro?”.
“Es decir, estamos en función para que el otro viva y en esa misión que Dios nos da experimentamos nosotros a su vez la plena felicidad, porque la plena felicidad se encuentra donándonos hacia los demás, no viviendo en el egoísmo, sino viviendo para los demás, ahí es donde se encuentra la verdadera felicidad”.
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Desprecio tanto a mis semejantes como ellos me desprecian a mí. Eso de poner la otra mejilla se ha quedado muy anticuado.
Pues siendo generoso el 90% de los mortales
Que bonito es vivir del cuento...
Díselo a las Hermanas Adoratrices! Que tienen en acogida a mujeres y sus hijos, víctimas de mal trato.
No das para mas