“Que larga ha sido la noche, y el alba que tanto tarda, salid al camino hermanos, que no amanece por nada”. Don José Antonio Labordeta Socías, creía como Celaya, que la poesía está, estaba cargada de futuro. Lo que no podía imaginarse es que la gente, de todo signo le admirase, le quisiese tanto.
Nuestro Rey ha dicho que ha muerto un buen amigo, un gran español y aragonés, un gran patriota. La política, la de verdad, es posible, sanándola de bandolerismos y cicatería, humanizándola como él la llevó en sus dos legislaturas de diputado al Congreso. Auténtico, espontáneo, rural y libertario, fundador e impulsor de hechos que no promesas, para algunos un Machado de la postguerra, inolvidable, cercano, de izquierdas y para cabreo de la bancada derechona, que no podía darles lecciones de nada al profesor, al abuelo, al creador del maravilloso “Himno de la libertad”.
“Habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad”. Nos ha dicho y redicho, que hay que seguir vigilantes, que la libertad se gana y se mantiene no renunciando nunca a amainar vientos a la contra y proclamas de privilegio. Esa semilla ha calado, tiene asegurada continuidad en los que seguiremos trabajando por las “banderas rotas”.
“Nos que somos tanto como Vos y, juntos, más que Vos”. El pueblo unido, convencido que consigue hacer de los ideales, realidades compartidas, con tesón, firmeza, como él, como este poeta, escritor y cantautor, Catedrático de Historia y de la vida, ejemplo de coherencia para los que le hemos conocido, seguido, reverenciado... querido José Antonio.
Dijiste que hay que levantar la vista con más fuerza, que la libertad está cada día más apretada a la pared. Fuiste diputado y “los mandastes a la mierda, joder”, ejemplar discurso de pueblo llano y en el que tantos nos sentimos representados. Pasaste a la historia superando mediatismos e irradiando esperanza con tu palabra, con tus versos, con tu voz e inseparable guitarra trovadora.
Mira por donde, la ministra Chacón acompañada por Gabilondo, visitó este marzo pasado tu casa. Te reconocieron con la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X ‘El Sabio’ y la Medalla del Trabajo. Tú que fuiste objetor, antimilitarista, recompensado a través de la presencia de Doña Carmen. Loable fueron sus palabras al decirte “que el premiado da prestigio a las distinciones”. Pero al margen de medallas y condecoraciones, tu premio es lo que la gente consciente y comprometida siente por ti y tu obra, lo generosamente dado y predicado con ejemplos, tu recuerdo por siempre y acompañado de tu mochila de libertad, caminante universal.
He vuelto a escuchar, “Somos”, “Banderas rotas”, “La albada”... me he vuelto a emocionar con tu humor cínico, ejemplar somarda. Pero me domina tu bonhomía, por afable, cercano, sencillo, bondadoso, valiente e implacable ante prepotentes y déspotas, tu don de gentes, ante tanto pasajero, circunstancial e inconsecuente.
Hasta alumnos que tuviste, como Trillo, Manuel Pizarro y Jiménez Losantos, hoy te recuerdan y te expresan su respeto y consideración, al “abuelo”, al profesor, al caminante poeta, al hombre del CHA aragonesista. Que se “vuelva a ir a la mierda la descortesía y las voces de fascistas que te cuentan como un rojo menos”. Que descanses en paz e inicies el viaje en libertad, en tu libertad derramada, en tu eclepticismo y espíritu anarco-burgués autodefinido demostrado y a donde llegues, sigue conquistando voluntades para la causa, aunque me hubiese gustado me firmases tu último libro “Regular, gracias a Dios”. Hoy martes te incineran por libre y consciente deseo, como no podía ser. Hoy te seguimos comenzando a querer más, con nostalgia por siempre.
Descanse en paz y libertad, insustituible y referente Labordeta, HOMBRE.