Colaboraciones

Al otro lado del muro

Si nos situásemos imaginariamente en el lado del muro comunista, leyendo lo que piensan los intelectuales de los países comunistas sobre la actuación de los países occidentales con economía de mercado, sobre la actuación de sus gobiernos en la gestión de la pandemia maldita que nos azota, se vislumbra una reafirmación de sus principios porque, según ellos, es el Estado con su brazo protector la única institución que puede salvarnos cuanto antes de esa maldición: “El capitalismo envejeció y hoy es un catálogo macabro de inmoralidades y peligros del que urge salir en consenso, con un plan superador” . Menos mal que al menos nos piden que haya un consenso. Pero los comunistas también temen que se les imponga un “nuevo orden”, porque transformar el mundo es una consigna de los pueblos y una crisis internacional produce el antojo de esconder la basura generada por la opresión, “bajo la alfombra de lo nuevo”, como si fuese un conjuro para saltar de un estadio económico-político -social a otro idéntico pero desmemoriado.” Pero ellos consideran que lo único nuevo es el socialismo, la comunidad organizada por ella misma para poner, como interés social supremo, el goce de la vida en sociedades igualitarias. Lo único nuevo es la emancipación de los oprimidos, asumiendo su papel, el socialismo, cómo dirección transformadora. No hay nada nuevo en el capitalismo, generador repetitivo de desorden y anarquía. ”Avejentado el modelo económico que tiene el 1% de la población como poseedor del 99 % de las riquezas mundiales, lo “nuevo” será crear un sistema riguroso de distribución equitativa nueva: a cada cual según sus necesidades , de cada cual según sus capacidades,” el “bendito” credo marxista. El coste marginal del mérito producido por el proletariado se distribuye en primer lugar entre los dirigentes que son los indicados para la distribución de ese beneficio , en esencia tú has trabajado no para ti y tu familia, sino para distribuirlo en lo que ellos consideren más conveniente, por ejemplo para mi dirigente un chalet en Galapagar y para ti trabajador, un piso de cuarenta metros cuadrados, ya que tú no necesitas más.
Avejentado el modelo de valores que impone respeto y pleitesía al aparato jurídico dominante, donde la ley pesa como maldición contra los pobres y la corrupción inclina la balanza de la “justicia” siempre hacia la impunidad de los adinerados, lo nuevo exigiría un modelo de justicia social capaz de impedir la apropiación de las riquezas en unas cuantas manos y eso implica las riquezas naturales, ocupacionales, artísticas , científicas, éticas,…”lo nuevo sería salir a derrotar al capital.”
Es decir, aquí no se tiene en cuenta la ley , el trabajo, el mérito, la capacidad para la obtención de la riqueza por los individuos, solo se tiene en cuenta que otros poseen la riqueza y en consecuencia es necesario quitársela, robársela, confiscársela en aras del bien común que ellos garantizan, los comunistas. Y esa lucha ha de realizarse contra la salud, la ciencia, la educación . Porque por ejemplo en la salud, ”el sistema capitalista la promueve como un negocio y la enfermedad como una oportunidad de hacer dinero” y los recortes sociales deben hacerse siempre “en nombre de la austeridad”. ”Hay que enfatizar el peso de una injusticia cometida contra la humanidad, en un plazo específico, y que hoy solo tiende a empeorar los daños contra el planeta y contra la especie humana”. Es decir el capitalismo es el mal absoluto, corruptor de todas las sociedades y malhechor de la especie humana, “el capitalismo es un catálogo macabro de inmoralidades y peligros del que urge salir en consenso con un plan superador : sin amos, sin patrones, sin clases sociales, sin humillaciones , ni desprecios, nuevo radicalmente , desde las raíces”.
En esencia el nuevo orden es el socialismo. El nuevo orden no puede ser otra cosa que la aniquilación definitiva de la explotación, exige la reivindicación del trabajo como fuente suprema de la riqueza y la revalorización histórica de la producción de la riqueza , politizándola hasta en las tareas de su distribución democrática. Es inútil esperar el nuevo orden como caído del cielo. El “orden” que la humanidad reclama, lo impondrán los trabajadores. Transformar el mundo es una bandera proletaria, que sintetiza, en su nueva riqueza semántica la fuerza de la organización y la conciencia de clase .Transformar el mundo debe ser un programa humanista afincado en la moral, las ciencias y la ética de la lucha de los pueblos, o no será nada “. Qué horror.
Uno de los protagonistas de los blancos del comunismo sigue siendo Yoshihiro Fukuyama . Creía que ya no existiría más comunismo desde la descomposición de la Unión Soviética y que la doctrina totalitaria que ejerce como una monarquía absoluta desaparecería: “Esto es el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la fórmula final de gobierno humano”, (escribió en su libro “The End of History and the Last Man” en 1992). Pero el comunismo resiste, de ahí las críticas. Sigue diciendo el japonés “Lo que importa no es el tipo de régimen, sino que los ciudadanos puedan confiar en sus líderes y que esos líderes presidan Estados competentes y efectivos”.Fukuyama no tiene en cuenta que el poder absoluto corrompe absolutamente y lo que puede comenzar siendo efectivo, el tiempo demuestra que acaba en corrupción , de ahí las elecciones democráticas libres cada cierto periodo de tiempo. El comunismo sigue pontificando al considerar sus intelectuales que el marxismo no está superado porque se entiende que no es solamente un sistema político sino social. Como si el capitalismo no tuviera en cuenta los derechos humanos, la libertad, la propiedad privada y solo se sustentara en el beneficio. Como no todo en el sistema capitalista es perfecto porque ya se sabe que es el menos malo de los sistemas socioeconómicos, Fukuyama dice en 2014 “25 años después , la amenaza más seria a la hipótesis del fin de la historia, no radica en que exista un mejor modelo que supere a las democracias liberales “, al pensar que muchas democracias no han logrado satisfacer las expectativas de sus ciudadano, como toda obra imperfecta. Pero lo realizado se encuentra a años luz de los regímenes no democráticos, como los comunistas.
Sin embargo los regímenes comunistas no dejan nunca de tildarse de “democráticos”, porque elecciones no les faltan , así Cuba, Venezuela, Irán, Corea del Norte, la República Popular China, Rusia, se consideran regímenes democráticos, lo que en otros tiempos en Occidente se han llamado democracias orgánicas, o dictaduras democráticas. El poder siempre está en las mismas manos, las del partido comunista, único partido al que votar.
En cuanto a la pandemia Fukuyama dice que analizando la respuesta de diversos gobiernos como el de China, Alemania y Corea del Sur “lo que determina el desempeño no es el tipo de régimen sino la capacidad estatal y la confianza en el gobierno”. Pero eso es un principio general. Efectivamente los países occidentales con gobernantes eficaces son los que de mejor manera han entendido la pandemia, y consecuentemente menos compatriotas fallecidos, mientras el oscurantismo de todos los comunistas no ha permitido conocer con suficientes garantía la secuencia completa de la pandemia. Sin embargo en los países europeos con malos gestores, como es el caso de España, claro que con un gobierno social comunista, Italia o Francia, en estos casos sí hay que darle la razón al japonés.
Los países comunistas, en general, están muy orgullosos de cómo han salido por ahora de esa terrible pandemia. También de que su sistema socialista no se va a derrumbar por esta gran tragedia. En Cuba, por ejemplo “Es imposible que pueda haber un cambio económico, que incorpore la propiedad privada y el mercado como complemento funcional al proyecto socialista”. Asimismo señalan, que la impotencia de las soluciones capitalistas provoca un estruendo mundial por la incapacidad de proteger a sus pueblos de la pandemia. Esa incapacidad tiene nombres y apellidos: totalitarismo de la propiedad privada, las pretendidas leyes infalibles del mercado y la separación de la economía y la política. El mercado falla en la industria alimentaria. No se puede asumir la economía como compartimento estanco. La economía privada en el primer mundo ha funcionado como obstáculo para afrontar la pandemia. El secuestro de la sanidad pública por la privada y por los intereses de los que tienen, al enriquecimiento como fin ,ha sido la principal causa de la catástrofe. En el sistema político cubano debido a la cosmovisión ideológica que lo sustenta, el mercado no puede imponer sus intereses, en medio de algún evento de urgencia, al tener mayor probabilidad de salir con el menor daño posible para sus ciudadanos.
Este mundo comunista se agarra como un clavo ardiendo a todo lo que sea crítica hacia el modelo occidental de libertades, por ello considera una de sus bazas, el manifiesto publicado en el diario Le Monde “Contra una vuelta a la normalidad” y firmado por doscientas personas provenientes de la cultura y de la ciencia , entre ellos una veintena de premios Nobel de Física y Química, y algunos artistas “pobres de la tierra” ( Cate Blanchet, Robert de Niro, Julianne Moore, Madonna, Almodóvar, los Bardem, Raphael etc.). Dejando clara la preocupación por la magnitud de la pandemia producida por el virus traído de la China comunista, consideran que debe haber un cambio de sistema económico y social ,” el consumismo nos ha llevado a negar la propia vida: la de las plantas, la de los animales, y la de un gran número de seres humanos. La contaminación, el calentamiento global y la destrucción de los espacios naturales conduce al mundo a un punto de ruptura”. Dicen los pensadores comunistas que hay que trabajar en una refundación profunda desde nuestros valores, objetivos y economías para frenar el colapso global ambiental.
En general todos queremos un mundo mejor, hasta los millonarios del cinematógrafo, pero ese mundo nunca será el mundo comunista. Por ahora, mejor nos volvemos de nuevo al otro lado del muro, lejos del comunismo.

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