El ascensor se desprendió y dos trabajadores permanecieron atrapados durante cuarenta minutos, hasta que sus compañeros escucharon la alarma. El suceso, que en sí mismo no tendría mayor relevancia, tuvo como escenario el Ceuta Center. Ese detalle, el lugar de los hechos, hace que la anécdota no sólo se convierta en noticia sino que también deba ser tomada como un aviso, otro más. El Ceuta Center es un edificio donde de hechos como el de ayer se suceden con una preocupante frecuencia sin que se acometan soluciones definitivas. Hasta ahora, no ha habido que lamentar daños personales irreparables. Sin embargo, cada día que pasa estamos más cerca de acaben produciéndose.
Una de las últimas veces que el Ceuta Center ocupó titulares fue cuando un fallo eléctrico dejó sin aire acondicionado durante varias jornadas a las personas que trabajan en el edificio. Luego, cuando se solucionó ese problema, hicieron su aparición las goteras en casi todas las dependencias. Además, desde hace tiempo sólo funciona uno de sus cuatro ascensores y sufre filtraciones de agua en su cubierta.
A todo eso hay que añadir, según el CSIF, que el edificio no cumple la normativa de ahorro y eficiencia energética. Y, por si fuera poco, el sindicato denuncia “el caos en materia de seguridad y prevención de riesgos laborales”. Además, siempre según el CSIF, la Inspección de Trabajo actuó en 2014 dando tres meses para subsanar “graves deficiencias” en el edificio; lo que no se ha hecho hasta ahora.
¿Qué hace falta para que de una vez por todas se busque una solución definitiva a estos problemas y a todos los demás que pueda presentar el Ceuta Center? ¿Quién asumirá la responsabilidad si algún día tenemos que lamentar algún hecho trágico relacionado con una de estas deficiencias reiteradamente denunciadas?
El suceso de ayer debería ser tomado como un aviso. Ojalá que no sea el último antes de que ocurra una desgracia y sí el definitivo para poner soluciones de una vez por todas.