Cuando la pólvora aún no había aparecido, era corriente forzar la sucesión mediante el uso del veneno. Ello dio lugar a que se implantara la costumbre entre los reyes y señores feudales, de que el dueño de la casa probase las comidas y el vino en presencia del invitado a quien se ofrecían, ello como demostración de que no contenían veneno y a este acto se le llamó "hacer la salva".
Apareció la Artillería, y ello aumentó la posibilidad de cambiar las estructuras sociales que se habían establecido y consolidado durante el feudalismo. La monarquía llegó a finales del siglo XV a obtener los grandes recursos que necesitaba, consiguiendo una eficaz movilización de personas y medios, imponiéndose a las huestes de los nobles, quienes se veían imposibilitados de seguir enfrentados con el poder real, dados los elevados costes que ocasionaban las exigencias técnicas de las innovaciones en los equipos y el armamento basado en la pirobalística. Sólo el poder regio y algunos nobles, poseían los recursos necesarios para la fabricación y adquisición de las nuevas armas de fuego, sobre todo de la Artillería. Fueron los Reyes Católicos, quienes comenzaron los cambios administrativos y sociales en la Península Ibérica necesarios para iniciar una profunda transformación que acabó con la Edad Media y dio comienzo al Renacimiento.
El proceso de disparo con materiales aun tan elementales era muy lento y en lo tocante a la cadencia de fuego no parece probable que en las circunstancias más favorables de mediados del siglo XV, se pudiesen superar los cuatro disparos por hora. El tiempo empleado en completar la operación de carga de la pieza una vez efectuado el disparo, era mayor que el invertido en recorrer la distancia del alcance máximo de la pieza (bombarda), por tratarse de una operación laboriosa y que llevaba tiempo. Por esta razón, cuando el que llegaba a una fortaleza, sentía cierta desconfianza en el recibimiento que podían hacerle y tenía autoridad para ordenarlo, mandaba efectuar desde una distancia prudencial una descarga empleando todas las piezas. La fortaleza quedaba así desarmada de sus más potentes armas y esta acción, se podía interpretar como una muestra de lealtad y sometimiento al Soberano de la persona que ordenaba disparar, que por dejar a salvo la seguridad del que llegaba sabedor de que aunque fallara la fidelidad, no quedaba ni un cañón en condiciones de ofender, se dio en llamar salva.
"Ceuta ha sido de las pocas plazas fuertes en las que se han podido rendir honores efectuando las salvas de ordenanza desde las Murallas Reales, desde el muelle Comercio, también desde la Fortaleza del Hacho o desde el mismo muelle España"
La costumbre hizo que aún cuando ya no fuese necesario hacerlo por precaución, se convirtiera en salva de honor rendido a la autoridad que llegaba. Su uso se extendió tanto que el gasto de pólvora llegó a ser excesivo, ya que al ser un arma Real ("Ultima ratio regis" →la última razón del Rey) el monarca tuvo que regular su uso en el siglo XVII por ser excesivamente oneroso para las arcas reales, de ahí la expresión "tirar con pólvora del Rey" aunque ya en el Siglo XVI existieron reales provisiones a los Almojarifes y jefes de la Artillería para regular el excesivo uso que se hacía de ellas.
Hablar de salvas en nuestra ciudad es sinónimo de tradición y de historia. Ceuta ha sido de las pocas plazas fuertes en las que se han podido rendir honores efectuando las salvas de ordenanza desde las Murallas Reales, desde el muelle Comercio, también desde la Fortaleza del Hacho o desde el mismo muelle España. No debemos pensar que las salvas de honor son de creación reciente, error al que nos puede llevar su progresiva regulación, ya en 1487durante la conquista de Gibralfaro por los RR.CC. la reina movilizó recursos y voluntades haciendo llegar siete pesadas bombardas que al poco quedaron emplazadas ante el castillo de Gibralfaro. Los relatos nos hablan de las "siete hermanas Ximonas" o hermanas de Giménez, que fueron visitadas por la reina ante la que hicieron una descarga de honor.
Los saludos al cañón y las salvas de ordenanza. Los buques extranjeros que llegaban a puerto debían saludar al cañón a la plaza con una salva, siempre que existiese en cada caso, acuerdo específico para el saludo mutuo que se contestaba normalmente con la batería emplazada en la ciudadela de El Hacho o la habilitada para ese menester en ese momento. En las visitas regias, siempre que su llegada fuese a bordo de buques de la Armada y antes de las salvas de ordenanza, los buques se saludaban al cañón con la batería de salvas de tierra. En el caso de SS.AA.RR los infantes Dª. Luisa Fernanda y su esposo el Duque de Montpensier lo hizo el falucho de Guerra “Plutón”. En el caso de la visita en marzo de 1877 de S.M. el Rey don Alfonso XII, los realizó la fragata Real blindada Numancia. En el caso de la primera visita en mayo de 1904 de S.M. el Rey don Alfonso XIII, no tenemos la certeza de quién las efectuó por ir a bordo del Giralda y escoltado por tres buques de guerra, la Numancia, Rio Plata e Infanta Isabel, probablemente los disparos de saludo cruzados con la batería del Hacho, los hiciera nuevamente la fragata Numancia. En su segunda visita en octubre de 1927 a bordo del acorazado Jaime I, tanto el saludo al cañón como las 21 salvas de ordenanza fueron realizados por este acorazado, que luego durante la Guerra Civil española bombardeo la ciudad. Por último SS.MM don Juan Carlos y doña Sofia en su visita de septiembre de 1970 como príncipes a bordo del destructor Roger de Lauria, no así en el 2007 en su visita ya como Reyes, donde no existió saludo al cañón por llegar a Ceuta en helicóptero, pero si las 21 salvas de ordenanza realizadas desde el muelle España. En el Archivo General Militar existe un expediente completo sobre normas para salvas que abarca el periodo comprendido entre 1607 a 1928.
El disparo de alerta era otro de los disparos de salva conocido y referenciado documentalmente que se realizaba en la ciudad de Ceuta. Alertaba de la presencia de piratas o del corso en aguas del Estrecho. Emplazado en las inmediaciones de la Casa del Vigía refrenda su existencia el estado de Artillería de la plaza de 13 de marzo de 1738, el informe remitido a mediados de febrero de 1740 por el Comandante y comisario provincial de Artillería al Ministro de la Guerra, donde relacionaba en el Hacho un cañón de a nueve que servía para avisar a la batería de Torremocha y el plano de Martín Gabriel de 1773 donde en la cartela, con la letra “O” reseñaba “Casa otra que existe y donde se encierra el Juego de Armas del cañón de señales”. Este cañón, transcurrido un tiempo, avisaba también de las fugas de los presos.
Las salvas para limpieza interior del cañón y recibimientos al regreso de las cabalgadas de los capitanes, las realizaban periódicamente los artilleros de la plaza que tenían la obligación del mantenimiento y limpieza de los cañones. Efectuando una salva se conseguía este cometido fácilmente, motivo por el cual se hacía coincidir, con el regreso de cabalgadas y salidas al campo exterior, teniendo una doble intencionalidad, la de limpiar interiormente el cañón y la de avisar y celebrar el regreso de las tropas. Estas salvas la hacían todos los cañones, mientras que los disparos de aviso para la apertura y cierre de las puertas, la efectuaban solo los emplazados en la salida al campo exterior.
"Almojarife: Nos, el Rey hacemos saber a vos Jao Beliceiro Dandrade, Almojarife de nuestro almacén de nuestra Ciudad de Cepta que estas son las respuestas que nos, damos y respondemos a los apuntes que nos hicisteis sobre las cosas referentes a vuestro cargo.……..Cuanto que a la pólvora que decís que se gasta cuando el Capitán viene de hacer una cabalgada de tierras extrañas tenemos por bien que no se dispenda pero cuanto a la pólvora que se dispende en el disparar la artillería para su limpieza y los bombarderos están obligados de llamaros y al escribano de nuestro cargo que veais que así se dispende y entonces por certificado se os tenga en cuenta”.
Salvas para la apertura y cierre de las puertas. En la plaza de Ceuta se disparaban diariamente tres salvas de cañón, al amanecer, al mediodía y al cerrar las puertas de la ciudad. Dichas salvas han sufrido variación tanto en número como en horario, adaptándolas en una primera fase a la necesidad de marcar el horario de la ciudad y posteriormente al del presidio. Normalmente, siempre que se regula una actividad es porque el ejercicio o ejecución de esta comporta dificultades en su desarrollo, lo que provoca la necesidad de normalizar su aplicación. Fue en 1715 cuando se lleva a cabo una primera aproximación en las "Reglas mandadas observar por el Rey Nro. Señor, para la forma, Días, y ocasiones en que se deven azer Salvas de Artillª, en las Plazas y Fortalezas de sus Rs Dominios” Pero es el monarca Carlos III por Real Orden de 1792 quién dispone que en Ceuta y en todas las fortalezas del reino, se dispararán diariamente tres salvas de cañón, al amanecer, al mediodía y al cerrar las puertas de la muralla.
Esta R.O. se hizo extensiva a todas las Plazas fuertes españolas y de ultramar como en Cuba, donde se realiza un disparo de cañón diario desde las murallas de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, justo frente al fuerte del Castillo del Morro en la Habana, todos los días a las nueve de la noche, se rememora un acto que se retrotrae en la historia más allá del siglo XVIII, cuando la ordenanza española establecía que la ciudad se cerraba tras el estampido para protegerse de la amenaza corsaria y de la piratería, extendiendo una cadena entre ambas fortalezas, repitiendo la operación inversa al alba. La ceremonia del cañonazo comienza media hora antes con un piquete de soldados vestidos de época. Son conducidos por uno de ellos que porta una antorcha encendida al paso de una marcha española y toque de tambor, mientras que un oficial que porta una bandera de color blanco con la cruz de Borgoña en rojo, que era la de España hasta la Guerra de Sucesión en la que los borbones se vieron forzados a cambiarla por ser empleada por el bando contrario, va gritando:
“¡Ateeeencióoooonnn!”“¡Ateeeencióoooonnn!”,“¡Sileeeeennnnciooo!”, ¡Sileeeeennnnciooo!”.
“¡Naaadieeee pueeeedeeee entraaaarrrr en nueeeestraaaa ciudaaaaadddd…. Naaadieeee pueeeedeeee saaaaliiiiiiirrrrr… Sileeeeennnnnnncioooooo…!”.
Fue esta ordenanza sobre la apertura y cierre de las puertas la que hizo que el horario de la Plaza de Ceuta se adaptase a los disparos efectuados en el orto, en el Angelus y en el ocaso del día, horario que también fue seguido por el presidio, algo que siempre debemos tener en cuenta los ceutíes; nunca el presidio estableció los disparos de cañón ni el horario, sino todo lo contrario como queda acreditado con la fecha de la R.O. de 1792.
El disparo que hoy seguimos efectuando desde el baluarte de la Tenaza y antes desde el de San Amaro, es el que se hacía a las 12:00 con la finalidad de rezar el Angelus y comer. De los tres disparos se mantiene el segundo, veamos porque desaparecen dos de ellos.
El comienzo del Protectorado y la capitalidad de Tetuán supusieron para Ceuta la apertura urbanística al exterior, las primeras fortificaciones del frente de tierra a la vez que protegían a la ciudad, impedían su crecimiento hasta la frontera estipulada en 1860. Las dos puertas ubicadas en la primera línea defensiva formada por las lunetas de San Jorge, San Luis, De la Reina, y San Felipe; contraguardia de Santiago y reducto de San Antonio desaparecen en la demolición de las puertas del Campo, y su tradicional apertura en el orto y cierre en el ocaso dejan de tener el sentido que hasta la fecha tuvo. Como consecuencia, el primer disparo de cañón del día deja también de producirse, permaneciendo el del Ángelus a las 12:00 y el de oración, que indicaba el fin del día militar y honores a los caídos, de horario variable y regulado por el ocaso.
En el año 1994 se suspenden los disparos del Ángelus y Oración por falta de disparos preparados de salvas. Desde 1904, el Rgtº de Artillería que la disparaba se proveía de las que se fabricaban en el Parque de Artillería con su propia maquinaria. Esta maquinaria era capaz de efectuar la limpieza, reconocimiento, conservación y recarga de las vainas metálicas de los disparos efectuados en ejercicios con fuego real, recogiendo las vainas y la pólvora sobrante de los ejercicios de tiro. Los contrapesos de la máquina que servía para el reconado de las vainas era de material de hierro colado y cuando esta se rompió no tenía arreglo posible, lo que provocó que a partir de entonces se tuvieran que adquirir mediante expediente las vainas necesarias.
El proceso fue largo, pero finalmente se pudo recuperar esta hermosa tradición para la ciudad de Ceuta, permaneciendo el disparo del mediodía o del Ángelus que hoy puede presumir ser el origen y la ciudad para la que se redacto la Real Orden que obligaba a realizar tres disparos en todas las fortalezas del reino para la apertura y cierre de sus puertas, reino en el que nunca se ponía el sol.
En definitiva, los ceutíes debemos saber, que de los muchos disparos con cañón que se realizaban en esta ciudad, el que ha perdurado es el segundo o del Ángelus de los tres que por ordenanza había que efectuar a lo largo del día. Debemos dar a conocer esto al mundo entero.
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