Lleva más de cien años de vida formando parte de las tradiciones de los ceutíes. Tanto el historiador, Francisco Sánchez Montoya, como el cronista oficial de la Ciudad, José Luis Gómez Barceló, coinciden en asegurar que la Mochila tiene su origen en la visita a los cementerios en el Día de los Difuntos, especialmente en la Edad Media, cuando los camposantos se ubicaban fuera de las urbes.
La tradición cae en desuso cuando los enterramientos pasan a realizarse en las iglesias y no es hasta finales del siglo XVIII, con el traslado de los entierros a las afueras de los poblados y ciudades, cuando vuelve a recuperarse.
“En Ceuta ir a Santa Catalina, en una época en que no había coche, era como una excursión. A principios del siglo XX la gente se desliga de la cuestión religiosa y va quedando como un extraño día festivo, con atractivos como los frutos secos que traían los barcos que se llevaban a los trabajadores de la Almadraba, la llegada de las frutas de otoño o incluso los primeros dulces de Navidad”, explica Gómez Barceló.
Excursionistas, scouts y, posteriormente, colegios se suman a esta festividad que ha llegado hasta nuestros días y que incluso se repite en ciudades como Algeciras, e incluso en localidades portuguesas. “En la localidad portuguesa de Madeira se celebra la fiesta del saquito que coincide con la talega que los ceutíes han llevado siempre para ir de excursión”.
Pero la Mochila corre el riesgo de desaparecer desde que Halloween se ha hecho un hueco desplazando la excursión del 1 de noviembre. “Halloween se está comiendo la Mochila porque la sociedad ha cambiado. La noche tiene un atractivo que no tiene el día y hoy día irte a un sitio sin wifi le impone a la gente joven”.
En los mercados, los titulares de los puestos también están notando esta preferencia por Halloween en el descenso de las ventas de frutos secos. “Cada vez compran menos. Halloween está echando para atrás la Mochila y es una pena que se pierda. Mi generación ha intentado llevar a los niños al campo para que vivieran esta tradición, pero por lo visto la juventud prefiere otras cosas”, se lamenta Africa Trola, gerente de ‘Frutería Afri”.
Los clásicos frutos secos han dado paso a disfraces terroríficos y a la tan repetida frase de ‘Truco o trato’ con el que los más pequeños piden dulces y caramelos de puerta en puerta. De continuar así, en unos años en los montes ceutíes se dejará de escuchar la conocida canción "Mi mochila no se la come el gallo, ni la gallina, solo mi barriga...".
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