Las cuentas no salen. Ni las cuentas ni el escenario de la situación que día a día se vive en el puerto. Se hacen redadas por parte de las fuerzas de seguridad para interceptar a inmigrantes en las escolleras y en las explanadas cercanas. Redadas que siempre se saldan con casi un centenar de personas identificadas y expulsadas a Marruecos por frontera. No pasan ni 24 horas cuando el puerto vuelve a estar lleno y vuelve a ser escenario de batallas campales como la que se produjo ayer. De nuevo se escriben las mismas crónicas con similares titulares: batalla campal, enfrentamientos, jóvenes que te dicen que otros les pegan, les obligan a robar, a consumir hachís... Luchas por el territorio, por buscar el mejor sitio para colarse en los barcos. Y muertos. ¿Cuántos llevamos ya entre atropellados, caídos de barco o apuñalados? Hagan la cuenta. La situación es insostenible.
Les decía que las cuentas no salen, porque mientras se hacen redadas de número tan elevado, nos anuncian que el Tarajal es ya casi una frontera inteligente... ¿cómo pues siguen colándose por todos los lados? Los mismos que expulsan un día entran al siguiente y se vuelven a repetir los sucesos cíclicos ya cansados de denunciar. Y en medio de esta situación tenemos a los guardias civiles y a los policías portuarios. Como ayer: un solo guardia intentando contener a decenas de personas que, piedras en mano, querían arremeter contra otros inmigrantes. O una sola policía portuaria viéndose rodeada por todas esas personas que, también piedras en mano, querían repeler los ataques. ¿Les suena? A mí bastante, como también me suena el compromiso de solución, las juntas de seguridad, las peticiones a Puertos del Estado, las quejas, la escenificación de problemas... Creo que en las elecciones se habló mucho de esto. Todos los partidos lo hicieron, ¿y ayer? Ninguno dijo algo al respecto, todos callados como si fuera normal lo que sucedió como si nada hubiera pasado fuera de lo permitido. Que retengan vehículos del barco para que no se topen con una lluvia de piedras, que una ambulancia con un enfermo sea desviada en dirección contraria para darle seguridad, que no haya agentes para controlar ese descontrol... ¿nadie dice nada?, ¿lo consideran normal?
No me gusta nada el panorama, menos la pasividad existente o las promesas de solucionar lo que ocurre con un muro de hormigón. No me gusta nada de nada, ni que todo haga presagiar que vendrán nuevos tiempos que lamentar. Ya me lo dirán.