Las puertas se abren ante la posibilidad de escuchar algo nuevo pero interesante. Ya que nuestra vida es fácilmente confundida con una reiteración de momentos,que parecen vividos y que no son, ni por asomo, los mismos episodios del día anterior. Cuántas se han abierto al escuchar unas lindas palabras. Esas que se transmiten de viva voz, pero con todo el sentimiento de un buen poeta. Ese que deleitará a las buenas mentes, que saben escuchar y encuentran ese sabor a las palabras empleadas. Un peregrinar en nuestro ambiente, unas miradas de sorpresa que detienen nuestras células grises y hacen buscar, poco a poco, esas bellas palabras atesoradas, en algún rincón de nuestros adentros, que necesitan salir fuera y plasmarse en algún lugar para ser leídas por alguien que desee tener ese instante, donde las palabras se escucharán y serán un aporte de felicidad en nuestros adentros. Una rociada que vemos en los coches, a esa hora tempranera que nos adentramos en nuestro mañanero trabajo, que pocas ganas nos da de ir pero que sin él no podríamos pagar nuestros innumerables deseos de prosperidad. Son tendencias de encontrar unos cimientos donde agarrarnos y decir a nosotros mismos, que todo lo que he deseado lo tengo delante mía. Y si deseo algo más, el esfuerzo tendrá que ponerse de mi lado, para ser un poco más feliz en el futuro. Ese que los demás sienten envidia, sobre lo que tenemos ya conseguido. Son conjuntos de felicidades, reencuentro, vueltas a la amargura, pero que siempre tiene sus pizcas para que nunca nos amarguemos, ni endulcemos, en poco espacio de tiempo.