Siempre es la misma historia. Ciclo tras ciclo y nada cambia. Ahora le toca a Melilla ser la víctima de la inacción de un Ministerio de Interior que mantiene los perímetros de las dos ciudades hermanas como un revoltijo de medidas todas ellas ineficaces. En Ceuta se han lucido remendando la valla, cargándose sensores y dejando un parcheo a base de peines, zonas limpias y tubos que no sirven para nada. ¿Cuál es la consecuencia de todo esto?, que Interior y el señor Marlaska se lavan las manos dejando sus responsabilidades en quienes tengan encomendada en ese momento la vigilancia en el vallado. Ha pasado siempre. Luego, si hay que pedir cuentas a la justicia, quienes se sentarán en el banquillo serán los guardias civiles, no la clase política que ordena que se haga lo que se ejecuta.
Así podemos escribir un libro de episodios en los que quienes han desfilado por el juzgado han sido los agentes, no los ministros; así podemos escribir toda una novela de los negocios de unas vallas con cuya construcción y mantenimiento muchos se han llenado los bolsillos y que, años después, no sirven para nada, carecen de efectividad y no generan más que riesgos tanto a guardias como a inmigrantes.
Pero ahora, cuidado, el señor ministro anuncia en Melilla que se va a reforzar el vallado, que habrá más obras y más garantías. ¿Cómo lo va a hacer?, ¿igual que en Ceuta, en donde ha dejado una obra a medio terminar y ha anulado la mínima organización que existía? Y, ¿para qué lo va a hacer ahora que nos dicen que van a colocar drones para garantizar una detección rápida de los intentos de entrada?
Está más que demostrado que el sistema de vigilancia no funciona, que no existe una línea clara de control sobre lo que pasa en ambas fronteras que hoy por hoy siguen siendo la burla a una Europa que ya mira con lupa, de nuevo, la manera de proceder a este lado.
Marlaska promete y los líderes políticos de las distintas formaciones hacen caja paseándose por Melilla para buscar votos, no para solucionar lo que pasa allí como lo que pasa aquí. No les interesa realmente nada de lo que sucede, a nadie le importa lo que ocurra en unos territorios ubicados en una frontera sur en donde sucede de todo por mera permisividad que debiera ser hasta delictiva.
Vuelve a repetirse lo mismo y vuelve a suceder el vacío legal y de protección que se necesita en lo que ahora es una trinchera.