Este pasado martes día 17 de diciembre era un día especial para todo caballa que le gustara el fútbol. Venía a nuestra ciudad norteafricana pero más española que ninguna un equipo que actualmente se encuentra militando en la segunda división de nuestra Liga. Todos nos enfundamos el chip de aficionado y nos dirigimos a nuestro viejo estadio del Alfonso Murube. Allí nos reunimos prácticamente los de siempre. Aunque algún que otro decía que había muchos que olían a la entrada gratuita. Pero lo principal que queríamos era disfrutar de una noche de fútbol. Aunque la opinión generalizada era que no era nuestra hora.
Hacía un frío palpable que fue mitigado por el espectáculo que vimos bajo el césped artificial. Allí disfrutamos del buen planteamiento que nuestro nuevo técnico había diseñado. Ver en el tapete el fútbol total donde los once jugadores tocaban el cuero era entrar en una dimensión donde nos acordabamos de la vieja naranja mecánica donde luego fue perfeccionada por otro talento del balompié continental. El gran profesor Johan Cruyff. Ese hombre que dio todo por lo que a todos nos gusta. El Su Majestad el Fútbol. Los toques continuos donde pasamos de lo tradicional a ver un encuentro de fútbol sala donde los toques continuos hacían volver loco a la escuadra contraria. Cuando se perdía se intentaba tener la posesión del esférico con el robo casi instantáneo. Fue una primera parte que la verdad faltó lo principal. El triunfo de la fiesta futbolera. El anciano gol. A pesar de haber tenido una ocasión de oro y tener la desfachatez la querida fortuna de mandar el balón fuera de los tres palos donde había que meter dicho tanto. Pero la afición creyó en las ganas de nuestros jugadores y fue cuando todos despedimos a los nuestros con un fuerte aplauso. Se habían vaciado y era de quitarse el sombrero. El descanso fue para comentar jugadas y la unanimidad fue que se estaba viendo un bonito encuentro. Faltaba la definición y los clásicos desmarques para crear espacios y lugares donde poner un certero pase para buscar el gol. Pero en definitiva todos estábamos con nuestra Agrupación Deportiva Ceuta. Creíamos en el triunfo.
El comienzo de la segunda parte fue un gran jarro de agua fría para nuestros intereses. Un gol en el primer minuto de los visitantes nos dio un gran mazazo. Pero el jugador número 12, la afición, reaccionó y volvieron los cánticos donde lo principal era escuchar ‘sí se puede’, y tras los cambios, o mejor dicho el doble cambio y reactivar las bandas en un barullo, el jugador con más garra metió el pie y fue el gol más sonado de la historia reciente de este club. Todos nos pusimos de rodilla y sólo se escuchaba en el estadio el nombre de ‘polaco’. Fuiste quien nos dio ilusión. Antes del tiempo reglamentario hubo otro gran fallo. Cristo delante del portero cruzó excesivamente el balón y nos dejó con la miel en los labios de un triunfo que no quería llegar. Y siguió el partido en la prórroga todos seguíamos alentando al equipo pero las fuerzas iban disminuyendo, incluso el autor de nuestro gol salió prácticamente muerto del campo. Era lógico. Un gran esfuerzo y ganas de dar una alegría a la afición. Vino el tiempo de la lotería. Los penaltis dieron el comienzo. El primero de los nuestros lo lanzó el portero no desaprovechando su chuc metiéndolo en la red. Y aquí vino el milagro. El tercer penalti, el cuarto y el quinto fueron parados por nuestro cancerbero. Fue el apoteosis final donde todos los aficionados saltaron al terreno de juego para celebrar con nuestros jugadores la tan costada victoria de nuestro equipo ante un equipo de superior categoría como es el Numancia. Fue preceptivo el manteo a nuestro portero. Y el final de la apoteosis fue cuando la afición dijo: “Quédate Luhay”.
Noche completa para nuestro primer equipo. Y ahora a esperar la bolita que nos dirá el siguiente equipo que nos tendremos que enfrentar. Ojala que sea uno de los grandes de nuestra famosa Liga de primera división.