En realidad, es una adaptación de una de las frases más brillantes que he escuchado últimamente, y que deja evidencia del gran nivel del abecedario y del ingenio del español: “En mi hambre mando yo” (Eduardo Galeano, escritor uruguayo).
Este abecedario tan alegre trae también gran enseñanza, ya que pone de manifiesto, que si bien, el mundo material, la sustancia, puede sernos inalcanzable, al menos, que nuestro ser, nuestra esencia, la cultura, perduren con dignidad hasta el final.
Detrás de este llamado a la preservación de la cultura y del lenguaje, simbolizados por Cervantes, vamos a detenernos en su significado en cuanto a la salud mental.
Se lo decía el otro día a Beatriz Palomo en su programa El Paseo: hay que rebelarse contra los síntomas.
Si leemos los manuales de psicología, veremos en su apartado del trastorno conocido como esquizofrenia, que éste se caracteriza por la apatía, la ausencia de expresividad emocional, aislamiento, falta de eficacia en la resolución de problemas… A lo que yo mantengo, que esta circunstancia, aparte de ser habitual, no es una razón matemática.
Siempre estamos a tiempo de emanciparnos de nuestros síntomas en un gesto de última dignidad: En mi mente mando yo.
Yo decido mi comportamiento mental. Al menos, esta es mi última pregunta, mi respuesta vital, mi testimonio. Mi principio y mi fin en la lucha por una salud mental en positivo.
En una sociedad de la información y de redes sociales, donde el comportamiento cultural está en falta, y el saber se ha trivializado hasta la inanición, la mente del individuo está ausente. Es mi experiencia y es mi opinión que el consumo de cultura clásica estructura la mente, la fortalece, le da herramientas, le imprime carácter, y la predispone para la batalla final: la salud mental.
La cultura, en mi experiencia vital, ha sido un agente sanador fundamental, ha hecho que la voz de mi conciencia despertara y expulsara los falsos espíritus de la enfermedad (que por esquizofrenia se conoce). Puede que no tuviera un duro, pero al menos mi existencia estaba llena de valor, y en la cadencia de mis pensamientos se entremezclaban las claves y los silencios.
Por eso llamo a rebelarse contra los síntomas del trastorno mental, pero también contra la pobreza de espíritu. Y en la seguridad de que la galería de los autores que me han ayudado son lo mejor que ha dado la humanidad. Cuando escriben una obra, en verdad te están dando un consejo para el buen vivir. Estoy muy orgulloso de poder interpretar el idioma castellano.
No te conformes, consume cultura, dale un referente a tu salud mental.