Hoy te he visto por última vez. Se me vino a mi mente los días donde tú estabas con todos nosotros. Esa presencia de joven alegre. Donde tus charlas de la vida era la envidia de todos nosotros. Eras el más joven por eso te escuchábamos. La frescura de tus intenciones. Tenías claro que el momento era lo más importante. Tenías que vivir. Por eso no parabas. Tenías tu agenda bien llena de ilusiones. Que bonito es ser joven. Recuerdo cuando hablaban dos generaciones. Una a punto de caducar, por la edad. Y otra tú recién aterrizado en este pueblo. Le diste una lección de cordura para que estabilara ese Caimán caduco. “Deja que venga gente joven a reemplazante”.
Pero la sabia antigua se fue de nuestro lado igual que tú decidiste dejarnos. Muchas veces pensaba en tu actitud. Joven, apuesto, con ganas de marcha, mujer de fuera de Ceuta. Una sana envidia nos corroía a todos los que te escuchábamos. Es la juventud. Loca, con ganas de experimentar. Ya le llegará el día de frenar. Pero nadie esperaba esto. Cometiste una equivocación pero estás perdonado. La juventud y la fogosidad fue tu perdición. Los momentos del tiro dentro del Cuartel de la Legión. Allí nos diste una nueva lección de cómo se podía aguantar cosas de la mili. Los bofetones que corrían como el agua clara en un río. Nunca es la misma gota. Pero sí en química es lo mismo. Lo que importa que has dejado una impronta muy fuerte entre todos los que hemos tenido el gusto de conocerte.
Hoy he estado con todos tus familiares y les he dicho que eras una persona extraordinaria. De lo mejor que me he echado en cara Y que la verdad he sentido muchísimo la decisión de irte a otro lugar. Un sitio donde estás muy alejado de todos los que te hemos admirado en vida. La familia está muy por debajo de moral. Pero sabemos que tus ganas de vivir seguirán en otro plano. Y tus enseñanzas siempre estarán en el recuerdo de todos nosotros. Nosotros seguimos en este valle de lágrimas y tú descansa en paz pero feliz. Adiós y hasta pronto querido amigo y compañero Brahim.