Las cifras parece que juegan en contra. Once días de estado de alarma, de momento nueve casos positivos por coronavirus. Pero si se alza la vista, a pesar de un cielo encapotado y plomizo, se pueden ver cada vez más arcoíris en balcones y terrazas. La luz que saca una sonrisa y da esperanzas a quienes van camino de dos semanas encerrados en sus casas.
Una esperanza que viene porque tiene color, un color pintado por los niños. También porque refleja el compromiso de la ciudadanía por la seriedad de la situación que se vive actualmente. Unos días que se hacen largos, y cada vez más, pero que cuando pasen se rememorarán como un mal recuerdo.
En las calles, nada cambia. A veces hay espejismos, como ese pequeño atasco de vehículos en la Marina. No es que el tráfico vuelva a reanudarse: son los controles que llevaba a cabo la Policía Local en este punto de nuestra ciudad, y que ralentizaban la circulación.
Cada vez se ven más mascarillas y guantes. Este miércoles los paraguas se han dejado en casa y se han cambiado por los carritos. Es día 25 y muchos jubilados aprovechan para aprovisionarse. La vida sigue dentro de los supermercados, y de ahí a la casa.
Fuera, en las calles y carreteras, vehículos militares que controlan determinados puntos o hacen su ronda por la ciudad. La Guardia Civil revisa la documentación y pregunta a los conductores adónde se dirigen con la playa de Benítez de fondo. En la avenida de África, camino a Zurrón, agentes de Policía Local. Todas las fuerzas de seguridad se coordinan para que la propagación de un virus que ya está en Ceuta se frene.
Un vandalismo que no cesa
En un aparcamiento, un coche calcinado completamente y desguazado parece profetizar un caos que solo se intuye y se ve en el esqueleto de este vehículo. No se sabe cuándo pudo arder, ni cuánto tiempo lleva chamuscado. Aunque parece un síntoma de que hay cosas que no cambian: la cultura del fuego sigue viva.
Aunque han bajado de manera evidente las quemas de vehículos desde el comienzo del estado de alarma, quienes llevan a cabo actos vandálicos también ven su oportunidad para salir con la impunidad que creen tener. Sus víctimas están por toda la ciudad. Y a pesar de ello, todavía se puede mirar al cielo y encontrar algún arcoíris.