Regino Hernández ha pasado a ser el archiconocido deportista caballa. Hasta la fecha solo había aparecido en las crónicas periodísticas, pero el jueves se convirtió en el hombre más buscado en internet, protagonizando las portadas de todos los medios de comunicación. El caballa había conseguido una medalla de bronce que sabe a oro, ha hecho historia, ha obtenido el fruto de su trabajo. Tras el sofocón que nos llevamos todos, porque aunque marchara muy pronto de nuestra ciudad lo sentimos como ‘algo nuestro’, llegaron las valoraciones. Algunas más acertadas que otras. Felicitaciones, mensajes en redes sociales y el momento ‘yo me lo guiso, yo me lo como’ al intentarse una apropiación de su éxito particular como si fuera el resultado de la gestión deportiva institucional. Todos sabemos la jaula de grillos en que se ha convertido el ICD. Si contáramos cómo de canutas lo pasan nuestros deportistas, quizá se extendería la vergüenza entre quienes están llamados a liderar una política en mayúsculas, que hoy por hoy se queda demasiado chica. Leo que la Ciudad se alegra por, más o menos, ‘parir’ deportistas de elite como Regino. Se ha hecho el ridículo apropiándose de los logros que solo son producto del trabajo de Regino Y una se pregunta qué habrá hecho el Gobierno para que el medalla de bronce consiga este éxito. Igual me he perdido y las subvenciones que durante años y años y más años se han chupado determinados deportes (y se siguen chupando) han ido a parar al fomento de otras modalidades. La fiebre de Regino les ha vencido, tanto que les provocan ilusiones hasta el punto de hacerse copartícipes de un éxito que es solo de este ceutí y de quienes le han apoyado. Los demás podemos alegrarnos, podemos felicitarle, podemos incluso plantear algún tipo de homenaje... pero sin superar barreras que suenan a algo ridículo. Si para algo debe valer la gesta de Regino es para que la Ciudad cambie el chip y lidere una auténtica y válida política deportiva, con instalaciones dignas, con apoyos reales, sin tener a muchos deportes mendigando para obtener apoyos o haciendo que sus deportistas las pasen canutas para competir y ¡representar a Ceuta en la península! ¿O no se acuerdan de lo que sucedió estas Navidades?, ¿y de las condiciones en que tuvieron que regresar caballas que fueron a extender el nombre de Ceuta al otro lado del Estrecho? Menos flores para un huerto que nunca han abonado lo suficiente, por favor.