Cuatro, cinco y seis meses. Es el tiempo que lleva sin respuestas un grupo de marroquíes y argelinos del CETI en Ceuta. Esperan aún la condición de asilo que les abra las puertas de la Península.
Una treintena de usuarios del centro, congregados en la entrada, expresan su descontento. Sienten que no tienen voz ni voto en este asunto ni tampoco a nadie a quien acudir para atender sus quejas.
Es esta la razón por la que cuentan a El Faro cómo viven su situación. Comentan que llevan meses con esta problemática y trasladan que, ante esta falta de soluciones, pretenden poner en marcha una huelga de hambre.
Todos quieren partir a la Península. Comenzar una nueva vida, buscar un empleo y generar ingresos que les permitan subsistir. Así lo cuenta Ali Kouadri Boudjelthia, un ciudadano argelino. “Estoy cansado. Tengo 50 años. No puedo trabajar ni ganar dinero. Solo queremos una cita”, señala.
Ante su insatisfacción este grupo de usuarios del CETI plantea iniciar una huelga de hambre en señal de protesta. De hecho, Boudjelthia comunica que, en efecto, este lunes han comenzado con esta manifestación. Un último intento para que alguien conteste a sus dudas y ataje su incertidumbre.
Sienten que otros residentes del centro sí tienen la oportunidad de partir al poco de irse y de ser atendidos para solicitar asilo. “Sentimos que no importamos. Parece que no nos quieren subir a la Península”, estima.
No es un secreto que, como podría ocurrir en cualquier vivienda con varios inquilinos, la convivencia a veces puede resultar complicada. Rebahi Mahdi, otro argelino, asegura que esta demora causa estragos y crea, en ocasiones, un ambiente de tensión.
“Hablo en nombre de todos. Los problemas que se están dando en el CETI vienen de estas esperas. Llevamos mucho tiempo. Al final, se frustran y surgen peleas”, indica. Sin embargo, varios de los residentes, apuntan a no todos participan en estos enfrentamientos y que “pagan justos por pecadores”.
No se han quedado de brazos cruzados en este tiempo. Explican que ya han preguntado sobre este tema e indican que no reciben una contestación que resuelva sus dudas. “Dicen que no les incumbe. No podemos quejarnos ni hablar de esto”, detalla Mahdi.
“Hay personas que han llegado hace poco y ya tienen una cita”, menciona Boudjelthia. “El CETI no es lo que era antes. Hay muchas cosas que deben arreglarse”, concluye.
Esta treintena de usuarios del centro quedan aún a la espera de una cita. Mientras tanto, aguardan la llegada del día en el que, finalmente, puedan dejar atrás sus instalaciones y tomen rumbo a la Península.
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