El cuidado y respeto del patrimonio de Ceuta es una de las grandes asignaturas pendientes de la Ciudad. La dejadez y el olvido constituyen la combinación fatal que causa la muerte en vida de muchos bienes con historia que hoy están incluso ocupados por personas que tienen la osadía de hacer obras en su interior. Es lo que está pasando en la batería de Valdeaguas. Un lugar sobre el que llegó a haber un proyecto de recuperación que nunca se ejecutó y que hoy, además de estar llena de basura, es pasto de la actuación de los que la han tomado como residencia, hasta el punto de hacer obras dentro e incluso colocar puertas.
Lo que está a la vista de todos parece ser obviado de forma insultante, permitiéndose que durante años bienes históricos sean alterados por unos pocos sin que el Gobierno, que dispone de una sección de patrimonio, haga algo por solucionarlo. Okupas hay en la batería de Valdeaguas, pero también los hay en el castillo de San Amaro y en fortines históricos.
La asociación Septem Nostra recuerda que planteó en el trámite de exposición pública de la revisión del PGOU la declaración de las baterías de costas como Bienes de Interés Cultural “sin que nuestra propuesta fuera tenida en cuenta”, recuerda en declaraciones a El Faro de Ceuta, el presidente de la asociación, José Manuel Pérez Rivera.
“La batería de Valdeaguas ha tenido el triste destino de muchos elementos fortificados de Ceuta. Una vez que dejaron de ser útiles para la defensa de la ciudad cayeron en el olvido”, completa. De ese olvido se han aprovechado aquellos que los están empleando como vivienda pero que además alteran esa edificación construyendo en la misma.
“Una parte importante de los restos de murallas, baterías y garitones construidos entre finales del siglo XVII y el siglo XVIII fueron integrados en los conjuntos históricos declarados Bien de Interés Cultural entre finales del año 1997 y comienzos de 1998. No obstante, esto nos los ha salvado de su abandono y progresivo deterioro. En el caso de las baterías de costas datadas en su mayor parte entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, no fueron incluidos en los mencionados conjuntos históricos y en la actualidad no gozan de ningún tipo de protección jurídica”, advierte Pérez Rivera.
Y esa falta de protección supone una patada a la historia de Ceuta y otra más grande al respeto que se debe tener hacia posteriores generaciones que deberían heredar el patrimonio de su tierra lo más cuidado posible. No es así. Además de la degradación actual y permitida, podemos asistir en cualquier recorrido por la ciudad a cómo se está permitiendo que bienes históricos y en muchos casos protegidos se caigan a pedazos. Así está ocurriendo con el garitón salvado del antiguo cuartel de las Heras o los restos del parque de Santa Catalina. “En términos generales, apreciamos una dejadez general respecto a la obligación que tienen las autoridades competentes de proteger y conservar nuestro rico y valioso patrimonio cultural. No es la primera vez que algunos de estos inmuebles de valor patrimonial son ocupados de manera ilegal, como ha ocurrido en el caso de las baterías del Quemadero, el fuerte de la Palmera, el fuerte del Sarchal, la batería de la Torrecilla o el fuerte de San Amaro. Nada esto sucedería si se ejerciera un control y una vigilancia constante de estos bienes culturales. Sería urgente redactar y aprobar un plan general de protección y conservación de los bienes culturales de Ceuta, dotado de los suficientes recursos económicos para garantizar el cumplimiento de sus objetivos. De igual modo, consideramos igualmente urgente la actualización del catálogo de bienes inmuebles protegidos en la Ciudad de Ceuta. Finalmente, solicitamos que de manera inmediata se desaloje a las personas que han ocupado de manera ilegal la batería de Valdeaguas”, exige Pérez Rivera.
Con la inacción actual estamos colaborando a un insulto general a la historia que encierra esta batería y que rememora el propio presidente de Septem Nostra. “Diversos acontecimientos internacionales fechados en 1885, como el conflicto entre rusos e ingleses por el control del Turquestán o la Crisis de las Carolinas que enfrentó a España con Alemania por la posesión de las islas en el océano Pacífico suscitó la preocupación del Ministerio de la Guerra por el control del Estrecho de Gibraltar y la defensa de Ceuta. Esta inquietud del reino de España se materializó en el diseño y puesta en marcha de un ambicioso plan de artillado de la costa septentrional de Ceuta, tal y como explica con detalle el investigador Juan José Contreras en su estudio ‘La artillería de costa en Ceuta. Origen y presente’. Justo este año de 1885 se aprueba el proyecto de la batería de Valdeaguas cuyas obras se ejecutaron entre los años 1885 y 1888”.
En esta batería se instalaron dos grandes cañones Krupp de 26 centímetros que quedaron en desuso a comienzos del siglo XX y prácticamente inservibles al comienzo de la Guerra Civil española. “No obstante, estas piezas de artillería, ante la posibilidad de un desembarco aliado en la orilla africana del Estrecho, fueron reinstaladas en el año 1941 en la batería K-11 de Yebel Tala”.
Toda esta historia no solo es obviada sino que se permite que los okupas se burlen de ella a la vista de todos, sin remedio.
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