Cientos de marroquíes continúan acercándose a la oficina del Tarajal en Ceuta para solicitar asilo, evitando de esta manera su
devolución a Marruecos y facilitando, indirectamente, su más que probable entrada en la Península. El
efecto llamada es claro y si este martes había aglomeraciones, hoy la presencia se duplica con largas colas que ocupan toda la frontera. El objetivo es conseguir la cita del
Cuerpo Nacional de Policía cuyos agentes se han quedado completamente desbordados ante una situación inusual.
Y es que la oficina de asilo en realidad nunca funcionó como tal, ya que no había demanda y las registradas se canalizaban a través de Otero. Es ahora cuando está recibiendo lo que nunca, dejando entrever una problemática clara que va a sufrir la ciudad: Marruecos no aceptó la devolución de los que entraron a nado en mayo -salvo en el inicio de la crisis- y ahora esa población -cuyo número ni se sabe y que está en las calles o en casas- solicita la protección para blindar su estancia en Ceuta, ya que esto impide su entrega si Marruecos cambia de actitud.
La delegada del Gobierno, Salvadora Mateos, anunciaba este lunes que se esperaba una solución hoy mismo para devolver a los adultos que el vecino país se había negado a aceptar tras las intensas batidas policiales en su busca. La respuesta ha sido la de solicitar en masa el asilo para, ahora, vetar esa entrega que, de todas formas, ni siquiera ha sido aceptada por el vecino país.
Y lo grave ya no es sólo el colapso generado, sino que la propia figura del asilo queda desvirtuada ante casos que no cumplen con los requisitos, siendo su solicitud empleada para evitar la expulsión, como tradicionalmente ha pasado con la comunidad argelina. Si en un mes no se resuelve esa petición de asilo, el inmigrante puede marchar a la Península sin problemas, por lo que se está ante un intento en masa de provocar ese fin.