Veo últimamente por las calles del pueblo pasquines propagandísticos anunciando soluciones prodigiosas. Están pegados en las paredes, en los parabrisas de los coches, en algunos escaparates, desparramados por el suelo y en los rincones más insospechados de nuestra ciudad.
Curaciones milagrosas, sanaciones varias, mejunjes para conseguir amores imposibles, vencer a los males de ojo y a todo tipo de entuertos.
Son vendedores de crecepelos los que, utilizando un lenguaje místico y torticero, anuncian panaceas extraordinarias, prodigios mágicos, poderes ocultos o sanaciones espectaculares.
Son los mercachifles que traen las buenas nuevas, vendedores de humo, timadores de las pobres gentes necesitadas e incautas que acuden a estos magos de pacotilla para invertir su dinero y esperanza en lo imposible.
Curaciones milagrosas, sanaciones varias, mejunjes para conseguir amores imposibles, vencer a los males de ojo y a todo tipo de entuertos
Queridos amigos, no os dejéis embaucar por los encantadores de serpientes que te robarán el alma y te meterán la mano en el bolsillo. Afrontar la realidad de vuestra circunstancia, buscar el cariño y la empatía, arroparos unos a otros, abrazarnos como si el abrazo fuera el escudo para ahuyentar a esos profetas que se aprovecharán de los bajos fondos del dolor para sacarnos la vida, si es menester. Hoy me he atrevido a ir a la consulta del hermano Miguel que es un no va más sacando culebrinas.
Me veo bebiendo orina, tragando agua del mar, comiendo flores de Bach, esnifando lejía y zampándome una cagarruta de cabra.
Pero la culebrina se irá al carajo y tal vez yo a la tumba.