El Consejo de Gobierno de Ceuta aprobó a mediados de mayo un gasto plurianual de algo más de 4 millones de euros para, entre 2022 y 2023, conseguir que el Parque de Santa Catalina se convierta de verdad en el vergel que se prometió cuando se acometió la segunda fase del sellado definitivo del antiguo vertedero, que con el paso del tiempo ha resultado un erial. Cuatro meses después, Tragsa todavía no ha comenzado los trabajos previstos en la zona.
La administración local no remitió al Ministerio de Transición Ecológica hasta primeros de septiembre la solicitud de autorización preceptiva para acometer los trabajos y actualmente ese departamento está analizando si la competente para dar luz verde es el Área de Costas de la Delegación, lo que presumiblemente aligeraría los plazos, o sus servicios centrales.
El plan del Ejecutivo local pasaba por invertir medio millón de euros este año y 3,5 más el siguiente para dar a los 60.000 metros cuadrados de superficie diana “los valores ecológicos y recreativos que las actuaciones previas no lograron”.
Las actuaciones previstas incluyen el aporte y extendido de suelos “para crear una capa superficial con características fisicoquímicas adecuadas y espesor suficientes para el arraigo y desarrollo de la vegetación”.
A partir de ahí se añadirá tierra con enmiendas orgánicas para mejorar la fertilidad del sustrato, ya que el colocado por la adjudicataria del primer proyecto era poca y mala. A día de hoy “los suelos se encuentran degradados y con un bajo porcentaje de materia orgánica” y “los datos de profundidad son bajos e irregulares”, supuestamente también por la acción de “fenómenos de erosión y escorrentías”.
Después tocará “realizar las enmiendas orgánicas necesarias” para “incrementar la fertilidad del sustrato y mejorar sus propiedades físicas (estructura, capacidad de retención de agua, aireación…) con fertilizaciones químicas que generalmente contienen nitrógeno, fósforo y potasio en distintas proporciones, más otros constituyentes, como el magnesio.
Como propuesta frente a la pérdida de suelo, principalmente en las zonas del talud, Tragsatec ha planteado recurrir a técnicas de bioingeniería como mantas y mallas orgánicas y geoceldas que se utilizan fundamentalmente como protección frente a la erosión hídrica y eólica.
La “revegetación” se hará con especies que se consideren viables para ese entorno, particularmente azotado por la salinidad del mar y el viento. La actuación concluirá con la “revisión y restauración de elementos del parque que puedan encontrarse deteriorados: viales, cunetas, obras de paso, mobiliario e instalación de riego”.
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