Celaya explicó que las lluvias torrenciales de abril provocaron las filtraciones ya subsanadas. Fuentes de la Consejería añaden la voracidad de las gaviotas
La labor de impermeabilización de las cubiertas del Museo del
Revellín de San Ignacio, donde se expone ‘Mariano Bertuchi. Un pintor en la memoria’, asegura que la obra del artista permanezca intacta pese al inicio de las lluvias. Así lo manifestó el consejero de Educación y Cultura, Javier Celaya, al ser preguntado acerca del riesgo que pudiese correr la colección tras las filtraciones aparecidas a comienzos de año.
El titular del área recordó que, por el mes de abril, cayó en Ceuta una tromba de agua tremenda que provocó algunas goteras que, de inmediato, fueron reparadas mediante su sellado con un material aislante que, hasta la fecha, ha demostrado ser un método eficiente. La torrencialidad de las lluvias y el exceso de agua en las claraboyas que abren paso a la luz natural obligó al personal del Servicio de Museos y a la plantilla contratada a apartar los cuadros por miedo a que se mojasen.
Aunque la Consejería puso remedio a esta situación en cuanto tuvo conocimiento de las primeras fugas de agua, Celaya indicó que los trabajadores destinados en el Revellín de San Ignacio están pendientes de impedir que la colección de Bertuchi vuelva a exponerse a tal tesitura.
¿Consecuencias de naturaleza animal?
Fuentes de Cultura explicaron que tienen sospechadas fundadas de que, además del factor meteorológico, existe otro de naturaleza animal. Las mismas personas relacionan la búsqueda de alimento de las gaviotas y pavanas con aquella aparición de goteras en la primera sala que ocupa la obra de Bertuchi en la actualidad.
El sellado del vertedero de Santa Catalina ocasionó que estas aves emigrasen al casco urbano y encontrasen cobijo, entre otros lugares, en las Murallas Reales. Por las tardes, la colonia se hace notar con golpes en las cubiertas de ese Revellín.
Un problema similar sufrieron los inquilinos de la Residencia del
Campus Universitario hasta hace un año. La misma Consejería de Cultura tuvo que instalar estructuras coronados con pinchos de acero para evitar que las aves se posen en los tragaluces de las habitaciones de los universitarios, por los perjuicios que estaban ocasionando porque picaban el aislamiento exterior y por la acumulación de excrementos.
Los tragaluces en el techo del Museo de las Murallas Reales también se encuentran ennegrecidos, sin embargo, se debe más a la permanencia de unos adhesivos que protegían los cristales y que el tiempo ha ido deteriorando hasta presentar su aspecto actual. Según pudo conocer este periódico, la intención es su retirada para que proyecte una imagen límpida.