El Consejo de Administración de Obimasa debatirá mañana una propuesta de su presidente, Yamal Dris, para encomendar a Tragsa las actuaciones de “control y erradicación” de la plaga de picudo rojo que fue detectada hace más de diez años y cuyo último rastro se localizó en 2019. La sociedad municipal considera que sigue siendo necesario “dar continuidad a las medidas fitosanitarias preventivas y a la vigilancia sistemática (incluida monitorización con trampas de feromonas) al objeto de evitar la difusión y proliferación del agente nocivo en el palmeral de la ciudad habida cuenta de la estratégica y singular situación geográfica de Ceuta, que propiciaría el reclutamiento de efectivos poblacionales de la especie-plaga (de forma activa y/o pasiva) desde regiones vecinas, tanto desde el hinterland continental como desde la Península Ibérica”, tal y como se cree que sucedió hace dos años.
A juicio de los expertos de la administración local, “a pesar de la ausencia de nuevas infestaciones de palmeras en los últimos años y de los resultados de monitorización de adultos de picudo rojo en el último año (trampeo con feromonas), resulta absolutamente necesario mantener un estado de continua alerta, pues el riesgo de nuevas infestaciones en Ceuta siempre ha sido conceptuado como elevado a tenor de la existencia de focos activos en áreas cercanas”.
De acuerdo con los informes elaborados para el expediente de la encomienda, “la detección hace dos años de adultos de picudo rojo en territorio ceutí viene a corroborar esta circunstancia” y el hecho de haberse capturado ejemplares adultos del agente nocivo “hace necesario el mantenimiento de las medidas fitosanitarias de erradicación, control y vigilancia de esta especie plaga de las especies de palmeras en el ámbito territorial de Ceuta, durante al menos tres años consecutivos desde la última detección de conformidad con las directrices de la Comisión europea al respecto”.
Para Obimasa “es del todo necesario continuar la implementación de medidas fitosanitarias de lucha integrada contra esta especie-plaga, centradas principalmente en: tratamientos fitosanitarios preventivos y/o curativos, llegado el caso, con agente biológico entomopatógeno, vigilancia continuada y sistemática del palmeral ceutí en su conjunto y monitorización de los niveles poblacionales con trampas de feromonas”.
Se trata, según los expertos, de garantizar los recursos necesarios para que, en caso de detección de infestaciones de palmeras, se pongan en práctica “actuaciones altamente especializadas como serían la cirugía terapéutica de palmeras o saneamiento mecánico y el posterior tratamiento continuado con sustancias insecticidas y fungicidas de tales pies de palmáceas, incluyendo la destrucción eficaz de los residuos vegetales generados”.
En casos extremos de palmeras con elevados niveles de infestación, habría de procederse a la eliminación de dichos ejemplares siguiendo un protocolo de trabajo igualmente especializado para el que Tragsa se considera la mejor alternativa, ya que “ni la propia Ciudad Autónoma ni Obimasa cuentan con los medios humanos y técnicos suficientes y con el grado de especialización necesarios para la realización de las actuaciones indicadas”.
Plaga: quince focos. Tras la declaración de la plaga en 2009 el agente nocivo se expandió rápidamente por todo el ámbito territorial de Ceuta, llegando a conformarse un total de 15 focos distintos, afectando a numerosos ejemplares de palmera canaria.
Últimos ejemplares adultos. En junio de 2019 se capturaron tres individuos adultos de picudo rojo en dos trampas de feromonas situadas en Residencia Militar General Galera y en Otero.
Palmeral: cerca de 3.400 ejemplares. El palmeral de Ceuta está conformado por 3.361 ejemplares censados distribuidos por todo el ámbito territorial de la ciudad y con titularidad muy diversa. 1.384 son palmeras canarias (Phoenix canariensis, 41,2% del total; se incluyen aquí las 174 eliminadas), 498 datileras (Phoenix dactylifera, 14,8% del total); 1.317 Washingtonia sp. (39,2%) y otras especies (162, 4,8%), según los datos que maneja la sociedad municipal Obimasa, dependiente de la Consejería de Medio Ambiente.
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