El viento y el frío devoraban ayer las esquinas de las instalaciones de Obimasa. Pero ni por esas. El Día de la Mochila, que se celebraba en el centro de restauración forestal y de educación ambiental a través de unas jornadas de puertas abiertas, contaba con el apoyo del público. Las jornadas fueron un éxito. Las familias se agolpaban ayer a las puertas de las instalaciones para participar en el taller de reciclaje, en el teatrillo de guiñol y en las visitas al jardín botánico y al vivero forestal. Unas actividades que se desarrollaron desde las 11.00 hasta las 14.00 horas. “Pretendemos que los padres de Ceuta, a través de sus hijos (que suelen acudir cada año al centro por visitas concertadas con los colegios), conozcan estas instalaciones y las labores que realizamos”, explicaba la gerente, Carolina Hurtado de Mendoza.
De las instalaciones hablaba ayer también Ana Vallejo, técnico en Educación Ambiental de Obimasa. Decía Vallejo que el enclave ha contado con mejoras en los últimos meses. Con la construcción de dos aulas nuevas para que los niños realicen actividades de educación ambiental. Dos aulas luminosas y adaptadas a las actividades. Y de una sala para realizar teatrillos de guiñol. Como el de ayer, en el que el pequeño Carlos y todos los menores arremolinados allí aprendían a cuidar los árboles.
Del guiñol a la granja. Durante el recorrido, Vallejo señalaba el edificio antiguo, el que albergaban las oficinas y aulas del centro hace años, y que en breve será derruido. Es ahí donde Obimasa cobija ahora esperanzas para avanzar. Confían en que una vez demolido el edificio, una vez construidas las zonas verdes y de recreo para los usuarios del centro, para los niños, con bancos, “se mejoren las instalaciones de la granja”. ¿Se mejoren? “Sí, que se adapten más a los animales. No es que los animales estén mal, en absoluto, pero sí es cierto que la granja necesita mostrar un aspecto más moderno. Se están realizando las gestiones para que podamos contar con eso, aunque sabemos que estas cosas van despacio”, relataba Vallejo.
La granja alberga en un mismo espacio ovejas, gallinas y patos. Eso con un simple vistazo. En jaulas pequeñas están los conejos. Y en el estanque, lo explica el biólogo Ricardo Ugarte: “Hay una decena de galápagos de Florida que la gente va abandonando. Preferimos que lo dejen aquí a que lo suelten en el pantano, donde desgraciadamente hay muchos más, porque se están cargando las especies autóctonas. Estas tortugas parecen inofensivas, pero se comen hasta los huevos y las crías”. El vivero forestal acoge la comunidad de limonium que se instalará en los taludes del vial de Benzú El biólogo de Obimasa, Ricardo Ugarte, ha conseguido trasladar un bosque en apenas 500 metros cuadrados. Un bosque con 700 especies de plantas, en las instalaciones del centro, en García Aldave. De las especies, 200 son autóctonas. El resto, frutales, ornamentales, forestales. En el jardín botánico de Obimasa hay de todo. Plantas de Sudamérica, de Asia, de diferentes enclaves europeos. Es el propio Ugarte, quien aprovecha sus viajes para traer nuevas especies. Es además en este vivero, que ayer se abrió al público con motivo del Día de la Mochila, donde también ‘descansa’ la comunidad de limonium que se instalarán en los taludes de la carretera de Benzú. Una especie propia del Estrecho de Gibraltar, de este enclave, que culminará con el proceso de remodelación y adecentamiento del vial. Y que descansa junto a más ejemplares de palmeras, “que son las mismas que están en la Plaza de los Reyes”. El vivero conserva las especies que luego se irán plantando en la ciudad. Una forma de ahorrar costes. Además, Ugarte habla de uno de los objetivos principales que tienen en Obimasa. Conseguir implantar cada vez más especies autóctonas como el alcornoque y el quejigo africano y andaluz. Y acabar con el eucalipto.