Obimasa destruye 2.235 bolsas nido de procesionaria

La Consejería de Medio Ambiente y Sostenibilidad, a través de Obimasa, ha concluido su campaña de invierno de tratamiento de la procesionaria del pino, que se desarrolló en los montes ceutíes entre el 14 de diciembre de 2015 y el pasado 9 de enero.

Como resultado de la misma, se han destruido aproximadamente unas 2.120 bolsas-nido por el método de disparos de escopeta. La superficie sobre la que se ha actuado en esta campaña ronda en torno a las 15 hectáreas, cifra similar a la del pasado invierno, si bien en buena parte de tal área los niveles de infestación eran bajos, centrados en árboles aislados o en pequeños rodales. Ello se traduce en que la superficie objeto de tratamiento con niveles de infestación significativos ha sido de unas 6,5 hectáreas, centradas fundamentalmente en rodales de pinar de pino canario o Pinus canariensis.
Por otro lado, el número de bolsones eliminados mediante corta y destrucción ha sido de 115. Por tanto, la cifra total de bolsas-nido de procesionaria destruidas en esta campaña de invierno 2015-2016, ha ascendido a unas 2.235.
El tratamiento aplicado, de manera mayoritaria en los montes ceutíes, ha sido la destrucción de bolsones-nido de procesionaria mediante disparos de escopeta, al igual que en años anteriores. Desde Obimasa aseguran que este sistema es el más viable y efectivo en masas de pinar dispersas, poco extensas y enclavadas en topografías abruptas, como son los pinares de los espacios naturales de nuestra ciudad. Además este sistema no genera daños colaterales sobre la fauna asociada, como podría ocurrir con fumigación masiva con insecticidas. Asimismo, en determinadas zonas de más fácil acceso o especial problemática se ha procedido a la corta de ramas y ramillos con los bolsones-nido y destrucción de los mismos.

Una infestación menor
En líneas generales, en esta campaña se han observado unos niveles de infestación algo menores respecto al año anterior, hecho que se aprecia especialmente en el rodal de la subida de Esparta y en la cuenca del Embalse del Renegado, tratándose ambas zonas de repoblados de pino canario.
Los biólogos de Obimasa estiman que este decremento en los niveles de infestación pueda deberse, en buena medida, a los efectos de los dos graves incendios acaecidos en los dos últimos años (julio de 2014 y octubre de 2015), que afectaron a pinares que habitualmente albergaban numerosas colonias de procesionaria.
En todo caso, los niveles de infestación se vienen manteniendo relativamente estables, con las lógicas fluctuaciones interanuales, variables según las zonas, desde hace ocho anualidades. Pese a ello, algunos vecinos de diferentes zonas han mostrado su malestar ante la presencia de esta oruga que ha sobrevivido a esta campaña, por lo que la Ciudad deberá adoptar las medidas necesarias para acabar definitivamente con esta plaga.

Muy peligrosa para niños y animales

La procesionaria o Thaumetopoea pityocampa es una plaga endémica de los pinares de la región mediterránea, concretamente en los montes ceutíes, que tiene una especial incidencia en aquellas manchas de pinar habitualmente afectadas por esta especie-plaga, que se corresponden con antiguos repoblados de especies alóctonas, principalmente pino canario y pino de monterrey.
La oruga suele presentarse siempre en forma de procesión (ligadas unas a otras) y ubicarse cerca de los pinos donde instalan los bolsones en los que se desarrolla la larva y son precisamente esas procesiones lo que resulta tan llamativo para niños y animales que tienden a tocarlas por su colorido y sus dimensiones.
Los problemas de las orugas no se limitan a la urticaria en las personas pues perros y gatos son especialmente vulnerables. Si los pelillos entran en contacto con las mucosas o con los ojos de los animales, los síntomas suelen ser picores, urticarias y sensación de quemazón y si la tocan suelen comenzar a babear y a rascarse la zona de la boca.
A veces las ingieren y el tóxico que contiene el insecto les provoca una necrosis en la garganta y en la lengua.
En los casos menos graves, la piel se daña y aparecen ampollas, pero en la mayoría de las ocasiones, la ingesta o simple contacto con la procesionaria provoca la muerte del animal, por lo que es necesario evitar a toda costa el acercamiento del animal a la oruga.
En caso de contacto, se aconseja  acudir cuanto antes a la clínica veterinaria y, si no es posible, lavar la zona con agua para diluir el tóxico.

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