Nicho 288, dirección Santa Catalina, galería ‘Virgen de las Mercedes’. Ahí reposa, desde ayer, el cuerpo del varón que fue encontrado el pasado lunes en la playa del Tarajal. El temporal de Levante quiso que el cadáver quedara visible y pudiera ser recuperado por la Benemérita.
De otra forma hubiera tardado meses en aparecer, o quizá nunca lo hubiera hecho. Ayer, finalmente, aprovechando la tregua de la lluvia, pudo descansar en paz, en uno de los nichos que el camposanto destina a los ‘sin nombre’. Decenas de ellos están enterrados allí. Se trata de hombres, mujeres e incluso una niña que fallecieron en su intento por alcanzar la otra orilla. Algunos pudieron ser identificados, otros ni eso. Quizá sea esa la mayor desgracia para sus familias, ya que nunca sabrán de su fallecimiento.
En ese limbo queda la familia de este varón, fallecido por asfixia por inmersión, y que presumiblemente fuera de origen magrebí, según los datos arrojados por la autopsia.
El cadáver llevaba atrapado por el mar al menos 15 días, hasta que al final éste lo escupió dejándolo en la orilla. Los trabajadores de Santa Catalina, operarios de Funeraria Curado, el sacerdote y una religiosa acudieron a darle el último adiós. Quisieron darle compañía, ofrecerle un responso, estar con él al menos en ese último adiós que todos los inmigrantes que fallecen en las costas reciben.
La Benemérita ha dado carpetazo al asunto sin conseguir aportar más datos que los evidentes. Carecen de denuncias sobre desaparecidos en los últimos meses, ni, tras la publicación del hallazgo, se ha presentado cuestión alguna en el cuartelillo. No se puede avanzar más en la búsqueda de una identidad, como tampoco se pudo hacer en los casos de otros sin papeles que descansan ya en Ceuta. Son más de ochenta los que ha acogido Santa Catalina, y eso sin contar los que se encuentran en Sidi Embarek. Todos tienen algo en común: perdieron su vida cuando, sencillamente, pretendían cambiarla.
“Ha aparecido uno, pero aquí puede haber diez”
La playa del Tarajal se erige en zona de entradas de argelinos. Los subsaharianos prefieren el acceso por la otra bahía y es que las mafias entienden hasta de vías y saben qué puertas pueden tocar para facilitar el acceso de según que inmigrante. La Benemérita sospecha que por esta zona puede haber más cadáveres, sin papeles que intentaron su acceso a Ceuta y fallecieron en el intento. “Ha aparecido uno, pero aquí puede haber diez”, indicaba un efectivo del Instituto Armado el mismo día en que se encontró este cadáver. No habla sin fundamento. Lo sospecha porque son ya varios los casos de argelinos que, una vez que consiguen la entrada enfundados en trajes de neopreno, narran al agente de turno que venían con otro compañero. Lo que pasa es que ese compañero nunca aparece, pasan los días y la falta continúa, pasan los meses y de esta historia se olvidan. Así hasta que la propia naturaleza se encargar de recordarlo. Como lo hizo el pasado lunes.
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