“Ha sido tremendo. Venían muy violentos, yo nunca los había visto así. Jamás en todos los años que llevo en Ceuta he conocido algo semejante”. Quien habla es un componente de la Guardia Civil al que ayer le tocó, como a sus compañeros de los GRS y de la Compañía de Ceuta, estar cubriendo un perímetro fronterizo desconocido. Y lo era porque los entre 40 y 50 guardias civiles desplegados no solo tenían que asumir el reto de parar a unas
Esa perfecta organización de la que hablan los guardias civiles se traduce, por ejemplo, en el hecho de que los propios subsaharianos se abrieran por distintos puntos para entrar en Ceuta. Los agentes confiesan que era imposible contener a todos, además en Marruecos había menos mehanía de la que es habitual. A pesar de ello pararon a algo más de cien personas. “Esto es muy grave o autorizan medios o las asociaciones recomendarán a los guardias civiles que no se opongan a resistirse. ¿Cómo vamos a contener si éramos dos guardias frente a 60 subsaharianos? Es de locos, si no nos dejan defendernos con los medios que existen habrá una desgracia”, añaden. Una vez repartidos los inmigrantes comenzaron las carreras de todos los que habían podido superar la doble valla. Eran poco mas de 600 personas. Empezaron a correr hacia el barrio del Príncipe al grito de ‘boza’, despertando a unos vecinos que no podían dar crédito a lo que estaba ocurriendo.
Con los teléfonos móviles en mano, los conductores de vehículos, los vecinos de las viviendas, los motoristas... todos grababan a cientos de personas que iban corriendo por las calles exhibiendo camisetas deportivas o banderas de España. Los gritos de unos y otros se pisaban, era una auténtica locura con una meta única: llegar hasta el CETI. Por la carretera había mucha ropa y zapatos desperdigados que habían sido arrojados por los propios subsaharianos. La Policía Nacional y Local activaba las unidades de las que disponía para seguir, literalmente, a todas estas personas.
Porque la Guardia Civil permanecía en la valla, ya que una decena de inmigrantes se habían encaramado. Incluso alguno de ellos había terminado quedando enredado con las concertinas.
Unas escenas eran completamente distintas a las otras. Y en Marruecos los agentes se hacían cargo de un centenar y esperaban a que los que estaban sobre la valla fueran descendidos poco a poco. Entre los rostros de los guardias civiles seguía habiendo indignación. “Esta vez era imposible contenerlos. En junio, cuando entraron, lo hicieron todos por un mismo punto pero ahora han elegido seis distintos. ¡Cómo se va a parar esto!”, explicaban indignados.
“Si no ha habido más guardias heridos es porque se iban retirando mientras nos arrojaban cal viva y mierda. Nosotros nos retirábamos pero ellos llevaban esos lanzallamas caseros con mecheros. Nadie nos dio la orden de usar otros medios, esto es lo que hay. Así es imposible que podamos defender una frontera”, agregaban los agentes.
Y mientras en el CETI todo era caótico. El centro tenía que asumir la llegada de cientos de inmigrantes. Eran casi las 8.00 horas y no hacían más que llegar jóvenes y jóvenes a la carrera. “¿Pero cuántos son?”, preguntaban algunos vigilantes a este medio. Nadie tenía cifras exactas ni tan siquiera la Benemérita. Solo se atrevían a decir que cientos. Pero el hecho es que el camino hacia el CETI con la hilera de ropajes que se iban encontrando apuntaba a que podía tratarse de una de las entradas masivas más importantes registrada. Después se confirmaría que terminaba siendo histórica.
La Policía Nacional rodeaba el centro para contener a todos los inmigrantes que iban llegando hasta el punto de cortar la carretera de acceso para evitar que hubiera altercados o que se pudiera producir algún incidente mayor.
Y así, con cientos de personas arremolinadas en las propias puertas y una cola eterna se intentaba organizar no solo la entrada de todos ellos al CETI sino también la criba entre los heridos. Porque muchos presentaban cortes que podían tratarse dentro de la enfermería del centro pero otros no, de ahí que el ERIE de la entidad humanitaria terminara llevando a cabo evacuaciones.
La filiación de todos los subsaharianos llevó a que el centro tuviera que multiplicar sus recursos humanos sin siquiera tenerlos. De momento ninguno de los inmigrantes ha sido considerado por la Policía como menor de edad por lo que todos han quedado registrados en el centro de estancia que supera ya el millar de acogidos y desde el que no se ha organizado ninguna salida a la península en meses. Es el ejemplo de un centro desbordado.
La Benemérita recogió restos de los medios empleados por los subsaharianos para entrar en Ceuta. Se recogieron a pie de valla bolsas con restos de cal viva, además de ganchos y las botellas que tenían dentro líquido inflamable además de bolas rellenas con excrementos y orines.
Ni la Delegación del Gobierno ni el Gobierno de la Nación hicieron valoración alguna sobre lo sucedido ayer, a pesar de ser considerado el salto más importante de los registrados en Ceuta. Lo único que se sabe y de manera extraoficial es que llega un helicóptero permanente para Ceuta, es decir con base aquí, para estar de inmediato en alerta por si se produjera algún intento de entrada más. De hecho en torno a 300 personas escaparon ayer por Marruecos.
Fueron muchos los ceutíes que se encontraron con los inmigrantes corriendo desesperados hacia el CETI, tras haberse adentrado en el Príncipe.
No estuvieron ni dos horas encaramados porque o bajaron por sus propios medios o bien los guardias los hicieron descender con la cesta trasladada desde el Parque Móvil y que se emplea para poder llegar hasta la cima del vallado. Algunos incluso quedaron enganchados.
La decena de inmigrantes que quedó encaramada a la valla gritaba frases reclamando libertad y llamando la atención del cámara de FAROTV. “¡Libertad, amigo, amigo, libertad!”. El que estaba más próximo a la ITV empezaba a andar sobre el propio vallado. Ese fue el primero en ser descendido y tal y como se hizo, fue entregado a Marruecos. Los demás fueron bajados con ayuda del Parque Móvil o porque ellos mismos se desplomaron. Cruz Roja comprobó su estado y después, los que estaban malheridos fueron trasladados al HUCE. Los que no, después de que el ERIE abandonara el lugar, fueron entregados al vecino país. Al otro lado Marruecos tenía instalado un pequeño campamento en donde mantenía a varios de los inmigrantes que fueron interceptados. En total un centenar, pero en torno a 300 escaparon por los montes. Un inmigrante, al ver las devoluciones, intentó escapar metiéndose por uno de los tubos que hay en la frontera pero fue alcanzado por los agentes y entregado por las puertas de la valla. Mientras el paso del Tarajal era cerrado y reforzado.
La política migratoria en el perímetro fronterizo no ha cambiado mucho desde la llegada del PSOE al Gobierno. Eso a pesar de las promesas efectuadas por Pedro Sánchez en el discurso de investidura para relevar a Mariano Rajoy en la presidencia del Gobierno. A pie de frontera que separa Ceuta de Marruecos, la Guardia Civil procedía a devolver a varios inmigrantes después de ser bajados de la valla y reconocidos por Cruz Roja. La Guardia Civil no ha recibido otras órdenes contrarias al respecto.
El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, decidió incluir en su tarjeta de presentación una promesa: la retirada de las concertinas. Todavía el Ministerio sigue esperando los informes que incluyan medidas que vengan a servir para sustituir esas alambradas de cuchillas. Ayer la amplia mayoría de los subsaharianos presentaban heridas causadas precisamente por las concertinas.
La contención a pie de valla se antoja en una misión imposible. Ayer la diferencia solo en número de personas era abismal. Marruecos sí que colaboró, ya que de hecho interceptó a un centenar de personas pero sí es cierto que tenía menos personal del habitual a pie de vallado. La situación fue complicada, sobre todo por los agentes que terminaron con heridas o de baja por lo que se fueron perdiendo efectivos ya con la merma que de por sí existía.
Los trabajadores del CETI no podían más. Todos intentaron poner orden dentro de una situación caótica e inesperada. Así que dentro del centro pudieron ir organizando a los que llegaban. Algunos estaban en mal estado y heridos, siendo ayudados por sus propios compañeros. Se intentó discriminar por grupos y poner cierto orden, también contando con la ayuda de los propios voluntarios de la entidad humanitaria que estaban desplegados.
En el centro de estancia temporal saben perfectamente lo que significa la palabra ‘boza’. Y nada más escuchar esos gritos los residentes salieron de sus módulos para recibir a los que llegaban y llegaban y no paraban de llegar. Así se vivieron esos momentos de reconocimiento entre quienes llevaban ya un tiempo esperando su salida a la península y los compañeros que habían dejado en el bosque y que hasta ayer no habían podido pasar a Ceuta cruzando de cualquier forma la valla.
El CETI tuvo que acomodarse a la situación que se estaba produciendo. Si ya de por sí tenía una sobreocupación de cien personas ahora tenía que dar cabida a 602. Así, mientras se intentaba poner orden a lo que estaba pasando y se llamaba a todo el personal disponible, los inmigrantes que iban llegando hasta el centro de estancia del Jaral esperaban en las puertas, contenidos por las unidades de la Policía Nacional y Local que se habían desplazado hasta el lugar para garantizar la seguridad en toda esta zona.
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