El descubrimiento de un nuevo horno de cerámica no es un simple hallazgo más a nivel arqueológico, histórico o cultural. Para los expertos abre un nuevo camino de investigación para certificar que Ceuta pudo ser durante la baja Edad Media, siglo XIV, un gran centro de producción cerámica. Y es que con este, la ciudad ya suma cinco hornos de estas características desde que el primero salió a la luz durante los años 80.
El hallazgo, que se ha producido en el marco de los trabajos del Campo Trabajo de Arqueología que se ha desarrollado en la zona del Llano de las Damas, está dotado de una significativa relevancia, ya que, en todo el norte de África, trazando una línea que se extiende aproximadamente de Alhucemas hasta Tánger, tan solo se ha encontrado hasta el momento un centro alfarero con un solo horno. Un número que en la ciudad se supera con creces y no se descartan más hallazgos. “Estoy convencido de que aparecerán más”, declara el arqueólogo Fernando Villada. El experto apunta que el hecho de que Ceuta fuese un centro de producción cerámica indica la dimensión de la producción que en la entonces ciudad medieval se alcanzó. “Observamos que no solo se produciría a nivel local, todo sugiere que se trabajaba a una escala que se extiende más allá del territorio”.
El hallazgo de un nuevo horno que refuerza la teoría de la ciudad como un gran centro alfarero conduce la investigación a conocer de qué tecnología estaban dotados, qué tipo de producción se realizaba o la naturaleza del horno. “Nos puede permitir hacernos una idea de cómo era el proceso de manufactura y, a la vez, determinar que existía un comercio activo”, explica Villada. Este procedimiento se realiza a través del análisis entre las cerámicas halladas en Ceuta y entre las encontradas en cualquier otro yacimiento. La comparativa de las piezas y su coincidencia certificaría que los útiles descubiertos en otra zona proceden del horno ceutí y por tanto que existía una ruta comercial entre ambas ciudades. Además, según el arqueólogo, posibilita conocer el tipo de comercio que se realizaba. “La cerámica no iba sola, normalmente se acompañaba de otros productos”.
Junto al horno, en el extremo del sondeo anexo al mismo, se ha encontrado una acumulación de cerámicas con un alto grado de integridad, un indicativo de que el terreno no ha sufrido asentamientos desde aquella época. La explicación al mismo la ofrece Villada, relata que el enclave de la excavación (actual Avenida de África) en la siguiente época de la que datan las estructuras, la lusa, quedó fuera de los límites de la ciudad. “En época portuguesa se sufrieron grandes problemas defensivos y fue lo que llevó a construir las Murallas”. Razón por la que la zona no ha sufrido el mismo desgaste que otros asentamientos situados en diferenubicaciones de la ciudad.
Campo de arqueología
Ha llegado el momento de la despedida. Hoy se dirán adiós después de dos semanas de mucho trabajo, confraternización, nuevas amistades y, sobre todo, un gran aprendizaje. Volverán, ellos al menos lo desean, porque “ha sabido a poco” y el duro trabajo sabe bien cuando “el ambiente es tan bueno”. Ellos en realidad han sido los grandes protagonistas, sin su trabajo los nuevos tesoros que hoy brillan a la luz del día seguirían en el subsuelo. Durante 15 días se han inmiscuido en las entrañas de la excavación del Llano de las Damas para aprender y avanzar en un campo que les apasiona, la arqueología. Llegados de Portugal, distintos puntos de España y Marruecos estrenaban el primer Campo de Trabajo de Arqueología de carácter internacional que se ha desarrollado en la ciudad, fruto del convenio entre Universidad Nova de Lisboa (UNL) y la Consejería de Cultura. Coordinados y tutelados por Andre Teixeira, profesor de Arqueología en la UNL y el arqueólogo de la Ciudad, Fernando Villada han desempeñado los trabajos de campo en horario matutino y por las tardes se han trasladado hasta el laboratorio, sito en las Murallas Reales, para analizar los materiales encontrados. También han sido de vital importancia para su formación las visitas al resto de excavaciones activas en la ciudad y las ya finalizadas, para comparar y contrastar los métodos de trabajos y analizar los asentamientos presentes durante los diferentes períodos históricos.
La de Ceuta ha sido una experiencia “única” tanto para los que ya habían participado en alguna excavación como para los primerizos. “Había formado parte de alguna pero nunca había sido parte activa de una excavación tan grande rodeado de expertos”, comenta el estudiante de la UNL, Miguel De Sousa, quien se encuentra preparando su doctorado en Arqueología. Por su parte, para Nicolás Rosilla, estudiante de la UGR procedente de Granda, ha sido “una sorpresa” encontrarse con estratos meriníes. “Es el hermano del nazarí con el que estamos muy acostumbrados a trabajar en Granada”. Para ellos y el resto de sus compañeros, esto es tan solo el comienzo de su carrera como arqueólogos, muchos tesoros quedan todavía por desempolvar en su camino, pero Ceuta siempre quedará en el recuerdo como su primera gran actuación como verdaderos profesionales.
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