El Salón de Plenos de la Asamblea acogerá el martes de la próxima semana a las 9.00 horas la última prueba del proceso selectivo abierto para cubrir nueve vacantes en la Policía Local, unas oposiciones a las que concurrieron cerca de cien personas y a cuya recta final solamente han podido llegar nueve candidatos, todos ellos hombres.
Ese cuarto ejercicio consistirá en desarrollar por escrito durante un periodo de cuatro horas y treinta minutos, tres temas elegidos al azar, uno de cada uno de los grupos establecidos en las bases de la convocatoria. La lectura del ejercicio será pública y deberá ser realizada por los aspirantes. Según fuentes sindicales se trata, a primera vista y a tenor de la experiencia, de la valla en la que suelen quedarse más competidores.
Noventa y dos candidatos, más del 90% varones, fueron aceptados en febrero para pugnar por las plazas que convocó la Ciudad Autónoma, que ha anunciado que sacará hasta treinta más durante los próximos años.
El primer escollo, habitualmente un trámite, fue el reconocimiento médico, que con carácter eliminatorio está concebido para “garantizar la idoneidad del opositor para la función policial”, debiendo realizarse a cada aspirante una revisión médica.
Para estupefacción de distintos observadores, solo 34 personas de las 59 que aportaron documentación lo pasaron. Incluía pruebas para detectar distintas causas de exclusión recogidas en las bases de la convocatoria (desde "obesidad o delgadez manifiesta" hasta alteraciones respiratorias pasando afecciones cardiacas o de huesos, retinopatías, tartamudez, epilepsia, alcoholismo, cualquier enfermedad infectocontagiosa...).
El examen debía ser realizado por los asesores médicos designados y los aspirantes tenían que aportar varias “pruebas complementarias”, en concreto “analítica de sangre y orina, electrocardiograma con indicación de la presión arterial, espirometría forzada y agudeza visual”. El punto controvertido se atisbó en el requerimiento adicional del historial médico completo que no todos pudieron aportar, con lo que según algunas fuentes “no se cerró en igualdad” esa criba eliminatoria. ‘No presentar la documentación requerida’ o no hacerlo en la ‘forma’ exigida fueron las causas de ‘no apto’ más frecuentes. Ninguna de las siete alegaciones presentadas se aceptó por el Tribunal.
A continuación llegó el momento de las pruebas psicotécnicas, un test de carácter eliminatorio orientado a “comprobar que las actitudes y rasgos de personalidad de los aspirantes son los más adecuados para la función policial a desempeñar” que evaluaba factores como inteligencia general, razonamiento lógico, comprensión y fluidez verbal, aptitud numérica, memoria, atención, madurez, estabilidad emocional, responsabilidad, autocontrol, sociabilidad, capacidad de trabajo en equipo...
Once no pasaron ese filtro y solo 23 llegaron a la prueba práctica, concebida en pro de los opositores locales y que consistía en que el aspirante demostrase tener “perfecto conocimiento del medio en el que va a desarrollar su trabajo”, la ciudad autónoma. A cada aspirante se le facilitó un vehículo, y acompañado por varios miembros del Tribunal, se trasladaron a uno o varios sitios o lugares de Ceuta previamente indicados. Todos lo hicieron con éxito.
El siguiente paso han sido las pruebas físicas: natación, carrera de obstáculos, 8x6 metros, lanzamiento de balón medicinal (5 kilos los hombres, 3 las mujeres), carrera de velocidad (50 metros lisos) y carrera de resistencia (1.500 metros los valores y un kilómetro las féminas).
En la piscina ‘cayeron’ tres opositores y en el circuito, ocho más. Tres más no pudieron hacer la carrera de distancia en el tiempo máximo establecido, 5 minutos y 20 segundos en el caso de los hombres y cuatro en el de las mujeres.
Los que superen con éxito la prueba de conocimiento deberán hacer un curso que tendrá como finalidad “proporcionar a los aspirantes la formación y capacitación suficientes para desarrollar con eficacia las funciones que van a ejercer en sus puestos de trabajo”.
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