Tânia viste pantalón vaquero pirata y sudadera rosa fucsia. No es consciente aún, pero acaba de volver a nacer diez años después. Unos tímidos aplausos en medio del silencio sepulcral que se ha instalado en el ‘Riffiyen’, nombre por el que se conoce la zona, desde hace dos horas y media dan la última buena noticia de la mañana. Paradójicamente sale el sol apenas dos minutos después, como indicando que ese débil cuerpo será el último que abandone con vida los amasijos de hierro del autobús. Dentro aún quedan cuatro, todos muertos. Son las 11:45, hora española, las 09:45 en Castillejos.
Debía ser una fugaz excursión para 230 turistas lusos a la Medina de Tetuán, pero se convirtió en tragedia. Nueve de ellos (ocho mujeres y un hombre) perdieron ayer la vida en un aparatoso accidente de tráfico que tuvo lugar a escasos kilómetros de la frontera del Tarajal, dentro del término municipal de Castillejos (Fnideq). Apenas se rebasaban las 09:15 (hora española) cuando el primero de los cinco autobuses que se dirigían a la ciudad alauí acabó, en cuestión de segundos, encajado en el cauce de un pequeño riachuelo que en esta época del año carece de agua. En total 48 personas viajaban en su interior, según los organizadores. Entre ellos el conductor, J.A.M., ceutí y propietario de la empresa ‘Abyla Tour’ a la que pertenecía el vehículo siniestrado, así como un trabajador turístico muy conocido en Ceuta y Tetuán, A.N.
Minutos después del suceso las primeras manos de socorro, las de conductores que circulaban por la zona, ya estaban allí. Ellos fueron quienes atendieron en un primer momento a los 13 heridos de consideración que, tras ser examinados en un primer momento en el Hospital Hassan II de Castillejos fueron trasladados en función de la gravedad hasta M’diq (Rincón) o Tetuán. En un primer momento tres, entre ellos el conductor, al clínico Mohamed VI de Rincón y cinco, cuya situación médica era más delicada, al Hopital Civil de Tetuán.
En el lugar del suceso sobraban las palabras. Cientos de hombres, muchos de los cuáles habían ejercido de agentes improvisados hasta la llegada de las autoridades marroquíes que se produjo unos treinta minutos después, se agolpaban al fondo, al borde del paseo marítimo. Al otro lado de la carretera decenas de niños, desconcertados ante lo ocurrido. Y en medio cinco cadáveres ya cubiertos, camisas ensangrentadas, bolsos sin dueñas, botellines de agua, botiquines de emergencia, decenas de coches aparcados a uno y otro lado, policías con cara de circunstancias, media docena de ambulancias, rostros desencajados, ojos encharcados, abrazos y muestras de cariño, imcomprensión... En definitiva, dolor. Los primeros fallecidos acababan de ser trasladados a la ‘Morgue’ de Tetuán, dentro todavía quedaban cuatro más.
Horas de consternación
Una lágrima corría por la mejilla de Yelena que, abrazada a su esposo, contaba que en el autobús siniestrado viajaban cuatro de sus amigas. Desconocía dónde estaban, pero le aliviaba saber que al menos no habían fallecido. Ellos habían vivido la tragedia desde atrás, pues iban en el segundo autobús, y se encontraban aún sobre el terreno porque habían cedido su asiento a algunos de los heridos leves que habían optado por volver a Ceuta. “Un despiste, la carretera mojada...”, señalaba como posibles causas. Junto a ellos, los ojos rasgados de un indonesio compañero de viaje se afanaban por inmortalizar en fotos y video lo ocurrido y un par de parejas jóvenes se animaban unos a otros. Tocaba esperar.
El reloj marcaba las 11:15, dos horas menos en Marruecos. De hecho, las farolas todavía estaban encendidas. Una excavadora amarilla, una grúa blanca de varios metros de alto e incluso un vehículo del ejército marroquí llegaban entonces al lugar de los hechos. El rescate de la última turista con vida iba a ser complicado. “Tiene la cabeza atrapada entre dos hierros y el más mínimo movimiento puede herirla”, explicaba uno de los vecinos que colaboraba con bomberos y policías, “cuenta que a su lado hay más muertos, pero la han tranquilizado diciéndole que es equipaje”. Entre tanto, el gobernador de la provincia, Khalid Badahi, y un par de representantes del consulado español en Tetuán se personaban en el lugar, donde tampoco faltaban medios impresos, radiofónicos y televisivos marroquíes. Estábamos ante el accidente más grave ocurrido en la zona en las últimas décadas.
Así lo afirmaban, entre otros, Hassan y Said. Cuando ocurría el accidente ambos estaban en Tetuán, esperando la visita de los 230 portugueses a quienes debían acompañar durante la visita. Son los responsables de la empresa ‘La Giralda’ contratada para la excursión. “Me ha llamado la guía del segundo autobús avisándome”, narraba Hassan, quien después se trasladaría hasta el hospital Hassan II de Castillejos para ayudar a las jóvenes guías que viajaban a bordo del ‘Funchal’. Por su parte, Said apuntaba al estado de la carretera como causa del accidente. “He pasado media hora antes del accidente cuando volvía de dejar a mi mujer porque trabaja en Ceuta y el asfalto estaba muy resbaladizo por estas primeras lluvias”, aseguraba. Asimismo, remarcaba que la ayuda de los más de treinta hombres que socorrieron en un principio a las víctimas había sido “muy rápida y muy importante”.
Tensión
“Ahora no es momento de hablar, sólo de ayudar a los heridos”, apuntaba una de las animadoras de la empresa ‘Classic International Cruises’ en el lugar. Las víctimas todavía no tenían nombre, el desconcierto mandaba en esas primeras horas. Tanto en el lugar, donde durante los primeros minutos se produjeron algunos intentos de pequeños robos de los bolsos, móviles y cámaras de los heridos; los testigos marroquíes discrepaban para “no dar mala imagen del país ante la prensa”; y los servicios de emergencia no terminaban de ponerse de acuerdo en cómo actuar; como en el centro hospitalario de Castillejos. Allí el desconcierto sobre cómo trasladar a los heridos hasta Ceuta era patente y la maquinaria institucional comenzaba a ponerse en marcha. Habían pasado ya casi cuatro horas. El ‘Funchal’ debía estar ya surcando los mares rumbo a Lisboa.
Tres apuntes
Ocho mujeres
Entre los fallecidos se encontraban ocho mujeres y un hombre cuyos cadáveres fueron trasladados al Hospital Mohamed VI de Rincón para su reconocimiento.
Últimas víctimas
Tras más de dos horas y media de intentos, la última víctima con vida fue rescatada y los bomberos extrajeron los cuerpos de los cuatro últimos fallecidos.
Intervención
Sobre el terreno estuvieron presentes tanto agentes de la Gendarmería marroquí como efectivos del cuerpo de bomberos e integrantes del ejército, así como diverso personal sanitario.
La ayuda ciudadana, una de las claves
“Hemos roto una de las ventanas traseras para seguir sacando gente”
Mohamed es uno de esos primeros ciudadanos que no dudaron en socorrer a las víctimas en los primeros momentos tras el trágico accidente. Iba a trabajar a Ceuta como carpintero cuando topó con el suceso y no dudó en pararse. “Cualquiera lo habría hecho”, narra mientras bomberos y policía continúan las labores de rescate apartado ya al otro lado de la carretera. Todavía compungido, estima en media hora el tiempo que tardó la policía y los bomberos marroquíes en acudir al lugar del siniestro. “Como han tardado en llegar, y ya no podíamos sacar a más gente por la zona del parabrisas, hemos tenido que romper una de las ventanas traseras para seguir rescatando heridos”, dice. Vecino en la zona, como muchos otros de los presentes no recuerda un accidente de semejantes dimensiones en los últimos años. “¿Algo así? Nunca”.
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