Del
Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Ceuta salen a cuentagotas, pero salen. Son marchas reducidas, organizadas respetando todos los controles, que se llevan a cabo prácticamente cada semana. Este viernes le ha tocado el turno a 17 inmigrantes, entre ellos 12 subsaharianos y el resto magrebíes. Las puertas de la estación marítima se han abierto para este traslado, diciendo adiós a un centro, el del Jaral, en el que han permanecido varios meses. Se han vuelto a repetir las escenas de despedidas, las protagonizadas por los amigos que acuden a estar estos últimos momentos con quienes han compartido estancia en el CETI, los que ahora se marchan buscando una oportunidad al otro lado del Estrecho. Aquí llegaron saltando la valla o a bordo de una embarcación, ahora se trasladan en el ferry, con su pasaje, pasando los controles policiales y no escapando de ellos. Además de los
subsaharianos en el grupo se ha incluido a magrebíes, porque los argelinos y marroquíes están siendo ahora los más numerosos en el centro del Jaral, los que tienen una mayor representación. No queda ni una veintena de subsaharianos, algo histórico que no se había vivido antes y directamente relacionado con las nulas entradas que se están registrando ante el cierre de fronteras y la impermeabilización de la valla. Tras las protestas en la calle de los inmigrantes por el bloqueo de las salidas, se está produciendo el traslado de grupos reducidos que acuden a estar con apoyo de las oenegés en distintos puntos del territorio peninsular. En el caso de los peticionarios de asilo cuyos expedientes han sido admitidos a trámite la situación es más compleja debido a que se les requiere que verifiquen la existencia de un domicilio o residencia para que se les permita salir a la Península. Algo que la amplia mayoría no tiene. Así que el triunfalismo que rodeó el conocer la sentencia del
Tribunal Supremo cae en saco roto ante estas imposiciones difíciles de cumplir.