El Gobierno cuenta los días para planificar la operatividad de la nueva empresa de limpieza. Bueno será que el alcalde no se indigeste y su equipo termine dando forma a una nueva sociedad municipal que funcione como debe y con quienes debe.
Tanto lo primero como lo segundo es importante si lo que se quiere alumbrar es una entidad bien estructurada y operativa. No hacerlo terminará dando forma a un chiringuito que no será más que un quebradero de cabeza para la institución, en el fondo para todos nosotros.
El 1 de mayo Trace debería pasar a la historia en cuanto a la gestión de la recogida de residuos. Será entonces cuando se aprecie qué trabajo es capaz de ejecutar el Gobierno y de qué manera reactiva una empresa pública de nueva creación a la que más de uno quiere hincar el diente.
Será entonces cuando el Gobierno tendrá que dar explicaciones. Pero no solo ellos, también los partidos de la oposición que tienen en su encomienda una labor fiscalizadora que esperemos se cumpla.
En la calle la percepción suele ser sabia. Los ciudadanos exigen una transparencia y no se puede permitir que una impresión errónea en torno a cómo se va a organizar esta nueva empresa termine siendo veraz.
Pero eso es función de los que mandan y de los que constituyen el coro político a su alrededor que puede tener dos funciones: callar o intervenir. Lo segundo es lo inteligente porque si no convertiremos esa nueva entidad en un engendro nada recomendable.