Nuestros niños de la calle

Tres expertos analizan el perfil de los menores que viven en la ciudad tras dejar sus hogares en comparación con el de otros países.

¿En qué se parecen y en qué se diferencian los niños de la calle de Ceuta a los de los países en desarrollo o desarrollados? A esa pregunta intentan responder en el último número de la revista DEDiCA (Desarrollo Educativo de las Didácticas en la Comunidad Andaluza) de la Universidad de Granada (UGR) Sergio Cepero, Laila Mohamed y Lucía Herrera, que firman un trabajo titulado 'Análisis comparativo de los niños de la calle de Ceuta, los de países en desarrollo y desarrollados' en el que concluyen que "los niños de la calle de Ceuta son mayoritariamente varones, de familias numerosas, con bajo nivel educativo y predominantemente musulmanes".
"En su mayoría" provienen de la zona norte de Marruecos, hablan 'dariya', sus padres son generalmente analfabetos "que desarrollan trabajos que requieren escasa preparación intelectual" y sus razones de abandono del hogar "son principalmente económicas, aunque destaca la presencia de abuso físico y violencia doméstica".
En la ciudad autónoma "sobreviven en las calles realizando actividades como porteadores de mercancías en la frontera e ilegales (tráfico y contrabando de drogas) que ponen en grave peligro sus vidas".
El retrato termina siendo similar al de casi cualquier rincón del mundo: "A pesar de las diferencias que puedan existir entre muestras de diferentes países con respecto a la cultura y situación geográfica, tanto los niños como los jóvenes y las familias que viven en las calles a nivel mundial se ven afectados cada vez más por una economía injustamente globalizada. De ahí que, en el análisis final, los niños de la calle a nivel mundial acaben siendo niños extremadamente pobres ya sea en Marruecos, Brasil o Estados Unidos", apuntan los autores.
Cepero, Mohamed y Herrera parten en su análisis de que "la población de niños de la calle de la Ceuta es muy difícil de estimar", tanto por su "movilidad" como por "la dificultad de comprometer a estos niños en cualquier tipo de 'censo".
Del trabajo con una muestra de menores con entre 9 y 17 años cuya edad media se situó en 14,8 años dedujeron que ese perfil "encaja con el grupo de edad en el que los niños y jóvenes acuden a las calles en los países en desarrollo. (10-14 años)". "El hecho de haber conocido niños de tan solo nueve años en los Centros de Menores y otros que llevan más de 5 años viviendo en las calles de Ceuta hace pensar que estos niños, al ser trans-fronterizos, se escapan de su hogar y de su país a edades inferiores a las de los jóvenes sin hogar en los países desarrollados (14-15 años)", apuntan en sus conclusiones.
Varones en su mayoría (90,6%), " al igual que los niños de la calle de los países en desarrollo", con respecto a la raza y clase social "es muy poco frecuente encontrar a niños de raza blanca en la muestra". Únicamente dos niños de la muestra fueron españoles de raza blanca, mientras que la gran mayoría son "niños musulmanes procedentes de Marruecos".
Una diferencia significativa entre el grupo de estudio en Ceuta y los niños de la calle de los países en desarrollo, "que suelen mantener el contacto familiar en un tanto por cierto muy elevado (75-90%)", es que "únicamente el 8,3% de los de Ceuta "reconoce mantener o haber mantenido el contacto regular con su familia". Más de la mitad no han vuelto a hacerlo desde que abandonaron su hogar .
En el ámbito educativo "un elevado número de niños de la muestra, al igual que los niños de los países en desarrollo y los niños sin hogar de los países desarrollados", no pudieron asistir al colegio de pequeños porque tuvieron que abandonarlo a edades muy tempranas "para ponerse a trabajar" o sus familias "solo pudieron mantenerlos en la escuela durante los primeros cursos".
En cuanto a la realización de conductas de riesgo, los niños de la muestra ceutí "comparten la característica con los niños de la calle de los países en desarrollo de esnifar pegamento industrial como primera y principal sustancia inhalante; mientras que el hachís también fue consumido por casi la mitad de los menores". El consumo de drogas duras "es prácticamente inexistente ya que solo un menor informó de haberse inyectado heroína".