“Yo llegué un 16 de julio”, recuerda Encarnación Pérez. “Y yo un 18, porque acuérdate que nos distribuyeron entre el 16 y el 18”, le dice su vecina y amiga, Rosario Pérez. Se conocen de toda la vida y, aunque les separa una generación, presumen de ser parte de las pocas vecinas antiguas y fundadoras de Manzanera. “Venía con toda mi familia, mis padres y hermanos, andando desde Zurrón. Yo tenía 7 años”, comenta Rosario. Desde entonces han transcurrido 53.
A más de medio siglo se remonta la historia de este barrio que, como otros muchos del Campo Exterior, se construye para combatir el barraquismo presente en diferentes puntos de Ceuta. Sus 200 viviendas, distribuidas en 20 bloques, fueron habitadas por humildes familias llegadas de toda la ciudad que dieron vida a una zona que pronto se convertiría en su hogar y donde emergería un gran ambiente familiar.
“La mayoría de los que llegamos éramos gente joven con muchos niños que dieron vitalidad al barrio en sus inicios”, explica Encarnación. Es pequeña, ellas la definen como “íntima”, pero dotada de un carácter “muy especial” y, pese a que el cambio es innegable e inevitable, se niegan a abandonarla.
“Yo de aquí no me voy”, dice Encarnación. Aquellos fueron los años dorados de una barriada cargada de vitalidad a la que llegaban los aires castrenses de la vecina Unidad Logística nº 23. El ir y venir de soldados era constante. Muchos negocios del barrio nacieron por y para ellos, pero la vinculación con el cuartel iba más allá, y llegó a convertirse en el centro de salud para emergencias de los niños del barrio.
“Por aquel entonces no había ambulatorio y nosotros no salíamos a ninguna otra parte de Ceuta, así que cuando le pasaba algo a alguno de nosotros íbamos rápidamente al cuartel”, rememora Rosario.
“En aquella época era diferente, las puertas de los cuarteles estaban siempre abiertas y podías entrar libremente”, señala Encarnación. Si existe un lugar emblemático en Manzanera ese es, sin lugar a dudas, la plazoleta presidida por la parroquia del barrio que, a su vez, alberga la casa de Hermandad de La Pollinica que, desde hace casi tres décadas, ha dotado de aires cofrades al barrio durante todo el año.
Así, con gran satisfacción, vecinos y hermanos presumen de abrir, cada Domingo de Ramos, las puertas a la Pasión de Cristo, comenta el hermano mayor de la Pollinica, José Alcalá. “Para nosotros es un orgullo porque con nuestra Hermandad comienza la Semana Grande. Es un honor que recae en esta Hermandad y en el barrio porque es increíble el ambiente y fervor que se respira”, asevera.
Rosario Pérez: “Hemos sido una familia, una barriada pequeña, pero íntima”
Rosario Pérez llegó con siete años al barrio. Fue una de las tantas decenas de niños que comenzaron a vivir su infancia en Manzanera. “Formamos una gran familia.
Es una barriada pequeña pero íntima. Nunca ha habido peleas ni enfrentamientos, nos hemos llevado muy bien, y seguimos manteniendo ese ambiente”. Su infancia transcurrió en las calles del barrio y entre aquellos juegos tradicionales se sumó la vinculación que siempre hubo con la ULOG 23.
“Íbamos a la parte de atrás del cuartel a que nos dieran chuscos, por la ventana nos daban el pan y ¡qué bueno que estaba!”, ríe. Ahora mira con añoranza a su hogar, a una barriada que ha ido perdiendo a muchos de sus antiguos vecinos que han sido relegadas por nuevas y jóvenes generaciones. “Aunque quedamos unos pocos y seguimos igual de unidos”, confiesa.
Encarnación Pérez: “Vivir aquí ha sido residir en la mejor barriada de toda Ceuta”
Junto a su familia e hijos llegó Encarnación Pérez a Manzanera un 16 de julio de hace 53 años. “Vivir aquí ha sido residir en la mejor barriada de Ceuta entera. Esto ha sido un encanto, hemos disfrutado muchísimo”. Una diversión que vivió, junto a sus vecinos, en las famosas verbenas, la escala en hifi o la fiesta de San Juan. “Era una alegría, la plaza estaba abarrotada”, rememora.
Encarnación, además, presume de haber sido elegida en reiteradas ocasiones como la reina mayor de las fiestas. “En cualquier verbena que se hiciese ahí estábamos mi marido y yo los primeros bailando y no salíamos de la pista hasta el final”.
José Alcalá: “El barrio se ha implicado con la Hermandad, participando y queriéndola”
Las actas fundacionales de la Hermandad de La Pollinica datan del año 1924, sin embargo, no fue hasta final de siglo cuando se emplaza en su actual ubicación, la parroquia de madre Dios de la Palma y San Bernabé, en la barriada de Manzanera. Corría el año 1992 y en opinión de su hermano mayor, José Alcalá, esta capilla “ha cambiado de la noche a la mañana”.
Ha resurgido y ha sido dotada de una gran vitalidad, “al igual que el barrio”, gracias a los constantes cultos exteriores e interiores a los que se suman la vida de una hermandad que no cesa su actividad en todo el año.
La llegada de los hermanos cofrades al barrio ha tenido repercusión hasta en el nombre de la capilla, que hasta entonces únicamente llevaba el de San Bernabé. “La junta que gobernaba la Hermandad creyó oportuno añadirle el nombre de nuestra titular, para que sea ella quien también presida la capilla”, explica Alcalá.
En su dos décadas como miembro de la junta, Alcalá observa cómo el barrio se ha implicado con más acervo a lo largo de estos años. “Ha ido in crescendo, participando con la Hermandad, queriéndola y, sobre todo, colaborando con ella. Porque a día de hoy nosotros tenemos infinidad de chicos que salen de aquí, van de nazarenos, de costaleros, se pasan por la capilla, asisten a los cultos y vienen a ver a sus titulares”, expone. De la misma forma que la Hermandad se vuelca con el barrio donde lleva a cabo obras de caridad. “Ayudamos a familias en situación de vulnerabilidad”, apostilla Alcalá.
“Tengo clientas que atiendo desde hace 50 años”
A punto de cumplir las tres décadas se encuentra la peluquería ‘Charo’, un pequeño negocio que empezó a cocerse en uno de las bloques del barrio. Su propietaria, ahora retirada, Lola Pro, le pasó hace seis años el testigo a su hija, Charo Castillo, quien continúa con el legado de su progenitora y con fieles clientas que se niegan a abandonarla.
“Tengo clientas que atiendo desde hace 50 años”, comenta orgullosa Loli, que pese a su jubilación continúa frecuentando el establecimiento. “La peluquería es parte de la vida del barrio, sobre todo los sábados por la mañana aquí se generan unos corrillos muy buenos de vecinas”, confiesa. Loli pertenece a una gran familia de la que ha salido el conocido Manolo Pro, su hermano, “al que yo enseñé”, presume.
Un lugar de reunión para vecinos y trabajadores
La cafetería ‘Manzanera’ es el único establecimiento de hostelería que alberga el barrio desde hace diez años y, por ello, se convierte, principalmente en horario matutino, en un lugar de encuentro y reunión entre sus vecinos. Aunque este pequeño y acogedor local registra una constante afluencia de trabajadores del centro de salud de Otero o militares de la Unidad Logística Nº23 (ULOG 23).
Además de trabajar en este establecimiento, Carmen Caro también es vecina de la barriada de la que dice ser “muy tranquila y hospitalaria”. En ella recuerda “haber vivido la mejor etapa de mi vida. Hemos jugado, compartido y añoro aquellos años”.
Me encanto todo lo comentado por mis queridas vecinas de toda la vida yo llegue a Manzanera cuando cumplí los cinco añitos y fueron matavillosos todos esos años años hasta que me case....