Escribo estas líneas, referidas a nuestra Semana Santa, a lo que antes se decía como vuelapluma, aunque hoy en día sería más adecuado decir que “a vuelateclado”´Lo hago tras haber presenciado, gracias a la televisión local, todos los desfiles procesionales, desde la “Pollinica” hasta el Santo Entierro y la Soledad. Cierto es que aún me falta ver la procesión del “Resucitado”, que sale hoy, pero estoy seguro de que no desentonará en absoluto con la belleza de lo ya contemplado.
Los ceutíes podemos estar más que satisfechos de tener una Semana Santa extraordinariamente digna. Es de justicia resaltar el enorme esfuerzo que todas las Cofradías, sin la menor excepción, ponen para conseguir ese resultado. Cada año que transcurre, van ofreciéndonos una mayor perfección. Y cada año, también, van surgiendo más dificultades. En mis tiempos de cofrade activo, cuando año tras año salía como penitente en mi querida Cofradía de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Mayor Dolor, las cosas eran mucho más fáciles, pues cada Hermandad gozaba del patrocinio de algún Cuerpo o Arma de las Fuerzas Armadas, incluida la Aviación, que daba su apoyo a la del Jesús de la Humildad y el Perdón y Nuestra Señora de las Penas /entonces llamada de las Penas “y Loreto”, al ser esta última la advocación de la Patrona del Ejército del Aire), imagen que salía todos los años con un manto de flores. Muchos pasos iban antes con ruedas, pero poco a poco fueron saliendo con costaleros, fáciles de encontrar acudiendo a los acuartelamientos.
Todo –o casi todo- ha ido evolucionando. Hoy por hoy, lo de las ruedas es excepción, aunque está visto y comprobado que puede ser una solución más que aceptable. Solamente basta, para ello, haber visto la seriedad y solemnidad del paso del Cristo de la Expiración, único –según creo- que en este año ha acudido a tal recurso.
Creo sinceramente que es mucho mejor acudir a las ruedas que dejar a un paso sin salir. Hasta los años 50 del pasado siglo, la rueda era el sistema normal que se utilizaba en las procesiones de Ceuta. Fue precisamente mi Cofradía del Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Mayor Dolor la que primero sacó sus pasos con costaleros (todos ellos, hay que aclarar, soldados voluntarios del Regimiento Mixto de Ingenieros). Por aquel entonces, mi padre era el Hermano Mayor, y Pepe Remigio el Mayordomo. Ambos fueron imponiendo el estilo sevillano en una Semana Santa que no tenía aún un carácter definido. Paco Curado como capataz del paso de Cristo, y Pepe Caballero en el de la Virgen, lograron igualar el buen hacer de los mejores capataces andaluces. Los penitentes del paso de Virgen llevábamos en esa época túnica blanca con antifaz rojo. Con esa túnica fue amortajado mi padre, que llegó a salir con su Virgen apenas dos meses antes de fallecer, en junio de 1962. Debo decir, a fuer de sincero, que aquellas túnicas me agradaban más que las negras que hoy portan los nazarenos de ese paso, como asimismo echo de menos la banda de cornetas y tambores que solía acompañar al Cristo de la Buena Muerte. Con todos los respetos para sus dignos intérpretes, los motetes no me gustan ¡qué lo voy a hacer!
Volviendo al breve y precipitado análisis general de nuestra Semana Santa, deseo destacar la solemnidad revestida por el discurrir por la carrera oficial de todas y cada una de nuestras Cofradías, cumpliendo el horario establecido. Se nota, eso sí, un paulatino descenso, con alguna excepción, en el número de los penitentes que preceden a cada paso. Se echan de menos algunos hermanos más, porque ahora, la mayoría de ellos va cumpliendo la más que difícil y penosa tarea de costaleros. Un aplauso para todos ellos, y en especial para los que salen más de una vez, pues sé que eso sucede. Ésta de la escasez de penitentes es una de las pocas deficiencias que he observado en el discurrir de los cortejos de las distintas cofradías, dejando a salvo un par de ellas. Sé que es un lunar muy difícil de subsanar, quizás casi imposible, pero habría que hacer otro esfuerzo más para, al menos, paliarlo.
Nuestra Semana Santa es un claro signo de identidad que debemos proteger con el máximo esfuerzo y con la mayor dedicación. Ni un solo paso atrás, aunque para ello haya que sacar más pasos con ruedas. Al fin y al cabo, ese era el sistema utilizado hace muchos años. No romperíamos con ello la tradición.
Ánimo y enhorabuena a todas y cada una de las Cofradías ceutíes, y que no decaiga.
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