Desde pequeño tengo la costumbre de leer El Faro de Ceuta. Era una rutina que tenía mi padre y que, de alguna forma, me la trasladó. Durante los años que residí en Madrid me enviaba El Faro de Ceuta. Unos ejemplares que pasaban por las manos de los caballas que en la capital nos juntábamos.
Me decía que leer la prensa local es la única forma de estar al corriente de lo que pasa en tu ciudad y de no perder los lazos por muy lejos que puedas vivir. Levantarse y ojear este medio es lo primero que hacen los cargos públicos y ciudadanos de este pueblo, porque sabemos que es sinónimo de informarte en primicia de las vicisitudes que ocurren en la pequeña y marinera.
En muchas ocasiones, y volviendo al principio, mi padre decía que Ceuta era una ciudad tranquila, con una frontera sin grandes conflictos, con pocos hechos relevantes. Esa tranquilidad era la mejor carta de presentación de esta bonita tierra. Tranquilidad, seguridad y pocos delitos que destacar. Esa falta de noticias destacables dificultaba la labor de sacar un periódico atractivo, eso refería siempre el bueno de Antonio Fernández Márquez “El Poeta”, uno de los mejores periodistas que parió esta tierra. Los periodistas las pasaban canutas para buscar una información atractiva para los lectores.
"Levantarse y ojear este medio es lo primero que hacen los cargos públicos y ciudadanos de este pueblo"
Sin embargo, la cosa ha cambiado y esa tranquilidad, esa falta de noticias destacables son cosa del pasado; solo hay que darle un vistazo a lo publicado esta semana. Noticias que no nos gustaría leer a ninguno, como el llamamiento de los padres de Mohamed el Kahan, un joven de 22 años desaparecido cuanto intentaba llegar a Ceuta. Una información que nos tenemos que tragar semana tras semana sin ser capaces de acabar con tanta tragedia.
Pueden cerrar los ojos, buscar mil excusas para justificar tanta incompetencia e irresponsabilidad, pero eso no servirá para limpiar las conciencias de los que tienen la responsabilidad de buscar fórmulas que impidan que estos jóvenes se arrojen al mar y mueran ahogados. Noticias como la detención de un hombre como presunto autor de la muerte del pequeño Mohamed cuando jugaba inocentemente en su barriada.
No recuerdo en mi niñez y juventud una noticia tan trágica y horrible. Noticias como el acoso que ha sufrido Yusef en redes sociales por algo que nunca hizo por los irresponsables que lo acusaron injustamente. Noticias como la detención de una persona tan respetada y considerada por presuntos abusos sexuales a menores no acompañados, son informaciones que nunca nos gustaría leer.
Noticias que a ninguno nos gusta leer y mucho menos contar, pero los periodistas están para informar, contar a la sociedad lo bueno y lo malo, aunque no guste ni les guste la información que están narrando. Intentar desacreditar la información con hipotéticas venganzas, tramas, supuestas invenciones y rencillas imaginarias retratan a los que apuntan a unos profesionales que hacen su trabajo honestamente. Ya saben a qué noticia me refiero.
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