Ya en sus tiempos en la política activa el italiano Giulio Andreotti aseveraba que “Gobernar no consiste en resolver problemas, sino en hacer callar a quienes los plantean”. El nuevo equipo del Ministerio del Interior, desde su llegada, hace estas palabras suyas y promociona esta actitud en el seno de la Dirección General de la Guardia Civil. Institución en la que no es precisamente necesario animar mucho a sus generales para que persigan implacablemente a todo aquello que pudiera implicar un peli-groso movimiento aperturista, por transparente, por demócrata o simplemente por ser contrario a los silencios impuestos en lo referente a las necesidades de la Guardia Civil, de los guardias civiles, de la seguridad del Estado, y, consecuentemente, de una sociedad española cansada de engaños, silencios, opacidades y abusos.
Le ha tocado el turno esta vez al secretario provincial de la Asociación Unificada de Guardias Civiles, José Encinas, quien ya ha comenzado a cumplir un mes de sanción de empleo y sueldo por la falta grave que le han impuesto por conceder una entrevista a un medio de comunicación (publicada los pasados días 4 y 6 de agosto de 2012 en http://andaluciainformacion.es/ondaluz-cadiz/241067/) en la que decía “por cada diez agentes que se retiran solo se cubre una plaza”.
En el desarrollo de esta entrevista, Encinas remarcaba que los agentes de la Guardia Civil en tiempos de bonanza económica continuaron siendo los peor pagados, un agravio que ha continuado en la actualidad con la aplicación de los recortes económicos, a los que se suma un recorte aún más oneroso: el de los derechos laborales y sociales.
Encinas se limitó a reflejar la realidad social y laboral en la Guardia Civil. Realidad que no se escapa a cualquier observador mínimamente perspicaz incluso ajeno a esta institución. Una realidad social en la que se ha pasado de 9 generales a 34, con todos los gastos cubiertos, y que ha derivado en una brutal militarización e interpretación de la disciplina aún más férrea y coercitiva que en el propio Ejército.
Pero denunciar en tiempos de crisis los privilegios que mantiene la cúpula y oficiales superiores de la Guardia Civil, está resultando contraproducente para las libertades y derechos de los dirigentes de AUGC. Por ello ha sido sancionado José Encinas bajo la acusación de realizar “reclamaciones, peticiones o manifestaciones contrarias a la disciplina debida en la prestación del servicio o basadas en aseveraciones falsas”.
No deja de resultar curioso para AUGC que en el expediente se tachen como aseveraciones falsas únicamente las manifestaciones de Encinas en las que señala que no existen regulaciones de turnos y horarios laborales, pero el resto de denuncias públicamente vertidas por el secretario general de AUGC Cádiz no se consideran aseveraciones falsas. Lo que da que pensar que las denuncias eran fundadas, aunque sí las considera sancionables por hablar de las decisiones políticas del Gobierno, y una falta de disciplina que daña a la imagen de la Guardia Civil por el simple hecho de que un representante de una Asociación Profesional, no puede cumplir sus funciones en democracia.
Por ello la cúpula de la Guardia Civil considera que José Encinas, hablando libremente en un país democrático de las carencias acuciantes de la Institución mejor valorada por los ciudadanos, daña la imagen del Cuerpo.
AUGC considera que la celeridad empleada para expedientar a su dirigente debería ser la misma para hacer lo propio con al jefe de la Comandancia de Cádiz, a quien recientemente el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo nº 2 le ha impuesto una multa coercitiva de 150 euros para que cumpla una sentencia del año 2008 y que sí afecta directamente al servicio. Es más, como reconoce en el auto el juez, este es un nuevo acto de soberbia y por ello exige a la Comandancia las explicaciones oportunas a su incumplimiento de una sentencia judicial.
Pero mientras tanto su único objetivo es cerrar las bocas de los legítimos representantes de los guardias civiles a golpe de expedientes, como si con ellos pudieran minar la moral y la fuerza del movimiento asociativo dentro de la Guardia Civil. Una persecución y represión a los líderes de AUGC totalmente reprobable, porque mientras tanto fuera de nuestras fronteras no sólo son oídos sino que también defienden sus derechos fundamentales.